Me llamó Asbel López, de Radio France Internationale, para hablar de la amenaza que representa Google, y el audio completo está disponible en su página. Mis declaraciones fueron, como ya he sostenido en otras ocasiones, en la línea de intentar reducir el tremendismo: crecer es una obligación de toda empresa en un mercado capitalista, y a medida que crece, Google se hace obviamente más poderosa. Por supuesto, es preciso controlar más a una empresa enorme que sabe lo que buscamos, lo que leemos, lo que escribimos y hasta quienes son nuestros amiguitos y cuántas estrellas les ponemos, que a una start-up simpática con una tecnología con buen potencial. Pero de ahí a la paranoia de esa “Google Master Plan” que llevo tienpo utilizando para motivas discusión en clase, va un trecho muy amplio: en el fondo, estamos juzgando a una empresa por su potencial de ser mala, cuando hasta el momento mantiene un track record que yo calificaría de impecable en el manejo de nuestros datos. Y además, hablamos de clientes voluntarios, que pueden abandonar los productos de la compañía si lo desean en cualquier momento, para irse a unos competidores que están únicamente a un clic de distancia.
¿Mi impresión? Google puede estar aproximándose al monopolio en algunos mercados - en el de la publicidad, por ejemplo, es algo que hay indudablemente que controlar, como comentaba aquel informe de Scott Cleland - y todo monopolio debe estar bajo en control de la correspondiente legislación para evitar que, como ha ocurrido en otras ocasiones y en particular en la tecnología, se convierta en un obstáculo a la inovación o a la legítima competencia mediante prácticas colusorias, de precios predatorios, etc. Pero en el caso de Google, por el momento, hablamos de un tipo de monopolio de un pelaje muy diferente a los que nos ha tenido acostumbrada la industria de la tecnologia a lo largo de toda su historia, con una fortísima vocación y necesidad de auto-regulación: en el momento en que sus clientes se sientan amenazados o simplemente incómodos, abandonarán la empresa como en su momento hicieron con AltaVista, de un día para otro. Un monopolio no es bueno para nadie, en muchos casos ni para la empresa que lo disfruta, que se vuelve menos innovadora ante la ausencia de presión competitiva. Pero en un sector en el que la fidelidad no existe más allá del pragmatismo, en el que la innovación no está restringida, y con unos productos que no provocan ningún tipo de cautividad, creo que la consideración debe ser diferente, y que la alarma no está justificada, y sí es, en cambio, una posición muy interesada. Si los competidores de Google quieren ganar cuota de mercado a su costa, tendrán que hacerlo ofreciéndome mejores productos que los que Google tiene, no intentando convencerme de la amenaza que representa para mí.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.