Las declaraciones de Ignasi Guardans tras su cese como Director del Instituto de Cinematografía nos han llamado la atención a algunos por las evidencias de algo que no era más que un secreto a voces: la clarísima y patente situación de fraude y corrupción en la que se ha instalado el cine español con la total y absoluta complacencia del Gobierno, particularmente desde que se permitió a la industria aupar al Ministerio a alguien del sector. A alguien que, en palabras de Guardans, ”pertenece, procede y volverá” a la industria del cine y “cuyo teléfono móvil solo tiene la gente del cine”.
La por muchos llamada “Ministra de EGEDA” llegó a su cargo con la clarísima misión de incrementar significativamente las ayudas al cine, misión que, en plena época de crisis y de recortes presupuestarios, llevó a cabo de manera inmediata. Las evidentes incompatibilidades de una persona que ha recibido en su vida profesional más de diez millones de euros en subvenciones públicas y que posee múltiples lazos familiares con personas de esa industria a la que volverá una vez finalice su gestión no han servido en absoluto para poner coto a sus actuaciones. La Ministra se sabe completamente respaldada: puede hacer lo que quiera. Las ayudas se reparten con criterios completamente arbitrarios, hasta el punto de que el último informe sobre ayudas públicas de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) se dice textualmente que
El Ministerio de Cultura otorga diversas ayudas para fomentar la producción cinematográfica. En la normativa reguladora de estas ayudas se detectó la existencia de algunos criterios de valoración que eran susceptibles de afectar negativamente a la competencia existente en el sector al favorecer injustificadamente a determinados operadores.”
Más claro, agua. Pero en la práctica, parece que el Gobierno se dispone a hacer a la Comisión Nacional de la Competencia el mismo caso que cuando afirmó en otro informe que las sociedades de gestión de derechos de autor operaban en régimen de monopolio y eso era nocivo de cara a la libre competencia: suerte tendrá el Director de la Comisión si no vuelven a proponer su reprobación aquellos que, evidentemente, tienen mucha mas llegada directa al Gobierno que él, esos que aparentemente están por encima de la ley. El propio Guardans lo dice claramente, en lo que constituye toda una abierta declaración con respecto al clima moral de la política española:
Ha habido fraude en las subvenciones al cine, pero como ha habido fraude en las subvenciones agrícolas o en cualquier otro sector.”
Y nos quedamos tan anchos. El cine español, a día de hoy, es una industria completamente enfocada a la consecución de subvenciones, unas subvenciones en cuya concesión, además, existen abundantes evidencias de fraude y falta de transparencia. No lo digo yo, lo dice el propio ex-director del Instituto de Cinematografía. Hay productoras que funcionan exclusivamente en base a las subvenciones: inflan descaradamente los costes de producción, y compran la taquilla de una o varias salas de exhibición para alcanzar así artificialmente el límite de entradas a partir del cual reciben una subvención adicional. La práctica está tan arraigada, que el cine español muestra en su comportamiento en taquilla unos patrones completamente distintos a los de el resto de las películas: si la evolución habitual siempre es una primera semana de estreno con una recaudación marcadamente más elevada que va cayendo progresivamente a medida que la película pasa tiempo en cartel, en el caso de las películas españolas podemos ver un patrón de tipo “sonrisa hierática” en donde la recaudación “se eleva misteriosamente” tiempo después del estreno, cuando llega el momento de contabilizar para reclamar la correspondiente subvención. Con el dinero que te dieron para financiar unos infladísimos costes de producción, pagas la taquilla para simular una recaudación y acceder al resto de las subvenciones. Subvenciones que, no lo olvidemos, se pagan con el dinero de todos.
El resultado es el que es: donde supuestamente se quiere primar una producción de calidad y de éxito, se prima la sopa boba, el tener el móvil de la Ministra, las malas prácticas y el fraude. Independencia de las preferencias del público y de la taquilla, una industria completamente subvencionada y un dinero de todos que se reparten entre unos pocos amiguetes y familiares de la industria. Como dice el propio Guardans,
Buena parte de los productores no se han preocupado de su público, porque su dinero no venía de la taquilla. Eso que se llama eufemísticamente el sector debe asumir el mundo en el que está”
Todo ello, con el perfecto conocimiento de quien puso a esa Ministra ahí y desoyó las quejas con respecto a su evidente incompatibilidad con el cargo, que le permitió transformar un supuesto Ministerio de Cultura en un “Ministerio de Industria Cultural”, en un “Ministerio de la Propaganda” destinado a repartir dinero entre sus amigos. Lo hemos hecho genial: hemos puesto a una guionista a escribir el guión de una película de mafiosos. Corrupción y fraude se han convertido en términos asociados de manera permanentemente al cine español. Ahora, en cuanto voten y aprueben la Ley Sinde con la complicidad de otros grupos políticos, los corruptos tendrán además sus propios tribunales y su propia justicia.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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