Mi entrada del pasado 29 de octubre sobre “El SEO y sus miserias” levantó una interesante cantidad de comentarios y consultas por diversos canales sobre este tipo de prácticas, desde las meramente curiosas hasta las directamente inconfesables (no, no voy a montar un Wikileaks del SEO… al menos todavía :-)
En la entrada no pretendía bajo ningún concepto descalificar de manera generalizada a los profesionales que se dedican al SEO: de hecho, marcaba claramente la diferencia en una industria en la que, como en todas, hay buenos y malos profesionales, buenas y malas prácticas, personas que tienen ética y deontología profesional y personas que no la tienen . Pero centrémonos en una de las preguntas más repetidas en relación al tema: la de “vale, pero… ¿y si todos en mi industria lo hacen?” ¿Y si el fraude es generalizado? ¿Funciona el “todos lo hacen” como una disculpa?
La idea de una industria en la que las malas prácticas, la venta de enlaces, el recurso a link farms, etc. se convierte en moneda común de cambio no es para nada una ficción. En algunas industrias, como el turismo y determinados tipos de comercio electrónico, llevamos desgraciadamente ahí bastante tiempo, y es previsible que esa dinámica ocurra en otras. Obviamente, ante ese panorama, aquellos que genuinamente quieren construir una presencia en buscadores se encuentran ante un dilema moral: si no recurro a las mismas armas que el resto, incurro en una penalización de facto, soy menos visible y, por tanto, mi negocio se resiente. Ante una Google que parece pecar de cierta falta de eficiencia en el control de este tipo de prácticas, ¿cómo debemos obrar?
Apliquemos el sentido común: ¿debemos recurrir a las mismas técnicas que nuestros competidores e iniciar una carrera armamentística en la que se usan “armas sucias”? La respuesta es claramente no. Fundamentalmente, porque eso hace el caldo gordo a quien vende esas malas prácticas, y en segundo lugar, porque simplemente no es sostenible. Pero además de no recurrir a esas prácticas, debemos dar un paso más: si intuimos que estas prácticas existen, lo razonable es pasar a la ofensiva: capturar evidencias, y denunciarlo ante “la autoridad”. No la policía, no hay ninguna ley como tal que prohiba estas prácticas, pero sí ante el encargado que debería, por su bien, actuar con prontitud ante el uso de este tipo de técnicas: la propia Google. Un formulario simple en el que hay que indicar quién compra enlaces y quién los vende, añadiendo los detalles adicionales precisos. ¿Nos convertimos en el niño repelente que se levanta en clase y denuncia al que está copiando? Perdón… aquí no nos dedicamos a juzgar el buen o mal compañerismo. Aquí se trata de competir en condiciones de igualdad, con reglas claras y eficientes para todos. O acabaremos todos recurriendo a las mismas estupideces, y ya de paso, llegando al más patente absurdo.
¿Evidencias? Pueden conseguirse. Saber qué páginas vinculan a una determinada es tan sencillo como introducir en la caja de búsqueda de Google “link:www.página.com“, o usar otras herramientas parecidas. No es perfecto, pero funciona, y en ocasiones, permite entender muchas cosas. No se trata de dedicarse a denunciar a todos tus competidores a diestro y siniestro, sino de actuar ante cuestiones claras: enlaces claramente sospechosos, ofertas de compra o de venta… conociendo la industria, no hace falta irse muy lejos para detectar este tipo de prácticas, si es que no te las vienen directamente a intentar vender. Lo mejor que puede ocurrir en ese caso es que se llegue a una cultura en la que exista un cierto miedo al fraude, a la posible penalización. El que se mueve, no sale en la foto. Si además Google hace bien los deberes en las ambas direcciones, la eficiencia de la acción, obviamente, se multiplica. ¿Vamos a acabar todos denunciando a todos? Si el comportamiento era generalizado, puede que sí. Si no lo era, ya será problema de Google establecer criterios de cómo actuar. Pero en cualquier caso, en ese juego, habremos mejorado las condiciones, no empeorado.
¿Cuestiones básicas? Lo sé, pero también me consta que no todo el mundo lo sabe. Que los motores de búsqueda reflejen de manera adecuada la relevancia de las páginas y ofrezcan resultado lo menos sesgados posible es bueno para todos. Si alguien hace trampas y te consta, denúncialo. Si te ofrecen esos servicios, también. España es un país peculiar: la enorme concentración del mercado de búsqueda en un solo competidor hace que estos temas se vuelvan muy relevantes, que puedan llegar a tener una gran trascendencia. El mal SEO es una granada en manos de un mono. Que no te explote.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.