22 abril 2012

Megaupload: tres meses después? ¿qué?

La evolución del caso Megaupload desde que el pasado veinte de enero, hace tres meses, se anunciase la rocambolesca operación policial internacional que cerró la página, encarceló a los principales directivos de la compañía e incautó los bienes de su fundador, empieza a dejar lugar a pocas dudas.

Desde el primer momento lo comentamos: no se trata de defender a Megaupload. Ya habrá abogados para ello. Si han cometido delitos que deben ser llevados ante la justicia, que así sea, dentro lógicamente de los límites de las necesarias garantías judiciales que deben regir, aunque desgraciadamente no siempre rigen, en los estados democráticos. Pero a medida que pasa el tiempo, la “inequívoca imagen” de aquel “gordo delincuente que posaba con armas y coches de lujo” empieza a dejar ver una fotografía un poco diferente: la de una persona que, sin entrar en sus características físicas o en su gusto a la hora de escoger en qué gasta su dinero, ha sido víctima de una de las operaciones más mafiosas, alucinantes, ridículas e injustificadas que hemos podido ver a nivel mundial.

Una operación que empieza a dejar claro – ya empezaba a traslucirse hace un mes, cuando hicimos este mismo análisis – que ni las luces eran tan luces, ni las sombras eran tan sombras en este caso, y que en realidad todo indica cada vez más que la operación simplemente se hizo para frenar la ambición de una compañía que cada vez contaba con más simpatías entre los creadores, que estaba preparando el lanzamiento de un nuevo proyecto de desintermediación para trabajar directamente con ellos y proporcionarles mejores rendimientos económicos que el sistema establecido, que tenía bastante avanzado con la banca de inversión un plan para salir a bolsa con un importe de varios miles de millones, y a la que se acercaban incluso las propias discográficas para poder trabajar con ella. En el fondo, una operación mafiosa, un auténtico complot que una industria tradicional completamente inadaptada urdió con el Estado norteamericano saltándose todos los controles razonables para poder favorecer sus intereses económicos. Un acto de corrupción institucional.

Tres meses después. ¿a qué apuntan todas las evidencias? Por un lado, numerosos profesionales y estudiosos del derecho afirman que, simplemente, no hay caso, que el Estado lo va a tener muy difícil porque claramente se extralimitó en sus actuaciones, y que ha provocado un daño completamente injustificado a los usuarios legítimos del sistema. Que el cierre de Megaupload no ha provocado ningún tipo de beneficio para la industria: el tráfico, simplemente, se ha desplazado a otros sistemas. Pero no solo eso: además, Kim Dotcom está en libertad, le han sido devueltos parte de sus bienes injustamente confiscados, se apunta a que hubo graves irregularidades en su detención, sus argumentaciones suenan de lo más razonable, y sus intentos por contratar a buenos abogados y representantes legales en los Estados Unidos se están viendo dificultados por las acciones del gobierno, que pretende denegar su derecho a una defensa jurídica justa. Y finalmente, podría incluso que el juicio ni la extradición siquiera llegasen a tener lugar.

Simplemente impresionante. Tres meses después, el caso Megaupload parece algo completamente distinto de lo que los medios contaban y de lo que algunos creían. A veces, las cosas no son lo que parecen. O peor: sí lo son.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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