Venga, ¿jugamos un tres en raya? Basta con leer algún editorial incendiario, escuchar las declaraciones de algún lobbista de la Coalición o el discurso de determinados ministros, y tachar cada vez que uno de los términos de la cuadrícula es mencionado: el primero que consiga tres en raya, gana.
Dejemos las bromas aparte: la cosa es muy, muy seria. Que los lobbies de la propiedad intelectual juegan la batalla dialéctica desde hace mucho tiempo es evidente: pongas un informativo o escuches una conversación en un bar, las palabras “piratería”o “ilegal” surgen como setas, cuando no te encuentras con un presidente que dice que “hay que proteger la propiedad intelectual porque sino… (larga pausa)… nos quedaremos sin propiedad intelectual (tremendo razonamiento capaz de fundir el intelecto de cualquiera :-) o con todo un cantante de auténticos himnos de mi niñez (quién me iba a decir a mí…) afirmando patéticamente que “la música se acaba en cinco años”.
Los clichés, estereotipos o lugares comunes son la manera en que el cerebro humano se enfrenta de manera natural a la complejidad: cuando algo parece complicado, nuestro cerebro intenta simplificarlo, reducirlo, y eso genera que se agarre a este tipo de herramientas, que generan una sensación de alivio y que después cuesta abandonar. Manejar bien o saber evitar los clichés es fundamental en la comunicación. Y en ese tema nos estamos jugando mucho. Porque ahora, la estrategia que los que metieron la Disposición final en el Anteproyecto consiste en intentar frivolizar: pretenden que les compren el que la protesta surgida en la red y agrupada alrededor del “manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet” es, en realidad, la reclamación de un grupo de piratas que protestan porque no se van a poder bajar música ni películas, desprecian la cultura y la quieren gratis total. Alentados por una Coalición que afirma ser “de Creadores” como si fueran los únicos creadores que hay, y donde los que mandan son precisamente los que exprimen a esos creadores (coalición a la que está en proceso de negociación para unirse nada menos que la Asociación de Editores de Diarios Españoles), se dedican a lo que saben hacer: intoxicar, tergiversar e insistir en los mismos conceptos una y otra vez para que prendan a base de machacarlos.
Las descargas no tienen nada que ver con todo esto, y tenemos que hacer un importante esfuerzo por dejarlo claro. No estamos luchando por el P2P ni por el derecho a bajarnos nada. Ese derecho ya nos lo darán los jueces (como han hecho hasta ahora) la tecnología, o la pura lógica. Esto no tiene nada que ver. Nada.
Estamos montando todo este lío y el lío mucho más grande que va a venir por otra cosa muy diferente: por un atentado enorme contra las libertades fundamentales. Por un recorte que convierte las garantías más elementales en papel mojado, que relega a los jueces a un papel de supervisión posterior, que interpone un órgano censor que, tras una denuncia, puede cerrar páginas a mandobles. Y por otra cuestión: la depuración del responsable que permitió que la Disposición final relativa a la protección de la propiedad intelectual entrase en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de la mano de la Coalición de Creadores saltándose los conductos reglamentarios. Algo que es perfectamente investigable hasta llegar al nombre de la persona que decidió permitir que se favoreciesen los intereses de un lobby económico a costa de las libertades de todos los ciudadanos. Queremos ese nombre, queremos ese cargo encima de la mesa, queremos que se esclarezca lo que suena a todas luces a una palabra demasiado repetida en nuestro país: prevaricación.
Queremos que se vea que los delincuentes no somos nosotros ni lo hemos sido nunca: los delincuentes, los que prevarican, los que roban mediante instrumentos como el canon son ellos. No, no hay piratería, salvo en determinados mares lejanos. Nadie se opone a los modelos de pago ni propugna el gratis total, sino simplemente que no se favorezcan artificialmente modelos de negocio obsoletos. La música no se muere, sino que pasa por su mejor momento en muchos años, y será todavía mejor de aquí en cinco años. La propiedad intelectual la protege el mercado en cuanto los intermediarios del pasado permitan que se desarrollen modelos adicionales. No hay parásitos, ilegalidades ni peligros más que en la mente paranoica de determinados enfermos, y los que pueda haber, se protegen perfectamente con las leyes actualmente vigentes. Se pierden puestos de trabajo, sí, pero se reconvierten en otras industrias debido a un cambio del modelo productivo, como ha ocurrido siempre en la historia: un cambio de modelo productivo que esta ley hace mucho más difícil al introducir la incertidumbre jurídica en la ecuación.
Las cosas, por favor, en su sitio. Recrimina el mal uso del lenguaje, aclara falacias, enseña al que no sabe. Y mantén el activismo encendido y vivo en la red: es la única defensa frente a la pérdida de la libertad.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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