Imprescindible la entrevista de Sergey Brin de ayer en un The Guardian cuya sección de tecnología lleva ya bastante tiempo convirtiéndose en indispensable.
En ella, el cofundador de Google deja claras sus preocupaciones por lo que considera el momento más comprometido en la historia de la web, en el que sus principios fundacionales de apertura y libre acceso se encuentran más en peligro. Los enemigos son claros y concretos: gobiernos que intentan ejercer un control desmesurado sobre sus ciudadanos, la industria del entretenimiento con su defensa por todos los medios de la propiedad intelectual, y empresas como Apple o Facebook que construyen jardines vallados inaccesibles y restrictivos.
¿Autocrítica? No la busques en esta entrevista, pero es que me da exactamente lo mismo. No es el momento para ella. En este caso, el enemigo de mi enemigo es mi amigo, y estoy cien por cien con Sergey Brin y con su diagnóstico del problema. Necesitamos urgentemente personas y empresas que se conviertan en protagonistas de una lucha cada día más necesaria, que amenaza con destruir la propuesta de valor de una de las herramientas más importantes que como especie hemos conseguido construir y dotar de significado.
Que en la situación actual los controles democráticos fallen estrepitosamente y los gobiernos se conviertan en enemigos de sus ciudadanos, intentando utilizar la red para perpetuarse en el poder y para controlar lo que nunca debió poder ser controlado mediante excusas como la seguridad, la propiedad intelectual o la pornografía infantil resulta de todo punto inaceptable, y requiere grandes dosis de información y, sobre todo, de activismo, para intentar oponerse a ello. Que los gobiernos de medio mundo avancen hacia sistemas de control similares a los que han construido países como China o Irán es de las situaciones más preocupantes que podemos afrontar como sociedad. Que un gobierno pueda reclamar a proveedores de servicios en la web cualquier información sobre sus usuarios, sin necesidad de motivar dicha petición adecuadamente, sin que este se pueda negar a proporcionarla o incluso impidiendo que ponga sobre aviso a esos usuarios cuya información se ve comprometida es una prueba clara de la gravedad de lo que estamos viviendo. Nada justifica algo así.
También para no perdérselo, en el mismo suplemento de The Guardian adecuadamente titulado “Battle for the internet“, el artículo de Ai Weiwei, “China’s censorship can never defeat the internet“, en un tono más optimista. Pero no te engañes: para que ese optimismo esté mínimamente justificado, va a hacer falta mucha información, mucha toma de postura, mucho activismo. Y de nuevo, recomiendo vivamente la lectura de “Consent of the networked“, de Rebecca MacKinnon, del que ya hablé en una entrada anterior, que pronto estará disponible en castellano, y para el que la editorial me ha pedido que prepare un epílogo.
Más que nunca, infórmate. Es tu responsabilidad. Y créeme, es una gran responsabilidad.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.