(Precaución, entrada densa de domingo)
¿Qué somos para algunos políticos? Resulta curioso, pero sobre todo triste, ver la percepción que revelan tener de los ciudadanos: para algunos políticos, resulta impensable que un grupo numeroso de ciudadanos se exprese libremente, de manera no coaccionada ni manipulada, acerca de un tema que les preocupa.
En su retorcida mentalidad, algo así es imposible. Es la mentalidad de quien “es” de un partido político, dando a ese “ser” una evidente connotación de pertenencia, de entrega total a un ideario, de abandono total de la capacidad de pensar por uno mismo. Quien lleva años cobrando de un partido determinado, quien ha hecho del partido su vida, quien maneja militantes y ciberpepiños como quien sitúa a sus tropas ante una batalla, es completamente incapaz de entender que movimientos espontáneos aparentemente similares se puedan dar de otra manera. En realidad, es un insulto tan grande a la inteligencia de quienes se movilizan, asumir que carecen de criterio y que solo lo hacen espoleados, “hechizados” por el “hechicero” de turno, que merecerían su desprecio más total.
En su mente habitan fantasmas de todo tipo: si alguien alerta de un tema y pone en marcha el movimiento, tiene forzosamente que estar a sueldo del enemigo. Es imposible que sea un simple ciudadano preocupado. Ven “hechiceros”, y piensan que esos “hechiceros” están “en posesión del anillo único”, que les permite mover a esas masas ignorantes a su antojo. No pueden entender de dónde viene ese “poder” que atribuyen a ese supuesto hechicero, y asumen que tiene que ver con la magia negra, que alguien lo ha puesto ahí. Y por supuesto, que es como ellos: un político con ambición política, con interés por cobrar del partido, del Estado, por encaramarse al poder y obtener prebendas. Ni soy “hechicero” ni lo seré nunca. No tengo “poder”. Mañana dejo de escribir, y simplemente desaparezco. Nadie me apoya incondicionalmente, solo apoyan determinadas posturas, y no necesariamente todas ellas. Si pido a alguien que me siga para hacer alguna estupidez, me mandarán – con toda la razón – a la mierda. Y así considero que debe ser, no hay más. Ni menos.
El problema de la democracia son las ideologías. Sinceramente, y esto es una simple exposición personal, he dejado de creer en ellas. Juegan para mí el mismo papel que jugaron en su momento las religiones – soy un ateo ya no convencido, sino casi militante: el de competir por el apoyo, el de evitar o directamente perseguir al oponente, el de impedir todo cuestionamiento. Las ideologías en los partidos de hoy son una forma de sostener un supuesto ideario, algo que dé soporte a una pertenencia que esclaviza a los militantes: el militante, el que “es” de un partido como quien profesa una religión, es incapaz de todo punto de cuestionarse una decisión determinada de su partido, de su líder, y llega a alambicar de modos completamente risibles sus “razonamientos” para evitarlo. Pensar que alguien pueda, efectivamente, vivir al margen de ese sistema es algo imposible: si se opone a mí, si cuestiona mis planteamientos, es que “es del otro partido”.
El problema de la política española son los ciudadanos que “son” de un partido determinado. Yo jamás he “sido” de ningún partido. Ser, lo que se dice ser, soy mío, de mi mujer, de mi hija, de mis padres y de algunos amigos, de esas personas que me podrían pedir cualquier cosa, una lista muy, muy corta. ¿”Ser” de un partido? No me hagas reír. No creo en ellos. Apoyo en cada momento a aquel que creo que me resulta interesante para llegar a los fines que creo positivos. Habría apoyado a cualquier – y digo claramente “cualquier” – partido que me solicitase ayuda para analizar la redacción de una moción que defendiese la neutralidad de la red, porque simplemente creo en ella y creo que es completamente necesaria. Eso no quiere decir, en modo alguno, que yo “sea” de ese partido, porque jamás, bajo ningún concepto, me verás integrando una lista. No creo en las listas, menos aún si son cerradas, ni en los partidos que lleven por delante algo, llamado ideologia, que no sea la simple transparencia, honestidad y capacidad de gestión.
El voto no se entrega, no se promete, no cabe ahí la lealtad. Es perfectamente coherente apoyar a un partido hoy y criticarlo mañana, no pasa nada, nadie te va a excomulgar. El otro día, alguien en Menéame decía, como comentario a una entrada mía, que yo no era coherente porque a veces criticaba al Partido Popular y a veces lo apoyaba. Impresionante documento: para esa persona, lo “natural”, lo “coherente” es lo contrario, es decir, apoyar lo que diga el partido “sea lo que sea”. Pero ese, precisamente ese, es el pensamiento del político medio, el que “es” de un partido, el que no puede, so pena de perder su escaño o su sueldo, cuestionarse nada, votar sin disciplina, ver más allá.
Se apoya puntualmente a quien te convence, a quien crees que lo hará bien por su capacidad, no por su supuesta “ideología”. Si a día de hoy viviese en Cataluña, votaría seguramente al Partit Pirata: una opción pragmática que promete actuar en un tema que verdaderamente me preocupa como persona que pasa una parte importante de su vida en la red, y que me parece que será muy bueno que tenga representación parlamentaria. ¿Quiere decir esto que “soy” de ese partido? ¿Garantiza eso que votaré a ese partido para siempre? ¿O que me gustaría ir en su lista? En modo alguno. ¿Que lo apoye? No, digo simplemente lo que haría yo si fuera internauta y catalán. Y os aseguro que eso no lo podría decir si “fuese” de otro partido, porque me echarían de él automáticamente.
Para el político medio, la nueva sociedad es tan incomprensible, que necesitan buscar asideros morales para criticarla. Funcionan en otra base, como quien compara algo binario con algo en base 10, y se pierden en el cambio de base. Saben que algo no funciona, pero tiran para adelante con su “razonamiento”, porque son incapaces de verlo de otra manera. Estoy convencido de que las cosas serán mucho mejores cuando nadie “sea” de un partido político. Yo, al menos, no lo seré nunca.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
Un inventazo el vuestro de copiar por sistema todas las entradas de Dans argumentando que no és una persona que respete la libertad de expresión. A mi no me cae mal ni bien la verdad, no lo conozco y poca cosa he leido de él. No entiendo tanto odio por una persona que no es nadie, un ser como cualquiera que escibe, se equivoca, lee los comentarios y si le parecen ofensivos esta en su derecho en borrarlos. Podeis atacar a muchos blogs que ni permiten comentarios o a muchas páginas institucionales, oficiales y de partidos políticos.
ResponderEliminarVeo en el blog de Dans 80 comentarios y en el vuestro ninguno, en muchas de las entradas pasará lo mismo. Eso puede indicar que nadie sigue a la copia de Dan, que pocos se ven agraviados por su gestión censora o que sus opiniones, gusten o no, tienen poder de atracción y que con respeto todos nos entrendemos.
Veo que contais los dias que lleva este sujeto equivocándose, para cada error un contador de dias... lo podríais hacer con políticos de todo índole, y buscar entre sus blogs, y recoger todas estas cosas para hacer un bog decente que no atque a una persona, solo sirva para ejercer la libertad de expresón y la reflexión histórica.
Personalmente esta entrada me gusta y Dan me empieza a caer bien, pero nadie tendrá mi respeto incondicionalmente, y mi opinión seguirá guiandose por mi propio instinto y criterio.
Un saludo respetuoso.
Hola Anónimo, no sé si has leído el "Sobre este blog" que está en la parte de abajo de la columna de la derecha. Ahí explico los motivos de la creación de este blog.
ResponderEliminarSobre la diferencia de popularidad entre el original y la copia... me da completamente igual. Hago lo que creo que tengo que hacer, y si no tiene éxito pues nada, qué le vamos a hacer. También Sálvame, de Tele5, tiene infinitamente más popularidad que cualquier programa cultural de La 2, y eso no significa en absoluto que Sálvame tenga mucha calidad ni que La 2 no sea una buena idea.
Por supuesto que hay muchos otros sitios criticables, lo que pasa es que el tiempo es finito y con esto tengo de sobra. Si todo el mundo que desea hacer crítica tuviera que hacerla sólo a quien se lo merece más, quien se lo merece un poco menos nunca sería criticado. Hay que repartirse un poco!
Nadie está atacando a Dans, todo lo que lees ahí son críticas a lo que dice, no a su persona. Y son críticas objetivas y a su vez criticables, si crees que alguna es injusta por supuesto tienes toda la libertad del mundo de discutirla aquí con nosotros.
En fin, gracias por dejar el comentario y oye, si a ti te gusta Dans y/o te cae bien, pues nada, fantástico, pero por favor siempre y cuando sea con ese criterio tuyo, y no por simple seguidismo, que es otra de las cosas que me parecen bastante criticables del blog de Dans.