Recientemente se están produciendo algunos debates sobre el modelo alternativo al de las descargas, como si el debate fuese tan simple como hacer una ridícula “promesa pública” tan llena de ingenuidad como de estupidez. Francamente, me parece un debate de una simpleza que asusta, y que además da por sentado cuestiones que están muy lejos de ser verdades escritas en piedra.
El debate de si debemos pagar o no pagar es sencillamente absurdo. La respuesta no es ni más ni menos que la que se daba a George W. Bush durante la campaña de las Presidenciales de 1992: “It’s the economy, stupid“. El debate sobre si debe el usuario contribuir a la retribución de los creadores mediante algún tipo de cuota, canon o retención es completamente estéril, y no reconoce la verdadera fuente del problema. La respuesta la proporciona el mismo mercado: si un producto puede ser obtenido en igualdad de condiciones a un precio menor merced a un sistema de distribución más eficiente, subvencionar al que lo distribuye de manera ineficiente es simplemente una estupidez. La raíz del problema es que no estamos hablando de pagar o no pagar a los creadores, sino de mantener o no un sistema absurdo y desfasado que se organiza en torno a la distribución de copias, no a la creación. ¿De verdad cree el iluminado de turno que si pagásemos algo, eso iría al creador? No, iría al parásito que pretende vivir de la venta de copias en un mundo en el que todos podemos hacerlas, y a una larga cadena de intermediarios que, en la economía de hoy, no tienen sentido ninguno.
En realidad, el problema es que estamos tomándonos el tema de los derechos de autor como si fueran una norma escrita en piedra, y no es así. Estamos queriendo exorcizar nuestro temor a lo nuevo mediante el desarrollo de tribunales de la Santa Inquisición, para quemar públicamente al que se descarga cosas, al que lo “facilita” o al que lo pronuncia. Y de santas inquisiciones, en España sabemos mucho. La inventamos nosotros.
En el fondo, el problema va muchísimo más allá. Se trata de forzar a una industria a que se rija por las leyes de mercado, del mercado que le rodea con todos los condicionantes que éste tiene, descargas incluidas. Los que optan por la vía del canon o de la cuota están, en realidad, optando por la vía de la subvención, un sistema que sabemos perfectamente que solo engendra pobreza, cortoplacismo y degradación. Que se lo digan al cine español. El problema es que poner a una ministra que cree que la cultura se defiende subvencionándola es una ABERRACIÓN, con mayúsculas, que no nos puede llevar a absolutamente nada bueno.
Lo que hay que hacer es pensar en cómo los creadores pueden llegar a GANARSE su dinero, no a que se lo regalemos. Cómo los creadores pueden montar sistemas a través de los cuales QUERAMOS pagar, no que nos quiten nuestro dinero. ¿Crees que eso es imposible? ¿Que no se puede competir con lo gratis? ¿Vives en Madrid? Pues mira, en Madrid, el agua que sale del grifo es de una calidad fantástica, y sin embargo, compramos agua embotellada, y a las empresas que la envasan les va fenomenal y no pretenden que se ponga un canon en cada grifo y que lo recaudado sirva para sostener su labor. Eso sería, simplemente, una estupidez.Lo que habrá que hacer será competir para crear plataformas de descarga en las que los clientes QUERAMOS pagar, sea por lo que sea, porque son más cómodas, porque son mejores, porque dan acceso a otras cosas, porque tienen mejor marca, porque la experiencia es inigualable o porque son más cool. Habrá que competir haciendo las cosas MEJOR, no peor. No se compite planteando más de lo mismo.
Lo que hay que hacer, lo que nos toca como país que inventó en su momento la Inquisición, es contribuir a que los modelos de propiedad intelectual sean revisados. Eso es algo que Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, países donde la exportación de copias es una parte significativa de su balanza comercial, no van a liderar. En España, el peso de la mal llamada “cultura” en las exportaciones es escasamente significativo, y el potencial beneficio de convertirse en un líder que lance la idea del revisionismo legislativo resulta mucho, muchísimo más interesante. En el nuevo orden al que - quieran o no - llegaremos en unos años, los papeles están aún por definir. No, no se trata de pagar una cantidad grande o pequeña para subvencionar a una industria caduca, ni de pensar que si no pagas vas a dejar de tener tu serie favorita, esa a cuyo creador querrías besar. La cultura no se muere, y de hecho, nunca ha estado mejor. La solución no es repartir un canon entre “determinados” creadores, como si los demás no lo fuésemos, la solución no es poner peajes en las autopistas de la información para remunerar a unos pocos, como si todos usásemos tales autopistas únicamente para acceder a sus creaciones (¿y yo? ¿Nadie entra en la red para leer mi página? ¿Dónde está mi parte?) No, esos razonamientos son peligrosamente simplistas, no van a la realidad del problema, y son, simplemente, erróneos desde el punto de vista conceptual.
Cuando entendamos que no estamos peleando por el “todo gratix”, sino que el “todo gratix” es una característica del mercado; cuando os demos cuenta finalmente de que “it’s the economy, stupid”, las cosas nos irán mucho mejor, y el debate dejará de ser tan profunda, tan desesperantemente simplista. Que no, que no estás haciendo nada malo cuando te bajas algo de Internet. Destierra todo sentimiento de culpa. Pagarás cuando la propuesta de valor sea adecuada, no cuando te obliguen a ello con el decretazo o el canonazo de turno. Cada vez que te hablen de cambiar artificialmente la economía, de proteger modelos de negocio que no lo merecen, o de subvencionar a quienes supuestamente no pueden protegerse solos, descártalo, aunque venga del más querido de los columnistas que lees y al que incluso llegabas a atribuir una cierta inteligencia. Descártalo sin dudar. Pon en tu cabeza ese “it’s the economy, stupid”, y repítelo como si fuera un mantra oriental. Solo así evitaremos debates simplistas y posiciones falsamente moralistas. Recuérda: “it’s the economy, stupid”.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.