Artículo largo para leer con tiempo disponible, pero deliciosamente histórico y documentado: “Newspapers and technology: network effects“, en The Economist, acerca del impacto que tuvo la aparición y desarrollo del telégrafo sobre la prensa escrita.
El artículo describe la llegada del telégrafo en 1844 y los temores iniciales de una industria que, en aquel momento, era de todo menos óptima: informaba tarde y mal, publicaba noticias con semanas de retraso, y no verificaba nada que estuviese más allá de su alcance habitual. Cómo desde el primer momento se escucharon rumores que hablaban de la desaparición de los periódicos a manos del nuevo invento, de cómo serían incapaces de adaptarse a un nuevo mundo en el que las noticias circulaban a la velocidad de la electricidad, cómo cambiaba el escenario cuando de repente, un discurso de un presidente podía llegar a todo un país ¡¡en tan solo cuestión de horas!! ¡Iba todo tan rápido, que no daba tiempo ni a manipularlo!
Interesante, sobre todo, para quienes especulan ahora sobre el impacto de otra nueva tecnología, la red, sobre muchos otros negocios: cómo los negocios aprenden a funcionar en un nuevo escenario, a adaptarse a sus nuevas características, a experimentar nuevos modelos… cómo desaparecen aquellos incapaces de adaptarse, cómo surgen ganadores y aparecen perdedores, y cómo la función principal servida por los actores de entonces persiste a pesar de la posible desaparición de algunos de éstos:
Internet may kill newspapers, but it is not clear if that matters. The news business will survive.”
Una de esas veces en las que la historia nos llega como un soplo de aire fresco en medio de tanta histeria y estupidez reinante…
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.