04 septiembre 2013

Reconocimiento facial: frontera superada

Image: Mariok - 123RFEl estado de Ohio justifica la instalación sin ningún tipo de notificación ni supervisión legal de un sistema de reconocimiento facial utilizando bases de datos públicas y cámaras en las calles, basándose en que “todos los estados lo están haciendo”.

Y en efecto, un artículo en The Washington Post publicado el pasado junio y titulado State photo-ID databases become troves for police confirma que treinta y siete estados de los Estados Unidos ya han desarrollado sistemas de reconocimiento facial que acceden a las bases de datos de las licencias de conducir y a otras, y que son perfectamente capaces de identificar a un transeúnte cuando pasa por delante de una cámara.

Resulta interesante plantearse cómo de rápido una tecnología como el reconocimiento facial ha pasado del terreno de la ciencia-ficción a la vida cotidiana en todos los sentidos. Ya no solo es que los usuarios podamos desde el año 2009 pedir a nuestros programas de software que identifiquen las caras de los fotografiados, algo que después de todo no supera los límites de lo personal (la base de datos de iPhoto o de Picasa no accede a fuentes más allá de las que el usuario le proporcione), sino que una foto tomada al pasar la frontera o al hacerte el carnet de conducir permite que tus pasos queden perfectamente registrados cada vez que pasas por delante de una cámara. Un coche de policía puede pasar por la calle con la cámara encendida y un ordenador portátil, y acceder en tiempo real a la identidad de cualquier transeúnte. Lo que en el año 2011 se calificaba como una perspectiva “aterradora”, es ya una completa realidad.

En su desarrollo de Google Glass, la compañía anunció el pasado junio que no permitiría ninguna aplicación que trabajase con reconocimiento facial por tener implicaciones muy fuertes de cara a la protección de la privacidad. La advertencia, como ya comentamos que era de esperar debido a lo tibio de la prohibición y al hecho de haber incluido seminarios sobre cómo hackear Google Glass en sus eventos para desarrolladores, produjo precisamente el efecto contrario: sirvió como incentivo para que algunos programadores creasen aplicaciones de reconocimiento facial sobre Glass. El Congreso de los Estados Unidos, que de entrada manifestó objeciones al desarrollo de Google Glass debido precisamente a temas relacionados con la privacidad, recibió una contestación muy sencilla y directa desde Google: no cambiaremos nuestra política de privacidad, lo que llevó a algunos de los congresistas implicados a expresar públicamente su disgusto.

Por el momento, habrá que ir teniendo en mente que todas esas cámaras de seguridad en las calles no están solo para recurrir a ellas en caso de delitos, sino como forma de monitorizar y registrar constantemente el paso de cualquiera por delante de ellas. Pero en breve, esa posibilidad ya no estará simplemente en manos de las autoridades, con todo lo que ya sabemos que de por sí conlleva, sino en manos de cualquiera. A todos los efectos, incluidos pronto los empresariales, el reconocimiento facial y sus implicaciones sobre la privacidad se han convertido ya en una frontera superada.








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