Sergio Muñoz, de ABC, me llamó el pasado viernes para pedirme opinión acerca de la formación online, sus perspectivas, las percepciones que todavía la rodean, y el impacto de la crisis sobre la misma. Lo publicó ayer domingo bajo el título “Todavía se piensa que la formación online es un sustitutivo barato” (pdf).
Mis argumentos giraron en torno al concepto de educación online que conozco desde hace más de diez años: un producto que se plantea como algo superior a la formación tradicional presencial gracias a la mayor riqueza del canal online, que genera unas exigencias de trabajo y supervisión muy superiores para el profesor, y que da lugar en los estudiantes una conciencia y cohesión como grupo mayores que en sus equivalentes presenciales.
El International Executive MBA en el que he participado en numerosas ocasiones es un ejemplo claro: un producto blended en que que predomina claramente la interacción online. Caro, más caro que muchos programas presenciales porque reconoce una preparación más profunda en muchos aspectos y un trabajo más exigente por parte de profesores y alumnos, cuyas encuestas de satisfacción de alumnos suelen estar por encima de las de programas presenciales equivalentes, y en el que los alumnos mantienen unos niveles de confianza, de compañerismo y de vinculación con la institución que no siempre vemos en sus contrapartidas presenciales. Puedes ver experiencias en ese sentido en “A blended life“, el blog que alumnos, dirección y profesores de esos programas comparten en IE Business School.
Un modelo de enseñanza que, de hecho, muchos profesores utilizamos como preparación para nuestras sesiones presenciales, porque implica una mayor profundidad en la discusión del caso: todo lo que surge en la discusión presencial ya ha surgido en la online, y generalmente con aportes más ricos. Es una cuestión puramente natural, que surge del empleo del tiempo: la sincronía de la clase presencial (que hace que tu participación tenga que esta basada o bien en preparación previa, o bien en ideas con escasa comprobación de datos), frente a la asincronía de la formación online que permite dar un paso atrás, echar mano del ratón, y sustentar las ideas con todo tipo de enlaces, artículos, datos o cualquier cosa que se pueda encontrar en la red mediante una búsqueda bien planteada.
Por otro lado, está el coste: en este tipo de formación, dadas las circunstancias de los alumnos (personas que habitualmente viajan mucho y que pueden además estar situadas en cualquier lugar del mundo), se procura recurrir a plataformas simples y ligeras, a minimizar el uso del vídeo en modo síncrono (siempre tendrías que despertar a alguien en medio de su descanso nocturno) y a intentar que se pueda mantener una experiencia de participación razonablemente buena desde plataformas sencillas como un tablet o un móvil, o con una conexión que en muchas ocasiones no es tan rápida como debería ser. No, no es necesario dialogar frente a una cámara con el profesor o con otros alumnos para que la experiencia sea buena: un foro escrito puede suplir esa interacción, y para algunas cosas, con mejores resultados. El apoyo en lo escrito suele proporcionar una mayor madurez a los planteamientos. Otro mito, el de la necesidad de grandes inversiones en programas o en ancho de banda para llevar a cabo formación online, que tampoco encaja con mi experiencia en ese sentido. Estoy plenamente convencido de que muchas de las cosas que hoy hacemos en presencial las haremos en un futuro no muy lejano usando este tipo de formatos.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.