Mi columna de Expansión de esta semana se titula “La sostenibilidad del sinvergüenza“, e intenta recoger muchos de los argumentos que a lo largo de la semana he ido utilizando en las apariciones en diversos medios, con el hilo conductor de una de las cuestiones más graves que hemos visto pasar en este asunto: que una entidad que defiende los intereses de las discográficas y otras empresas intermediarias de la propiedad intelectual haya tenido la posibilidad de tomar un anteproyecto de ley de un tema completamente ajeno, y lo haya convertido en su “caballo de Troya” para meter en él nada menos que una disposición final completamente favorable a sus intereses económicos, y que además representa una fortísima amenaza a los derechos fundamentales. Y que tras haber hecho algo así, vayan por ahí jactándose públicamente sin el menor empacho por “haber metido un gol”…
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.