03 septiembre 2009

El gran botón rojo que apaga Internet

boton de panicoSe está montando una buena a cuenta de un borrador de propuesta de ley S-773 de los senadores Olympia Snowe y Jay Rockefeller: un texto sobre ciberseguridad en el que se menciona que el Presidente tendrá la potestad de ordenar la limitación o el cierre del tráfico de Internet desde o hacia cualquier sistema de información o red considerado como infraestructura crítica de cualquier Gobierno Federal o del país en su conjunto.

La idea se asemeja al mítico “botón rojo” nuclear, un procedimiento según el cual el Presidente podría, en caso de emergencia, “cerrar Internet” con un movimiento de su dedo, y ha desencadenado una gran inquietud y discusión acerca de si es conveniente que un presidente tenga tal posibilidad y la independencia de la red como vehículo de libertades frente a la supervisión del poder político, o incluso sobre si sería conveniente que una infraestructura especialmente anticuada desde el punto de vista tecnológico como la gubernamental tomase la responsabilidad sobre las redes privadas en caso de emergencia.

La respuesta, me temo, es de lo menos espectacular: por lo que se comenta, la propuesta, ya convenientemente enmendada, se refiere únicamente al conjunto de procedimientos y acciones que están al alcance del Presidente en caso de emergencia derivada de un problema de ciberseguridad, y no incorporan nada que el Gobierno no pudiese de hecho hacer ya. En caso de emergencia nacional, existen varias autoridades gubernamentales que podrían tomar decisiones de cierre de determinados servicios privados, como la NSA (National Security Agency) o el DoD (Department of Defense), con políticas de transparencia sensiblemente inferiores a las adoptadas por el Departamento de Presidencia tras la elección de Barack Obama. La respuesta del Senado ha sido clara y concreta: “la ley Rockefeller-Snowe no pretende en ningún caso que el Gobierno pueda cerrar Internet o tomarlo bajo su control, y cualquier sugerencia en este sentido es falsa y malintencionada”. Por otro lado, imaginarse a un Obama que ha hecho hincapié en no querer espiar ningún tipo de red privada ni mucho menos controlarlas, convertido de repente en una especie de “ojo que todo lo ve” resulta cuando menos chocante.

Sin embargo, el ejercicio mental sigue siendo interesante: ¿podría “cerrarse Internet”? ¿Es posible crear algún tipo de “botón rojo” capaz de deshabilitar la funcionalidad de la red de redes? La respuesta tiene mucho que ver con la naturaleza de diseño descentralizado de la red: su control no se encuentra en un solo sitio, sino en muchos. Para impedir el acceso de los ciudadanos a la red o a alguna parte de su contenido, un gobierno tendría que intentar tomar bajo su control, como hacen algunos regímenes dictatoriales, la totalidad de los puntos de entrada y sus mecanismos de distribución a través de los ISP, compañías privadas que, aunque lógicamente sometidas al ordenamiento legislativo, tienen sus propios centros de decisión. ¿Podría, por tanto, en un país civilizado, existir un “gran botón rojo que apaga Internet”? Podría, llegado el caso, crearse un conjunto de procedimientos de notificación que permitiesen a una autoridad gubernamental mantener mecanismos de comunicación rápidos con los actores implicados – prestadores de servicios privados, nodos de acceso, puntos neutros, etc. – y que actuasen en un sentido determinado en caso de emergencia, lo que impediría en gran medida el acceso de los ciudadanos a la red. Tu ADSL, tu router inalámbrico y tu conexión por cable podrían dejar de funcionar a la vez, y encontrarte de repente con esa sensación de “¿y ahora qué?” que surge algunos días cuando hay fallos en la línea. Pero las condiciones para tomar una decisión de ese tipo a nivel gubernamental resultan muy difícilmente imaginables, y lo que decididamente no existe – salvo en los citados casos de países sin garantías democráticas – es un punto de control centralizado desde donde “apagar Internet”. Algo que la propuesta Rockefeller-Snowe, según parece, tampoco pretende crear. Ni falta que hace.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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