Que sí, que está muy bien. Que Internet ha crecido en tamaño y en capacidad de influencia. Que en setenta y dos horas, una ministra de cultura, una vicepresidenta, un ministro de justicia y un presidente se habían visto forzados a reaccionar debido a la presión ciudadana expresada en la red. Que sí. Lo que queráis. Pero estamos a martes, es festivo, mañana nos vamos todos a trabajar – los que tengamos la suerte de tener un trabajo -, y las cosas siguen EXACTAMENTE IGUAL: la ley sigue donde estaba, su ominosa disposición final introducida de tapadillo por la Coalición de Creadores saltándose toda legitimidad democrática sigue estando en el Anteproyecto, lo de depurar responsabilidades para saber cómo y a través de quién sigue ahí sigue siendo tan improbable como la existencia del unicornio, y el plazo que este gobierno se puso para tenerlo todo “atado y bien atado”, el 31 de diciembre, sigue estando al alcance de su mano.
Poco tenemos por el momento para vanagloriarnos. No hemos hecho nada aún. Hemos circulado nuestro manifiesto escrito a toda prisa hasta la saciedad, hemos conseguido reunirnos con una ministra (aquellos que ella tuvo a bien llamar), hemos protagonizado telediarios, entrevistas y portadas de prensa… ¿y qué?
¿De verdad pensáis que hemos conseguido algo? A mí, quedar recogido en un episodio de rebeldía de salón – o de ratón – ante un gobierno, en una página del activismo ciudadano que se cite en el futuro me trae al maldito fresco. Yo no vine aquí para eso. Yo interrumpí mi trabajo y mis responsabilidades para evitar un abuso, para que no se consumase un recorte de libertades tan nauseabundo como interesado, pero que sigue teniendo fecha puesta, y posibilidades de consumarse a día de hoy.Para el gobierno, ayudado por el calendario, resulta facilísimo considerar que “la cosa ya pasó” y seguir su camino exactamente igual que antes del pasado martes. Termina el puente, cada uno a su trabajo, y el gobierno a intentar pasar página, a no mencionar el tema, y a seguir trabajando en la sombra con sus queridos amiguitos de la Coalición.
No, así no vamos a ningún sitio ni nos van a tomar en serio: somos efervescentes, somos expertos en alborotar a golpe de ratón, en hacer crecer grupos de Facebook y en que la cosa se quede ahí. Somos como la cocacola light: echa unos Mentos, y se lía la mundial… pero solo dura un breve instante (y encima, los Mentos los pone el otro). Dentro de unos meses, cuando miremos ese grupo de Facebook con… ¿qué? ¿Doscientas mil personas? ¿Qué veremos? ¿Un grupo de gente que intentó oponerse a algo sin éxito alguno y que permanece ahí, para vergüenza de tantos intentos fallidos?
Creo firmemente en el poder de la red, en la capacidad de autoorganizarse y de reaccionar a modo de gran cerebro colectivo, pero de la misma manera, odio la autocomplacencia, y más cuando aún no tenemos absolutamente nada con lo que autocomplacernos. Los internautas seguimos siendo gente que prefiere permanecer cómodamente acurrucada al calor de la pantalla, gatos gordos que no son nada sin un ratón cerca. El gobierno, pasado un instante de descontrol, sigue haciendo con nosotros lo que quiere. Si esto sigue así, los mismos ejecutivos de la Coalición que el otro día celebraban haber “colado un gol” volverán a celebrarlo el día 31 de este mes, y de nuevo con abundancia de bebidas espumosas.
¿Qué tenemos que hacer? Ponernos las pilas. Seguir escribiendo sobre el tema, seguir enviando mensajes al gobierno, seguir protestando… sí. Pero también alfabetizar, todo lo que podamos: explicar a los ciudadanos, a esos que ven la red de lejos, que esto no es una protesta por seguir descargándonos música, sino una lucha muy importante en favor de los derechos fundamentales. Seguir insistiendo en que este país no puede volver a vivir bajo la censura, no puede aceptar la aparición de comités políticos, no tolera que se inventen legislaciones para regular una Internet que no resulta del agrado de quienes están en el poder. Internet no es un lugar sin ley, Internet es como la calle: se regula perfectamente bien con las leyes que ya existen para ella y con jueces con sentido común que saben interpretarlas. No es necesaria una inflación legislativa, y menos si se ve desde lejos que lo que pretende es proteger a unos cuántos sinvergüenzas.
Si hay que salir a la calle, se sale. Si estás enfermo, te tomas aspirinas. Si estás de viaje, lo interrumpes. Si estás muy cómodo en casa, te fastidias y pasas frío un rato. No valen disculpas: o estás, o no estás. Si hay que reunirse con el PP, con IU, con CiU, con el PNV, con UPyD, con ERC, con el BNG, con Coalición Canaria o con Na-Bai, nos reunimos: es fundamental que entiendan a qué estamos y qué pedimos. Si hay que inundar con correos de protesta, se inunda. No hagáis caso a los que dicen que somos cansinos, o a los que lo rechazan todo pero no hacen nada. Esto es ENORMEMENTE IMPORTANTE, es de esas cosas que definen el tipo de país en el que quieres vivir.
No aflojéis la tensión. Aún no hemos conseguido nada. No seamos como la gaseosa.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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