08 septiembre 2010

Otro fantasma del pasado: el callejero

Si hace unos días hablábamos de la guía telefónica como reflejo del pasado, hoy me encontré otro fantasma: apareció mientras hacía un poco de limpieza en el interior de mi coche, en un recoveco entre la puerta y el asiento, hasta tuve que tirar un poco de él para que se viese mínimamente en la foto: un callejero de Madrid del año 1992 que puede que tenga ya hasta cierto valor arqueológico :-)

La escena tuvo su gracia, porque me recordó que cuando tuve coche por primera vez en esta ciudad allá por el año 1992, ese callejero ocupaba un espacio privilegiado en el mismo, y lo consultaba con profusión: ahora no es que conozca mucho más la ciudad, si me sacas de mis rutas habituales me sigo perdiendo con desesperante facilidad, pero el callejero, tras varios cambios de coche, acabó ahí metido, en ese rincón, asesinado por la tecnología… ni recuerdo la última vez que lo utilicé para algo. Con los taxistas, la misma experiencia: cada vez son más los que llevan GPS y menos a los que les veo consultar un callejero de papel.

En su momento, editar el callejero de Madrid debió ser un negocio verdaderamente interesante. El editor con mayor cuota de mercado, Almax Editorial, era una empresa que disfrutaba de un lucrativo nicho de mercado con la edición de numerosos callejeros de grandes ciudades, guías, atlas y mapas de carreteras, y que aparentemente ha desaparecido (si alguien tiene más información, correcciones, por favor), aunque parece ser que llegó a intentar la transición de su negocio a la red con la creación de una web con contenido cartográfico de la que es posible encontrar alguna reseña. El dominio, almax-editores.com, sigue registrado y con un contacto de ONO-Cableuropa establecido en la última dirección conocida de la compañía, pero se encuentra inactivo. En el teléfono de la compañía, un mensaje grabado indica que ese número no corresponde a ningún abonado. Mi modesta investigación no da para mucho más, pero decididamente, la cosa no tiene buen color.

La sustitución del callejero por el GPS generó, como toda transición tecnológica, sus víctimas. El GPS hizo su recorrido desde aparato caro y especializado hasta electrónica de consumo habitual (fue la estrella de los regalos navideños de hace algunos años), hasta venir de serie en muchos automóviles y disfrazar un precio elevadísimo dentro de la factura total y, finalmente, incorporarse ya en terminales de telefonía móvil y en un número creciente de aparatos. Quienes vendían el precedente analógico de esa tecnología digital, simplemente abandonaron esas líneas de producto o, si su nivel de especialización no lo permitía, desaparecieron… cuando su negocio pasó a acumular tanto polvo como ese triste callejero que me encontré ayer.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

1 comentario:

  1. Este tolay siempre igual. "Himbestigaciones" aliñados con esa característica prosa engolada, pretenciosa y llena de paja para análisis a toro pasado.

    Lo que me hubiese gustado de estos gurús es que intuyesen la desaparición de callejeros impresos y guías telefónicas hace unos años, no ahora.

    Aunque ya sabemos que Enrique Dans, cuando se atreve a vaticinar, la caga. Ahí está el cancamusómetro como testigo mudo de su estulticia.

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.