07 diciembre 2009

Políticos al borde de un ataque de nervios: el movimiento descentralizado

hierbaEstos últimos días, desde el inicio del incendio en la red a la publicación del manifiesto, pasando por la reunión en el ministerio de cultura, los encuentros en la calle y toda la secuencia posterior de acontecimientos, han tenido un denominador común: la presencia de políticos al borde del ataque de nervios.

¿Qué es lo que pone a los políticos tan nerviosos de estas movilizaciones? Sencillamente, el ser completamente incapaces de entenderlas. En la mente de un político, el universo se reduce a esquemas y teorías de una enorme sencillez: la primera es que todo movimiento tiene a alguien detrás, una organización, un líder. Y la segunda, que esa organización o líder tiene un objetivo claro consistente en atacar al adversario, y que proviene siempre de la otra orilla del espectro político. Para un político, todo movimiento se explica con esas dos sencillas reglas.

Cuando comienza el movimiento alrededor del manifiesto y los políticos se levantan y lo ven colgado en unas cuantas webs y medios de referencia, y con adhesiones subiendo a toda velocidad en miles de páginas de todo el país, ¿qué piensan de manera automática? Primero, que eso no es “normal”. Automáticamente, asignan en sus mentes una responsabilidad a alguna asociación, a algún líder, y se ponen a buscarlo. Y como en Pedro Navaja: “mira p’a un lado, mira p’al otro… y no ve a nadie”… ¿qué hacer en un caso así? Esta claro: busquemos quién está detrás de todo ésto. De hecho, la patética conspiranoia de algunos llega hasta el punto de afirmar que “eso del manifiesto ya lo tenían preparado” (¿cuántos miembros de esa Coalición hacen falta para cambiar una bombilla? :-) ¿Escrito por unas cuarenta personas colaborativamente en un Wave? Imposible.

En esta tesitura, se organiza la reunión. El objetivo, por parte de los políticos, era muy sencillo: localizar a quienes azuzaban la protesta, y desactivarlos. Explicarles lo que no habían entendido, hacerse la foto con ellos, y anunciar que el problema estaba en vías de solución. Esa fue la propuesta: “no os preocupéis, a partir de enero os llamamos, y ya participáis en el desarrollo del reglamento de la ley”… Y de paso, identificar quién es quién y qué peligro tenía. Para un político, todo tiene un color. En breve plazo, algunos de los participantes, según quién escribiese la noticia, pasaron de filosocialistas a peperos convencidos, y eso porque el arco de opciones en nuestro país da poco más de sí. La simplificación obliga a adscribirlo todo a su esquema: si éste está más agresivo, es porque está jugando para el enemigo. A mí, concretamente, el recurso fácil es adscribirme a un partido al que jamás he pertenecido, con el que en muchas ocasiones no he estado de acuerdo, y al que en otras he criticado de manera abierta… pero es igual: una vez requirieron sus servicios, así que directamente lo pintamos de ese color. Para mí, que repito, no soy ni he sido nunca de ese partido, la situación es completamente absurda, pero la verdad, no me voy a molestar en convencer a aquel que no desea y se niega ser convencido. Seguramente sea imposible.

La situación siguió rizando el rizo en el encuentro en la Plaza del Rey: un montón de periodistas afanosamente “buscando un líder”, preguntando, y corriendo hacia cualquiera al que veían que rodeaba mucha gente o se acercaba un micrófono. ¡No puede ser que no haya líder visible! ¡En algún lado tiene que estar! Mientras tanto, la cosa llega a lo grotesco cuando algún “avezado” analista empieza a hablar ya “del poderoso lobby de Internet”, una frase que se ha convertido en parte del anecdotario de estos días…

En pleno ataque de nervios, algunos ya pierden hasta los papeles: un senador, Felix Lavilla, va y se pregunta que dónde estaba yo en el año 2002, como si yo tuviese que necesariamente estar en algún sitio o dar explicaciones sobre ello. A sus ojos, soy un político del PP, y debo ser atacado con la misma virulencia que utiliza habitualmente en el hemiciclo: no existe otra posibilidad, es imposible que esté actuando como actúa sin estar a sueldo del partido. Su empecinamiento y su caza de brujas llegan a ser tan enfermizos, que cuando le contesto con un artículo de la temática y fecha que me indica publicado en El País y referenciado en su portada, todavía tiene el atrevimiento de contestar que “no había sido suficiente”, y repetirse a sí mismo hasta convencerse “que había ganado el argumento”, aunque yo, obviamente alucinando pepinillos, me hubiese retirado de la discusión para ver el fútbol del sábado y él estuviese peleándose sólo con media red y gritando eso de “¡¡esta autopista está llena de locos que van en dirección contraria!!!” En su cabecita, yo era otro político profesional como él, alguien que tenía el deber de explicar en dónde y a qué hora había estado en cada momento, y que buscaba deslegitimar a toda costa. La verdad, el espectáculo de este pobre hombre y sus patéticos fantasmas me resultó un espectáculo bastante desagradable, y quiero agradecer a todos los muchos apoyos recibidos, tanto en público como en privado.

Ante los ojos de los políticos, la idea de que los que escribieron el manifiesto no tengan nada que ver con los que organizaron los encuentros en la calle o con los que crearon ese grupo en Facebook que llega ya casi a los 150.000 miembros es algo “no puede ser y además es imposible”. El estar viendo la articulación de esas “raíces de hierba” que las nuevas herramientas tecnológicas posibilitan es algo que les supera, que les impide ver la realidad aunque la tengan delante de la nariz. De los famosos grassroots de Obama se quedaron con la copla de que había que hacer publicidad de otra manera, pero no llegaron a entender la verdadera esencia de la historia. La idea de que cuando hay mucha nieve en la ladera, cualquier bolita que tires desde arriba se convierte en un alud. Un alud que no van a poder parar, porque responde a ese mismo esquema: muchas iniciativas creadas por muy diferentes actores, no todas necesariamente exitosas, no todas necesariamente juiciosas o buenas, pero todas con un objetivo común.

No les queda nada…

(Enlace a la entrada original - Licencia)

2 comentarios:

  1. Este se ha emocionado de lo lindo con el tema... en fin, q se tome una tila q ya le vale.

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  2. Me hace mucha gracia lo del lobby. Cuando los demás presionan al Gobierno son ajquerosos lobbies, pero cuando presiona el grupo de uno entonces es defensa de los derechos fundamentales y nosequé más.

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.