Una entrada de hace unos días en Datacenter Knowledge recogida por BoingBoing acerca del nuevo centro de datos de Google en Saint-Ghislain, Bélgica nos permite ver de manera muy clara las ventajas de una arquitectura globalmente distribuida.
El mapa refleja la infraestructura de centros de datos de Google en el año 2008: un entramado complejo de unas treinta y seis localizaciones (en el año 2008) a la que se une otra red de localizaciones compartidas en régimen de alquiler que conforman una red completamente distribuida. Merced a la tecnología de virtualización empleada por la compañía, la carga de cualquiera de esas localizaciones puede ser desplazada de manera sencilla e inmediata a cualquier otra, dando lugar a una red prácticamente líquida.
¿Dónde está la verdadera ventaja? Dada la estructura de Google, la ventaja no tiene nada que ver con el ofrecer versiones locales, dado que éstas pueden, en un momento dado, estar corriendo sobre cualquier localización física. La ventaja clave se produce en términos de costes operativos: el último centro de datos inaugurado, el citado de Saint-Ghislain (Bélgica), es el primero que no trata de reducir el número de aparatos de aire acondicionado, sino que los elimina por completo. El gasto en aire acondicionado, como ya hemos comentado en otras ocasiones, supone habitualmente alrededor del 50% de la energía eléctrica suministrada a un datacenter, con el detalle adicional de que dicho gasto no redunda en una mayor capacidad de computación, y el clima de Saint-Ghislain (entre 18.8ºC y 21.6ºC) permite refrigerar mediante la simple circulación del aire exterior durante una media de trescientos cincuenta y ocho días al año, unido a un sistema de refrigeración por agua que utiliza, en lugar de agua de la traída municipal, la que circula por un canal industrial cercano que es purificada a la entrada del datacenter.
¿Dónde está por tanto el verdadero punto de un datacenter así? En lo que ocurre cuando el tiempo cambia, y llegamos a uno de esos pocos días de calor en Saint-Ghislain en los que sería preciso utilizar uno de los inexistentes aparatos de aire acondicionado para refrigerar el datacenter. ¿Qué se hace en esos días? Simplemente, se van apagando ordenadores hasta que el calor generado se reduce lo suficiente, ordenadores cuyas tareas son inmediatamente asumidas por máquinas en otra localización. Lógicamente, esto conlleva que las localizaciones más interesantes a futuro para la compañía son aquellas en las que el rango de temperaturas resulta más adecuado, y que el hecho de tener muchos datacenters distribuidos a lo largo de diversas franjas climáticas con diferente estacionalidad permite compensar estos balances. Pero no es éste el único tipo de balanceo que puede llevarse a cabo: existe también la posibilidad de desplazar carga hacia los datacenters que puedan aprovechar tarifas más bajas de electricidad, como por ejemplo durante horas nocturnas de bajo consumo, lo que originaría un trasvase constante de recursos de computación entre diferentes zonas horarias siguiendo una estrategia conocida como “follow the moon”.
Posibilidades como éstas indican que en un futuro, la mayor parte de los recursos de computación estarán desarrollados por proveedores globales de este tipo capaces de generar arquitecturas globales que aprovechen este tipo de estrategias. Tener un datacenter corporativo en una empresa normal supondrá un diferencial de coste absurdo, de muy difícil justificación racional. Una forma de entender la transición progresiva a la nube como una simple cuestión de costes, de última línea de la cuenta de resultados, que además en este caso se alinea con una mayor sostenibilidad.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.