08 enero 2009

Extendiendo los libros

Esta mañana tuve una conversación con mi amigo Carlos Iglesias, del Grupo Biblo, una de mis referencias en el sector editorial, con quien suelo hablar habitualmente sobre la industria, las tendencias y temas afines que nos gustan e interesan a ambos (pero en los que, como en el chiste de los huevos con bacon, “yo solo estoy implicado, pero él está comprometido” :-)

Comentábamos acerca de las posibilidades de “extender” el concepto del libro con la ayuda de la red, un tema en el que Carlos ha trabajado bastante. Intentando sistematizar un poco, yo creo que la relación entre el libro y la red se desarrolla en un continuo con diferentes elementos entre el extremo más conservador, el libro de toda la vida editado únicamente en papel al estilo tradicional y sin contrapartida en la red, y el más vanguardista, que sería la edición completamente electrónica en la que no se lanza en papel. Entre ambas, se sitúa un amplio abanico de herramientas y posibilidades no exclusivas:

  • Ficha en la web con la referencia del autor y una breve reseña
  • Material adicional de tipo comercial en la web (entrevista con el autor, dossier de prensa, comentarios de terceros, etc.)
  • Disponibilidad para búsqueda en Google Books o en Amazon Search Inside
  • Disponibilidad de parte o de la totalidad del libro en Amazon Look Inside
  • Material adicional de tipo editorial y referenciado desde el propio libro (URLs, Bidibooks, etc.)
  • Disponibilidad de una parte del libro (un capítulo, etc.) en pdf en la web
  • Disponibilidad del libro para su lectura en Amazon Kindle
  • Disponibilidad del pdf completo para su descarga en la web
  • Material adicional de tipo editorial en la web (referencias extendidas, vínculos adicionales, vídeos con contenido no comercial, etc.)
  • Blog sobre el libro
  • Wiki del libro con contenidos adicionales al libro abierto a la participación
  • Etc…

Y la pregunta, claro, es cuántas de estas detraen ingresos del canal tradicional, y en qué medida lo hacen. Mi impresión - de nuevo, yo soy el que se implica, no el que se compromete - es que existe ya un importante número de libros disponibles en pdf en la web para quien sabe buscarlos, y que las ventas que dicha disponibilidad detrae de la edición tradicional son casi nulas. Desde casos como el del conocido Cluetrain Manifesto o el Unleashing the ideavirus de Seth Godin, disponibles íntegros en pdf pero con un buen registro de ventas, hasta sitios como Planet PDF, Project Gutenberg o Google Books (para libros en dominio público), la verdad es que no veo, considerando los números habituales que se barajan en la industria, que haya un impacto directo apreciable sobre ventas.

Pero lo que de verdad me intriga es el caso del libro extendido, la posibilidad de convertir la web en algo que añade valor a la edición en papel: libros que se suplementan con materiales audiovisuales, con hipervínculos, con revisiones posteriores que no justifican una reedición pero sí pueden añadir valor al lector, o incluso con colaboración de lectores para “mejorar” el contenido, como es el caso del conocido “Wikinomics“, de Don Tapscott, y esa wiki que en ningún caso “revienta” el contenido del libro, sino que lo complementa y, seguramente, hasta le añade incentivo comercial para quienes no lo han leído (además, por supuesto, de indexar fenomenalmente bien).

¿Dónde está la ventaja competitiva? Para mí, en que seguramente ninguna de estas herramientas funciones igual para libros diferentes. Y que, por tanto, el valor añadido de la editorial pasará a ser, en gran medida, el de poder aconsejar bien al autor a la hora de escoger lo que hacer en la red con su obra, conciliando intereses que en ocasiones irán más allá de la mera venta de ejemplares y, por tanto, podran incluso situar a veces a la editorial y al autor en planos divergentes de interés. Ahora mismo, en la amplísima mayoría de los casos, citar la palabra “PDF” en una editorial es arriesgarse a que le pongan a uno de patitas en la calle: lo temen, lo ven como pérdida de ingresos, con una imagen marcadamente negativa que les lleva a evocar el sector de la música y la mal llamada “piratería”. Pero ¿debe ser así? ¿Y debe ser así en todos los casos? No lo tengo ni mucho menos claro. Pero me temo que las editoriales, salvo honrosas excepciones, lo tienen todavía menos claro que yo.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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