09 enero 2009

Hablando de navegadores, en Expansión

Expansión publica hoy un artículo de Miriam Prieto, “Los nuevos oráculos de Internet“, sobre el que mantuvimos una conversación telefónica larga el pasado miércoles, y en el que nos cita a Álvaro Ibáñez y a mí. El artículo se acompaña de una columna mía, titulada “Navegadores: la clave de la red” (pdf). A continuación, el texto de la misma:

Navegadores: la clave de la red

Los ordenadores han cambiado. De ser pesadas máquinas diseñadas para la productividad y la eficiencia, para calcular, escribir o manejar la contabilidad; a ser el punto por el que los usuarios acceden a la red: a la información, a la comunicación, al mundo. Hoy, si Internet no funciona, te quieres ir a casa. Y en ese entorno, el navegador es la pieza clave, el programa que tienes más tiempo abierto delante de tu nariz, un escenario en el que, consecuentemente, los jugadores también cambian.

Cada vez pedimos más a un navegador. Y el líder del segmento por cuota de mercado, Internet Explorer, no lo es por innovación. La "e" azul que viene con el sistema operativo ya no es el mejor navegador, sino el más limitado. ¿Qué ha hecho que Microsoft vea descender su cuota de mercado por debajo del 70% - llegó a tener un 96% en 2002 - mientras otros competidores, como Firefox, Safari, Chrome u Opera dominan las parcelas de más rápido crecimiento? Simplemente, la lentitud de la empresa para entender el nuevo panorama. Un panorama caracterizado por navegadores flexibles, que respetan los estándares de la web en lugar de intentar redefinirlos, y, sobre todo, que incorporan fácilmente lo que las comunidades de desarrollo, vibrante ecosistema donde crecen la innovación y las aplicaciones, tienen que ofrecer. Hoy, un navegador no puede depender de una sola empresa: Firefox, Safari y Chrome son proyectos de código abierto, cuya evolución o seguridad dependen de los miles de ojos capaces de escudriñar su código, en lugar de depender de unos pocos responsables de proyecto. Toda la innovación reciente en el mundo de los navegadores se ha producido en ellos, no en Microsoft. Los netbooks, la categoría que más crece, podrían acabar siendo un sistema operativo simplificado al límite, que da paso a un navegador. Donde el usuario instalaba programas sobre su sistema operativo, hoy instala complementos sobre su navegador. Y el liderazgo lo tienen quienes son capaces de crear productos que otros pueden adaptar, no quienes cierran su código de manera impenetrable.

Al cerrar su código, Microsoft cierra su futuro: otros, simplemente, evolucionan mejor y más rápido, gracias a su habilidad propia y a los ecosistemas que otros desarrollan para ellos. Si Microsoft no cambia, Internet Explorer continuará perdiendo cuota, y quedando cada vez más restringido a ser "el navegador del usuario inexperto". ¿Por qué es importante el navegador? Porque en él está la clave del futuro de la red.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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