En plena ruta hacia las Presidenciales norteamericanas de Noviembre, sigue llamando la atención la importancia que han adquirido las acciones desarrolladas a través de Internet en las campañas electorales: las páginas de campaña de Obama y McCain hierven de actividad, las entradas en la Wikipedia son corregidas a toda prisa, las redes sociales se pueblan de apoyos en uno u otro sentido, y hasta se hacen intentos por predecir los resultados en función de los datos de tráfico. El perfil de responsable de campaña en Internet con experiencia probada se ha convertido en crucial y demandado: al mítico Joe Trippi, que pasó de campañas clásicas como las de Edward Kennedy o Walter Mondale a protagonizar el sonoro impacto en popularidad y fund-raising de Dean for America, se unen ahora perfiles como el de Chris Hughes, cofundador de Facebook y responsable de la campaña online de Barack Obama; o Nicco Mele, antiguo webmaster también de Dean for America ahora parte del comité que asesora las acciones en la red de John McCain.
Sin duda, en un país en el que Internet alcanza casi la categoría de ubicuo y que vive los procesos electorales como lo hace Estados Unidos, Internet se ha convertido en una pieza fundamental. ¿Pero pueden derivarse enseñanzas de algún tipo para países como el nuestro? Las diferencias son, sin duda, notorias: para empezar, uno de los parámetros fundamentales utilizados en las elecciones USA, el volumen de donaciones económicas obtenidas para la campaña a través de la web, es completamente inexistente en España. Mientras el norteamericano medio puede ver como relativamente normal el gesto de hacer una donación económica a su candidato político, en España hablamos de una actitud que sencillamente no existe. Las elecciones norteamericanas, además, cuentan con algunas características especiales: el derecho al voto es ejercido por una parte relativamente pequeña de la población (en las pasadas elecciones del 2004, 122 millones sobre una población total de más de 300), de manera que existe un gran potencial en conseguir que más electores se registren para votar o acudan a las urnas, así como un enorme porcentaje de voto indeciso que puede optar por uno u otro candidato de una manera perfectamente natural, sin sentirse extraños por ello. En esas condiciones, proveer al votante con un lugar en la red en donde puedan informarse, participar, donar, discutir o, simplemente, sentirse arropados en sus simpatías supone una propuesta de indudable valor que ya prácticamente ningún político deja de lado.
En España, en cambio, las experiencias al respecto hasta el momento han resultado tímidas, vacías, temerosas, falsas, manipuladas y, lo que es peor, con apariencia de servir únicamente para entretener peleas de alborotadores y exaltados de uno y otro bando, con un valor real y práctico de cara a la obtención de votos percibido entre escaso y nulo. ¿Tiene traslado de alguna manera la experiencia norteamericana de política en la red a la realidad española? ¿Vale la pena en la política española que los políticos se tomen en serio Internet? ¿Hay lugar en España para espacios de reflexión política en la red, o se limitan los españoles, salvo excepciones coyunturales, a votar “al mismo club” que en las elecciones anteriores sin ningún tipo de razonamiento al respecto?
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.