Mi columna de Expansión de esta semana se titula “Bajo vigilancia“, e intenta bucear en las razones por las que los gobiernos creen estar legitimados para violar sistemáticamente los derechos humanos, concretamente el derecho a la privacidad de las comunicaciones, por el hecho de que éstas se produzcan a través de Internet. Prácticas que resultarían completamente inaceptables aplicadas a otros medios de comunicación parecen verse misteriosamente legitimadas en la red, a menudo utilizando excusas para ello como la protección de la propiedad intelectual, la pornografía infantil, la lucha contra el fraude o la seguridad nacional.
Algo que decididamente tenemos que parar: la red empieza a tener capacidades que superan las imaginaciones más turbulentas del Gran Hermano de Orwell, desde la monitorización de nuestras relaciones sociales hasta la geolocalización, y pensar en una sociedad en la que los ciudadanos aceptan como razonable un nivel de vigilancia extremo por parte del Estado debería ser algo repugnante a los ojos de cualquier demócrata.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.