19 septiembre 2010

¿Tiene la red sus propias leyes?

Las páginas web de la Motion Pictures Ass. of America (MPAA) y de AiPlex Software, una empresa implicada en ataques pagados por la industria a sitios de descarga, estuvieron caídos prácticamente todo el día de ayer debido a un ataque distribuido de denegación de servicio lanzado desde 4chan, un sitio conocido, entre otras muchas cosas, por su implicación en actividades de ciberactivismo. Hoy domingo a las 21:00 hora española, la página atacada será la de la Recording Industry Ass. of America (RIAA).

Los ataques están siendo lanzados desde la comunidad Anonymous, conocida por ataques anteriores contra la Iglesia de la Cienciología, mediante el procedimiento de instar a los usuarios a utilizar una herramienta de uso sencillo y nombre efectista con tintes geek, el Low Orbit Ion Cannon (L.O.I.C.), a la que se suministra la dirección de la página a atacar, y que emite solicitudes constantes a la página hasta que, utilizada de un modo masivo por un gran número de personas, termina provocando su caída. Por su distribución como software de código abierto a través de SourceForge, la circulación de esta herramienta no puede ser detenida, y la creación de otras similares no resultaría demasiado compleja.

Nos enfrentamos a una cuestión de interpretación importante: un ataque distribuido de denegación de servicio hecho de manera automatizada, utilizando redes de ordenadores zombies o métodos similares, es un procedimiento utilizado con frecuencia por mafias con fines criminales, para extorsionar a empresas o delitos similares. Una de las páginas atacadas, AiPlex, utilizaba de hecho el ataque de denegación de servicio para atacar a páginas de descargas, lo que da al hecho una imagen de cierta “justicia”.

Pero la acción lanzada por Anonymous no es exactamente lo mismo: se trata, en este caso, de miles de personas reales, no de bots, personas reales que se coordinan para lanzar un ataque contra un objetivo común, exactamente de la misma manera que lo harían para manifestarse en la calle o cualquier otro tipo de protesta ciudadana. Por supuesto, las protestas ciudadanas pueden ser legítimas o no serlo, pueden respetar las normas de convivencia o no hacerlo, pero, ¿puede considerarse contraria a la convivencia o incívica la acción de un ciudadano que, en el seno de una protesta organizada y no violenta, decide dirigirse a una página determinada e inundarla con solicitudes?

La interpretación es cuando menos discutible. Y en cualquier caso, discutible o no, ¿puede ser detenida o evitada? ¿Cómo evitar que un grupo suficientemente numeroso de ciudadanos protesten de manera organizada? Estamos en el asunto de siempre en Internet: la resistencia en “modo Fuenteovejuna”, unida a los protocolos que definen el funcionamiento distribuido de la red, resultan prácticamente imparables. Nadie puede impedir que un ciudadano se instale un programa y lance peticiones a una página web.

Por el momento, en algo menos de dos horas desde el momento en que publico esta entrada, la página de la RIAA será víctima de un ataque de denegación de servicio y permanecerá caída un buen número de horas. Pero yendo más allá de esta protesta en concreto… ¿estamos viendo la aparición de un nuevo tipo de activismo? ¿Será la siguiente la página de un gobierno que consiga el suficiente consenso entre sus ciudadanos como para querer demostrar de esa manera su descontento? Olvidemos los autobuses, los desplazamientos físicos, el salir a la calle… olvidemos la posibilidad de utilizar a las fuerzas antidisturbios ¿Veremos cómo llega la era de las cibermanifestaciones? ¿Puede prohibirse el derecho de un ciudadano a protestar? Silenciar una página web por la acción de miles de ciudadanos empuñando cañones que disparan bits no parece, visto así, un ejemplo de democracia, pero ¿lo es pretender excluir a ciudadanos del uso de la red porque han descargado unos ficheros determinados y con el fin de proteger los intereses de una industria que se niega a adaptarse, o utilizar esos mismos medios – el DDoS – para silenciar páginas que no convienen a sus intereses económicos?

El asunto, visto de un modo analítico, es fascinante, pues representa la aparición de nuevas reglas, de nuevas leyes no escritas en la red. Leyes no escritas que supondrán cambios en la manera que tenemos de entender el activismo y la protesta, que interaccionarán de maneras complejas con las leyes que rigen en la actualidad fuera de la red. La red, reaccionando contra quienes quieren impedir que siga teniendo las características de la red.

ACTUALIZACIÓN: Como se preveía, la página de la RIAA se encuentra caída desde las 20:55.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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