09 septiembre 2008

La consolidación y el futuro del mercado del netbook

Llevo un cierto tiempo estudiando el mercado de los netbooks, y lo que estoy viendo tiene todos los elementos para determinar un verdadero cambio de tendencia: inmersos ya en la “vuelta al cole” y próximos a las navidades, las dos estaciones más importantes del año en ventas de informática de consumo, me caben pocas dudas acerca del impacto que este tipo de ultraportátiles van a marcar. Con un umbral de precio psicológico situado en torno a los trescientos euros y limitado en su parte superior por el precio de los equipos portátiles convencionales, es más que posible que se consoliden tanto como equipo de entrada para jóvenes que en muchos casos, comparten el sobremesa y la conexión familiar, como para usuarios más sofisticados que buscan un su segundo (o tercer) equipo con la portabilidad como factor fundamental.

Pero no estoy tan interesado en lo que va a pasar a corto plazo en ese mercado como en lo que el desarrollo de este tipo de equipos nos va a traer consigo en el futuro. De hecho, creo que por el momento, este tipo de equipos están lastrados por un problema: el hecho de que el mercado los perciba como “dentro del mismo concepto” que los portátiles convencionales, cuando en realidad no lo son, y la comparación, lógicamente, tiende a defraudar si se hace en esos términos. La evolución del concepto netbook nos lleva a equipos completamente volcados hacia la red, en los que un Windows XP diseñado hace ocho años y expuesto a todo tipo de problemas de mantenimiento (virus, malware, etc.) tiene tanto encaje como el que tendrían un par de pistolas en la cintura de un santo. Equipos con sistemas operativos Linux precargados en BIOS pero en los que el sistema operativo se limita casi a proporcionar un menú inicial, destinados a soportar un navegador y un muy escaso bagaje de aplicaciones, algo muy diferente a la experiencia de un ordenador normal en el que constantemente instalamos y desinstalamos aplicaciones. En este tipo de equipos, algunas aplicaciones vendrán de la red, de la web del fabricante o de la comunidad, y se instalarán tras procesos muy simples que aseguren la confianza en su procedencia. Pero en general, habrá muy poco que instalar, y mucho más que hacer funcionar en un navegador que garantizará estabilidad independizando sus procesos y que integrará los recursos de la red y los del equipo según la presencia o ausencia de conexión mediante Gears o aplicaciones similares. Un navegador que se convertirá en la pieza central, la que consume mayor cantidad de memoria RAM, pero que lo justifica por el hecho de hacerse cargo de la práctica totalidad de la funcionalidad del equipo con las suficientes garantías de estabilidad.

Ese es el cambio de concepto que me parece fundamental para el desarrollo de este mercado: pasar de vendedores que colocan netbooks como si fueran portátiles de toda la vida pero más baratitos, a una gestión lógica de expectativas en la que el aparato se parece más a un “sistema empotrado” cuya configuración se toca más bien poco, pero cuya proyección aparece al conectarlo a la red. Equipos con procesadores de bajo consumo cada vez más potentes, con duraciones de batería cada vez más prolongadas (se habla de 19 horas en Dell o de 24 en HP, aunque en condiciones de experimentación más bien irreales), con tarjeta SIM directamente insertada en el equipo que conmutan de manera inmediata al salir de la cobertura WiFi, y que se sincronizan con el equipo principal en el que el usuario trabaja con una pantalla y un teclado “decentes” cuando llega a su casa o su despacho. Un segmento diferente, con una gran proyección tanto hacia las operadoras (no tiene mucho sentido comprarse un netbook si no lleva consigo un contrato de conectividad) como hacia otros proveedores de servicio (MobileMe, Amazon, Google, Mesh, etc. según mercados y enfoques), y que probablemente presencie una importante explosión durante estas navidades y el año que viene. Un movimiento que va a redefinir en gran medida el panorama, y cuyas implicaciones van mucho más allá del hecho de tener ordenadores más pequeños y más baratos, porque no son simplemente eso: son otro tipo de animal definido por un ecosistema diferente.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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