08 abril 2012

Telecomunicaciones y nuevos tiempos

Interesante columna de opinión de Hemant Taneja en TechCrunch, How can we disrupt the cell carriers?, que entronca con temas que llevo comentando mucho tiempo. Hay temas del artículo con los que no estoy de acuerdo, pero me interesa el tono general, el argumento central del mismo: la falta de evolución y adaptación a los tiempos de las compañías de telecomunicaciones.

Cada vez un porcentaje mayor de clientes llevamos encima dispositivos que son cualquier cosa menos un “teléfono”. Y cada vez más tiempo lo utilizamos para cosas que nada tienen que ver con el concepto de “hablar por teléfono”. De hecho, podría prescindir perfectamente de la función de telefonía de mi terminal: me limitaría a ofrecer un buzón de voz y a contestar las llamadas cuando me viniese bien. Para mí, un “teléfono móvil” es en realidad un ordenador de bolsillo que sirve para el tráfico de datos, sean estos para saber dónde estoy, a dónde tengo que ir según mi agenda, quién se comunica conmigo por correo electrónico o mensajería instantánea, a dónde subo una fotografía o qué envío a mis redes sociales. Estoy completamente seguro de que ese aparato pasa mucho más tiempo en la palma de mi mano que pegado a mi oreja.

Y sin embargo, las compañías telefónicas siguen sin quererse enterar. Siguen aferradas a sus sistemas de facturación basados en la voz, cobrándonos facturas cuyo principal importe es por unas llamadas que no son para nada lo que más valor nos aporta del uso que hacemos de nuestros terminales. Toda una arquitectura legacy de la época en que la voz era la única función de la telefonía, lastrando el uso – y sobre todo, el coste – de lo que realmente queremos hacer. Mira a los usuarios más jóvenes: la voz la usan realmente para una emergencia, para algo excepcional. Llamar a alguien es poco habitual, un último recurso para cuando lleva un cierto tiempo sin estar conectado. Consecuentemente, el primer intento que veo mínimamente decidido a consolidarse como operador centrado en los datos en nuestro país ha sido Tuenti Móvil, aunque tenga algunas cosas por aclarar.

¿Para cuándo una operadora que de verdad construya su propuesta de valor basándose en el uso que cada vez más clientes hacemos de sus servicios? ¿Que me estructure las tarifas en función de mi uso de datos sin obligarme a mirar el taxímetro o a sufrir velocidades lentas porque me pasé del límite? ¿Que no me estafe – del verbo “estafar” – cuando pongo un pie más allá de la frontera de mi país por un tráfico de datos que no vale ni harto de vino lo que me quieren obligar a pagar por él? ¿Cuántos progresos podría hacer una operadora que intentase aprender de sus clientes más punteros y evolucionar con ellos, relacionándose con ellos como se entiende en pleno siglo XXI que se debe tratar a un cliente, y dejando las estructuras y planteamientos obsoletos basados en la voz para quien los quiera?



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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