01 septiembre 2013

El cliente como infraestructura

Image: Get4Net - 123RFLa brutal escalada del tráfico de datos en redes móviles está llevando a cambios muy significativos en el planteamiento de la infraestructura de proveedores de telecomunicaciones, a medida que las conexiones celulares empiezan a tomar un papel progresivamente más secundario frente a la WiFi.

En todo el mundo, operadores de cable e incluso algunas empresas de telecomunicaciones tradicionales están empezando a hacer movimientos de cara al aprovechamiento de la infraestructura que forman los llamados customer-premises equipment o CPE, los millones de routers desplegados a nivel residencial o en locales de pequeños negocios.

La empresa pionera en este ámbito, Fon, gestiona ya una infraestructura de más de once millones de puntos de acceso e importantes acuerdos con empresas de telecomunicaciones del nivel de BT, Deutsche Telekon, ZON, Belgacom, KPN, SFR, SoftBank o MTC. Acuerdos que, en su momento, muchos juzgaron desequilibrados e imposibles, pero que ya se prolongan durante varios años y proporcionan a los clientes de dichas operadoras una propuesta de valor consistente en acceder a conectividad WiFi más allá de su casa o su trabajo. La experiencia acumulada por Fon en la gestión y puesta en valor de este tipo de infraestructuras hiperdistribuidas empieza a parecer un caso claro de idea adelantada a su tiempo, toda vez que algunos operadores – unos treinta en todo el mundo – han avanzado ya planes similares.

El planteamiento de los operadores, tanto de aquellos que llegan a acuerdos con Fon como de los que se plantean la idea de manera independiente, es fundamentalmente el offloading de tráfico de datos a internet. Un nivel de offloading más elevado permite una optimización del uso de la infraestructura, una reducción del importe pagado por interconexión al operador incumbente, y supone generalmente un nivel de churn menor (algunos operadores reportan descensos de en torno al 10%) en unos clientes que perciben una propuesta de valor más elevada en la disponibilidad de acceso a conexiones más rápidas fuera de su casa o su trabajo. Los incentivos son diversos en función de la estrategia de cada operador y de factores como el hecho de gestionar operador móvil o no, pero el concepto de optimizar la infraestructura en manos del cliente es algo que está ya en la mesa de los operadores de todo el mundo.

Así, mientras macrociudades como Los Angeles plantean la reedición corregida y mejorada de los viejos planes de WiFi municipales con cobertura sobre toda la ciudad (muniWiFi), tenemos casos como el de Portugal Telecom, que respondió al acuerdo de su competidor ZON con Fon anunciando un despliegue similar con sus propios usuarios; o el de ONO en España, que recientemente ha anunciado despliegues de redes distribuidas en las ciudades de Alicante y Santander. La idea es sencilla: poner en marcha una infraestructura combinando las redes WiFi en domicilios de clientes en pisos bajos que tengan un alcance razonable, con negocios a pie de calle, y con algunos puntos de acceso propios dotados de un nivel de cobertura algo mayor.

Los clientes reciben una comunicación en la que se les propone el acceso a esa red distribuida a cambio del uso de su router: se combina la instalación o el upgrade de su punto de acceso (los routers con capacidad para soportar este tipo de sistemas son reflasheados remotamente, mientras que los más antiguos son sustituidos) con un incremento del ancho de banda, que pasa a tener un uso dual: el router gestiona por un lado la red doméstica del cliente y le proporciona su velocidad contratada, y por otro, con los adecuados protocolos de seguridad, utiliza el ancho de banda adicional para ofrecer redes abiertas a clientes itinerantes de la red móvil. Estos clientes descargan una app a su móvil que almacena sus credenciales y les permite unirse a redes de la compañía o, si no pertenecen a la misma, les ofrece la posibilidad de pagar por un ticket de acceso temporal que puede llegar a suponer una vía de ingresos adicional para el operador. En el caso de negocios a pie de calle, el acuerdo puede completarse con el uso de portales cautivos de bienvenida a los transeúntes en los que puede servirse publicidad, promociones, etc. asociadas con el uso de su red.

Algunos operadores virtuales, como Republic Wireless, dan un paso más y hacen offloading no solo del tráfico de datos, sino también del de voz, con lo que ofrecen tarifas de $19 por uso ilimitado de voz y datos que son transmitidos siempre que es posible a través de WiFi, y cambian a la red celular solo cuando no hay una WiFi disponible.

El WiFi está pasando de ser un protocolo despreciado por unas operadoras que la veían fundamentalmente como amenaza, a la gran esperanza para muchas de ellas, y una fuerza importante en el futuro rediseño de sus sobrecargadas redes. En el fondo, el uso del cliente final como elemento de infraestructura distribuida, una opción infinitamente más barata que el despliegue de infraestructura propia, y con posibilidades muy interesantes en muchas ubicaciones – aunque con lógicas limitaciones en muchas otras. La cuestión, para mí, estará en el futuro balance de las relaciones entre operadoras y usuarios: ¿vale lo mismo un cliente en un piso bajo y céntrico que en una zona rural relativamente aislada y con un nivel de tráfico de datos mínimo? Mientras Fon planteaba un escenario de relación con sus usuarios que partía de la voluntariedad y que llegaba a proponer incluso modelos de ingresos adicionales – aunque dudo que nadie haya realmente llegado a ganar mucho dinero mediante el uso de su ancho de banda excedentario, – las operadoras plantean un modelo en el que únicamente ponen sobre la mesa el disfrute de infraestructuras similares cuando el cliente está fuera de su casa.

¿Llegará un momento en que la negociación de los clientes con su operadora tenga en cuenta el valor del punto de acceso como aporte a su infraestructura? ¿Habrá clientes que obtengan mejores condiciones porque la ventana en la que tienen el router da a una plaza pública con mucho tránsito de personas? El uso del cliente como infraestructura puede tener mucho interés para las operadoras, pero también es posible que esos clientes, a medida que entiendan ese tipo de acuerdos y su trascendencia, pretendan capitalizar una parte de los mismos, dando lugar a escenarios competitivos en los que unas operadoras rivalicen con otras para atraer a esos clientes con situaciones más interesantes. Como cliente puedo imaginarme accediendo a que mi operador me plantee un uso compartido de mi router con clientes que pasan por la calle, pero únicamente a cambio del uso gratuito de sus redes WiFi en otros puntos, no solo de otros clientes, sino también en hoteles, aeropuertos o estaciones de tren. ¿Podrá llegar esta variable a suponer algún tipo de cambio en el panorama competitivo?








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