Cuenta The Guardian que los iraníes están boicoteando abiertamente a Nokia por haber colaborado con el régimen suministrando, en un consorcio con Siemens, tecnología de monitorización y vigilancia de redes. La noticia comenta cómo los teléfonos de la marca finlandesa se han convertido en un objeto con el que muchas personas no quieren ser vistos, que las ventas han caído y se han desplazado a otras marcas, y que muchas tiendas han llegado incluso a retirarlos de sus escaparates para no perder clientes, a pesar de ser una marca que cuenta con una fábrica dentro del país y que hasta el momento, como en muchos otros mercados, contaba con un claro liderazgo.
La sociedad iraní está claramente segmentada: las capas económicamente más favorecidas que apoyan la insurgencia del candidato Mousavi son moderadamente progresistas, hablan inglés, mantienen contacto con la abundante emigración iraní en otros países, y son tecnológicamente más avanzados que los estratos humildes, que hablan únicamente farsi y en los que predominan sentimientos religiosos fundamentalistas y un fuerte nacionalismo. Hay más de cincuenta y tres millones de suscriptores de telefonía móvil en el país, pero el consumo de smartphones y terminales de alta gama tiene lugar en usuarios del primer grupo, que son además quienes utilizan mayoritariamente las herramientas habituales de la web social - blogs, Facebook, Twitter, etc. - a través de las cuales se están difundiendo los llamamientos al boicot.
Un boicot que esta teniendo además otras expresiones: según algunas informaciones, algunas personas están retirando su dinero de los bancos estatales y pasándolo a entidades privadas, así como dejando de comprar los productos de las empresas que se anuncian en la televisión estatal, que ha visto descender en gran medida su volumen de anunciantes debido al miedo de éstos a ser incluidos en las listas que circulan por Facebook.
La tecnología provista por Nokia y Siemens, consistente en equipos de monitorización y en un sistema de filtrado de conexiones a Internet denominad Webwasher, ha sido suministrada a docenas de países, pero los iraníes reclaman que la empresa debería ser más cuidadosa a la hora de ofrecer tecnologías de ese tipo a regímenes totalitarios en los que su uso está claramente destinado al ejercicio de la represión. Una represión que, cada día más, se percibe en la vida normal de las personas: hay personas que han denunciado incluso haber sido acosadas por la policía en la frontera hasta el punto de buscarlos en Facebook y tomar nota de quienes son sus contactos en dicha red. En la sociedad de la información, tanto represión como activismo toman nuevas formas…
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.