14 abril 2009

Los medios, la desinformación y los intereses creados

tv-liesFue la noticia destacada del pasado viernes en todos los informativos y en la mayor parte de la prensa: la primera sentencia condenatoria por lucrarse con descargas ilegales. Se decía que un juez del Juzgado de lo Penal 1 de Logroño había condenado al internauta de 22 años, A.G.L. a seis meses de prisión y al pago de 4.900 euros por lucrarse con descargas de Internet a través de una página web que ofrecía enlaces para descargar películas y videojuegos, protegidos con derechos de autor. Una noticia que se utilizaba poco más o menos que para dar a entender que “los tiempos de la impunidad se habían acabado”, y que pronto acabaríamos todos en la más negra de las prisiones.

¿Dónde está el problema? En que la noticia era FALSA. No “tendenciosa”, ni “matizada”, ni “media verdad”, sino directamente falsa. Más falsa que Judas. En primer lugar, porque la “noticia” correspondía en realidad a un suceso acaecido que tuvo lugar nada menos que el pasado 24 de Noviembre, hace unos cinco meses. ¿Se imagina alguien una “noticia” sobre cualquier evento que fuese dada como “reciente” cuando en realidad ocurrió hace casi medio año? El periodista que lo hiciese sería calificado, como mínimo, de chapucero, y aflorarían todo tipo de teorías sobre las razones que le habían llevado a sacar la noticia en ese momento, en lugar de cuando realmente tuvo lugar. En segundo lugar, porque en realidad, no existió juicio. El condenado fue en realidad inducido por una abogada inexperta en este tipo de casos a instancias de los abogados de las compañías demandantes, aceptado por el imputado con el fin de evitar posibles daños mayores a los que sabía que no podría hacer frente económicamente, y el juez se limitó a dar su visto bueno, sin discusión ni argumentación jurídica alguna. Lo comentan el propio condenado en su página y en la entrevista que dio a David Bravo, que previamente había apuntado sus impresiones sobre el caso. Impresiones que, además, resultaron ser  certeras y correctas, como ocurre cuando acumulas una importante experiencia viendo casos de este perfil.

La noticia, por tanto, ni era noticia (¿qué hay de noticia en que alguien se autoinculpe por miedo, por puro “matonismo judicial”?), ni sucedió como se dio a entender, ni va a influir en absoluto en el comportamiento futuro de los jueces en este país cuando tengan que juzgar hechos similares (a no ser. claro está, que otros acusados lleguen a la sala proclamando su culpabilidad). Moraleja: no hagas ni maldito caso a lo que oigas en los medios con respecto a este tipo de temas. O bien no tienen ni idea de lo que hablan, o bien publican sin documentarse ni hacer su trabajo, o bien tergiversan de manera torticera e interesada en virtud de intereses inconfesables. Si ya lo intuías, ahora lo tienes demostrado: apaga el telediario, cierra el periódico, y escoge una fuente de información más fiable, en la que puedas contrastar la información con comentarios, trackbacks o a golpe de clic. De los medios “de toda la vida”, con escasas y honrosas excepciones, ya no te puedes fiar.

Ahora sería interesante ver quién exactamente, con nombre, apellidos y filiación, fue el responsable de una intoxicación informativa como ésta: ¿quién envió la nota de prensa a la agencia (es evidente que era una nota de prensa de agencia, porque todos los medios dieron la noticia igual)? ¿Qué agencia la difundió? ¿A qué intereses servía la difusión de la falsa noticia? ¿Tiene relación el nombramiento de Ángeles González-Sinde con la difusión de esa noticia? ¿Se está intentando crear un falso clima de intimidación ante la opinión pública con el fin de acomodar determinadas “medidas impopulares” que se nos vienen encima más pronto que tarde? ¿Quién dicta esa “agenda oculta”? ¿Va algún medio a hacerse eco del desmentido de la noticia, a reconocer que fueron como mínimo engañados, o posiblemente incluso cómplices de un engaño?

Y luego se quejarán de la crisis de los medios: lo ocurrido con esta noticia es a la vez un insulto a la profesión de periodista, un ejercicio de clientelismo, una llamada de alarma y una torticera manipulación. Es, sencillamente, un asco.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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