12 diciembre 2009

El extraño caso de Friendster: vendido por cien millones

friendster-abramsJonathan Abrams fundó Friendster en el año 2002 en Mountain View, California, con la idea de proporcionar un sitio donde las personas pudiesen reproducir sus relaciones sociales, iniciar relaciones nuevas, intercambiar mensajes y fotografías, y complementar en la red una parte importante de su vida social. El desarrollo de Abrams es considerado por muchos el nacimiento de uno de los fenómenos más importantes del siglo actual: las redes sociales.

En marzo de 2003, Friendster inició sus actividades, y generó una gran atención. Más de tres millones de usuarios en los primeros meses de actividad, artículos y portadas en las revistas más importantes, reportajes y entrevistas de televisión… A finales de ese mismo año, la empresa recibió una oferta de adquisición de Google: treinta millones de dólares en acciones, que fue declinada. Esa oferta, considerando la evolución del precio de las acciones de Google, representaría hoy más de mil millones de dólares.

El número de usuarios de Friendster fue creciendo rápidamente. Sin embargo, ocurrió algo que no estaba previsto: su uso empezó a crecer de manera cada vez más pujante entre adolescentes asiáticos en países como Filipinas, Indonesia, Malasia o Singapur, sometido a dinámicas virales completamente incontrolables. La globalidad de la web hizo que los patrones de uso de Friendster fuesen centrándose cada vez más en esa región, mientras en el mercado estadounidense y global iba perdiendo empuje a manos de nuevos entrantes como MySpace y Facebook. El fenómeno se ha repetido en otras ocasiones, como en el caso de Orkut con Brasil e India. Tras unos pocos años, la excepción que parecía coyuntural había tomado completamente carta de naturaleza: en la actualidad, Friendster tenía unos ciento quince millones de usuarios registrados, sesenta y un millones de usuarios únicos al mes, y más de diecinueve mil millones de páginas vistas. De ese tráfico, aproximadamente un 90% provenía del sudeste asiático. Los jóvenes asiáticos consideran Friendster su principal forma de contacto con sus amigos, para su expresión personal, compartir noticias y fotografías, música, juegos, etc. tanto en sus ordenadores como, de una manera especialmente activa, en sus teléfonos móviles. En Agosto de 2008, tras comprobar la imposibilidad de llevar la contraria a las dinámicas sociales, Friendster nombró CEO a Richard Kimber, un ex-Googler, y trasladó sus oficinas centrales a Sydney, Australia.

Finalmente, ayer se anunció la venta del 100% de Friendster a la empresa malaya MOL Global por un total de cien millones de dólares. La cantidad supone una valoración por usuario muy inferior a los $24 de MySpace pagados por News Corp. o los $22 de Bebo desembolsados por AOL, y por supuesto muy inferior a los más de $240 que Microsoft supuestamente pagó por usuario de Facebook (digo supuestamente porque esa transacción, obviamente, no buscaba el control de la compañía ni tiene sentido extraer una valoración por usuario, sino que respondía a otras razones), y ha sido interpretada por la mayoría de analistas como el fruto de no haber vendido en el momento en que debió hacerlo. A día de hoy, Friendster ya no es una empresa norteamericana ni con ambición global: es una empresa de Malasia con proyección en otros países del sudeste asiático, poniendo fin a uno de esos casos que cuento habitualmente en clase para demostrar que las dinámicas sociales son completamente imparables, y que es una tontería intentar llevar la contraria a tu base de usuarios.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

0 comentarios:

Publicar un comentario

ATENCIÓN: Google ha metido en Blogger un sistema antispam automático que clasifica como spam casi lo que le da la gana y que no se puede desactivar.

Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.