El pasado 28 de enero tuve la oportunidad de participar en una sesión del Meeting for Deans and Directors General de la European Foundation for Management Development (EFMD) en Lyon con una sesión titulada “Exploitation of new technologies”, en la que me centré en temas relacionados con el uso de la web social y el esquema que sigo para utilizar herramientas abiertas en mis clases. Mi compañera de sesión, Bettina Büchel (Executive Vice President de IMD), dedicó su presentación a comentar su experiencia sobre el uso del iPad en los cursos de su escuela, un tema que está indudablemente en alza.
Contextualizando, es fácil entender que el iPad sea un dispositivo apreciado en las escuelas de negocio: su precio no resulta generalmente disuasorio para quien ha tomado la decisión de invertir en un programa directivo, y sus ventajas frente al ordenador portátil, en un entorno caracterizado más bien por el uso de anotaciones breves que por eso que se suele denominar “toma de apuntes” (copiar miserablemente casi al dictado materiales que un profesor podría poner a tu disposición de mil maneras más productivas) parecen evidentes. El uso del iPad complementa al del ordenador, que pasa a quedarse generalmente en casa o llevarse únicamente en determinadas ocasiones, y está creciendo a gran velocidad en este tipo de entornos, hasta el punto de que algunas escuelas se están planteando entregar u ofrecer uno para quien no lo tenga todavía en el momento del inicio del curso. Hasta el momento, por otro lado, el número de escuelas que se deciden por dispositivos de tipo tablet distintos al iPad resulta prácticamente nulo.
¿Qué aplicaciones debe incluir un iPad para configurarse como una herramienta cómoda en el desarrollo de la actividad académica en una escuela de negocios? Mi impresión es que con muy pocas apps, podemos cubrir la mayor parte de las funciones habituales, y que una inflación de apps aporta poco a los procesos habituales. No se pretende, lógicamente, cubrir todas las infinitas posibilidades de uso, únicamente aquellas que puedan beneficiarse de un cierto nivel propuesto de estandarización. Mi elección sería:
- Evernote: ideal para tomar notas en clases o reuniones, enviarlas a terceros si se desea, y tenerlas disponibles en cualquier momento desde cualquier otro dispositivo.
- Dropbox: perfecto para envío, recepción y entrega de documentación. Casos, notas técnicas, presentaciones, trabajos, circulación de documentación entre el programa y los alumnos en general.
- Goodreader: lo lee todo, todo, todo. Lectura y almacenamiento de documentos en cualquier formato.
- Dropcopy: envío rápido y simple de cualquier tipo de archivos entre dispositivos.
- Kindle: acceso al catálogo de libros de Amazon para la bibliografía, y lectura cómoda de cualquier pdf (casos o notas técnicas).
Independientemente de que los alumnos instalen en el dispositivo posteriormente lo que buenamente quieran, esas son – creo – las apps que incluiría en el momento de su entrega y procedimentaría para su uso preferente, las que explicaría a los alumnos como forma de establecer un esquema de uso aconsejable. Pero yo hace tiempo que no soy alumno, y se me pueden escapar cosas: detalles, usos habituales que no haya tenido en cuenta pero puedan considerarse generalizados, temas de interés, posibilidades… ¿ideas en este sentido?
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.