Usar el teléfono para comunicarse mediante mensajes de texto o mensajería instantánea se ha convertido ya en la principal fuente de distracción en clase: nada que no sepa cualquiera que tenga un hijo en edad escolar con el que se comunique de manera fluida, pero que llama la atención ver en los medios. Las clases se han llenado de chavales que, con impresionante habilidad, teclean sin mirar o con miradas rápidas con el terminal debajo de la mesa, del mismo modo en que antes se pasaban notitas de papel.
Con la llegada de los smartphones, particularmente con aquellos dotados de teclado físico, la costumbre se ha generalizado: más fáciles de manejar de manera discreta, más eficientes a la hora de introducir un texto rápidamente, y con la ventaja de no tener que utilizar el SMS (con diferencia la manera más cara de enviar bits de un terminal a otro), la costumbre se ha generalizado todavía más. Hay grupos en Facebook con más de cuarenta mil miembros, listas de consejos, y toda una cultura desarrollada en torno a la posibilidad de mantener una especie de backchannel constante en funcionamiento, que en ocasiones llega hasta el punto de funcionar durante los exámenes: el móvil como chuleta o como forma de pasarse las preguntas.
Y la cosa no se queda en el colegio… en escuelas de negocios, donde los alumnos tienen la libertad de acudir con su portátil o dispositivo a clase, aún hay profesores que pretenden demandar a sus alumnos que cierren los portátiles para que les presten atención durante la discusión de un caso… ¿pero no son adultos?
¿Sorprendente? En absoluto. ¿Soluciones? ¿Prohibir el uso del móvil en horas de clase? ¿Cachear a los niños a la entrada del colegio para evitar que lleven el móvil consigo? No, claramente, la cosa no va por ahí. Seguramente sea mucho más útil pensar en el cambio de metodologías o en el desarrollo de métodos que eviten un aburrimiento supino durante las clases: separar a los jóvenes de su móvil es algo que no suena demasiado bien. Reformar unas metodologías que llevan demasiados años anquilosadas en torno a métodos unidireccionales y memorísticos parece tener bastante más sentido.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.