Mucho se ha hablado de la campaña de las Presidenciales norteamericanas, y de cómo Barack Obama fue capaz de apalancarse en el uso de la red para obtener grandes beneficios en forma de dinero y votos. Sin embargo, faltaba por tratar el otro aspecto, el verdaderamente interesante, el que no viene heredado de campañas anteriores como la de Howard Dean: el del manejo de datos, el de la verdadera inteligencia electoral.
De todos es sabido que Internet es una fuente impresionante de difusión, que puede ser usado con gran eficiencia - si se hace bien - para hacer llegar el mensaje, que sirve para viralizar, para desarrollar comunidades… sí, eso ya lo sabemos. Ya estamos viendo a muchos políticos en un lado y otro del espectro luchar por ser quienes tengan más amiguitos en Facebook y quienes tengan más aspecto de modernos a la hora de manejar las herramientas de la red. Y de la misma manera, nos hemos hartado de decir que eso no funciona, que es completamente primario, que eso solo es una herramienta: que la verdadera ventaja no se obtiene utilizando Internet como herramienta de campaña, sino permitiendo que Internet cambie la manera de hacer política, de escuchar y conocer al ciudadano.
Por eso mismo, me muero de ganas de ver las caras de algunos políticos cuando lean el artículo del Business Week de hoy, “What data crunchers did for Obama“, en el que se dan algunas pinceladas sobre lo que era claramente evidente: que la principal ventaja de Internet no es simplemente su capacidad para transmitir el mensaje, sino la posibilidad que otorga de conocer al cliente, en este caso, al ciudadano. De repente, el vetusto marketing electoral, el que todavía vive en los tiempos del mitin de autobús y bocadillo o en las campañas de producto (vender “ZP” como quien vende un bote de Colón) se encuentra con la evidencia de que ya no van una, sino dos generaciones por detrás: que la política, al menos en España, está intentando creerse a Obama cuando todavía no entendieron a Howard Dean. Y es que en efecto, la campaña de Obama hizo un fuerte uso de un arma que muchos llevamos tiepo enseñando en clase: el CRM, donde la C deja de ser Customer y se convierte en Citizen, en Ciudadano. El artículo revela algunos detalles de los procesos de segmentación que la oficina electoral de Obama fue capaz de aplicar, de cómo pudieron entrar en diálogo con los ciudadanos teniendo una cierta idea de quiénes eran, pudiendo asignarlos a perfiles muchísimo más concretos que los simplistas “voto latino”, “voto negro” o “voto rural”. Procedimientos perfectamente estudiados en otras áreas del consumo, pero que no habían sido por el momento utilizados en política, y que solo esperaban por un candidato con el grado suficiente de alfabetización tecnológica como para entender que eso era algo que se podía hacer.
Habrá políticos que lean y políticos que no lean este artículo de Business Week, que después de todo, no es tampoco gran cosa y solo indica una dirección en la que mirar. Lo que sé seguro es que los que lo lean y lo entiendan van a empezar a buscar otro tipo de perfil: el de experto en customer (citizen) intelligence. Porque el secreto del uso de Internet en política hoy no esta en Facebook, ni en Twitter, ni en blogs, ni en páginas web: está en entender Internet, en tener claro qué es lo que Internet ofrece a los ciudadanos (alejándose de ideas estúpidas sobre los “terribles peligros” que contiene o la necesidad de coartar su uso para proteger modelos de negocio caducos), y lo que puede conllevar en la maltratada relación entre políticos y ciudadanos. La nueva frontera en política es entender cómo funciona Internet y cómo manejar la inteligencia de la red. Veremos quién llega antes.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.