17 mayo 2012

Mi vida sin impresora

No he sido capaz de encontrar una foto de mi primera impresora, una Elbe de matriz de puntos que vivió en mi casa entre los años 1983 y 1994, pero creo recordar que esa de la derecha se le parecía bastante.

El ataque de nostalgia viene de haber estado echando cálculos, y de darme cuenta de que literalmente vivo sin impresora. No soy capaz de recordar la última vez que tuve que imprimir algo. En mi casa hay una impresora conectada a uno de los ordenadores y compartida en red, pero jamás envío nada a ella. En mi trabajo, vivo “al margen del sistema”: utilizo mi propio ordenador, y aunque obviamente podría, si lo comentase con el departamento correspondiente, imprimir a través de la red, la verdad es que no lo hago, utilizo la red corporativa únicamente para acceder a internet.

Para mis clases no utilizo absolutamente nada de papel: es más, advierto expresamente a mis alumnos de que no lo hagan. Para otros usos, lo más que hago es recibir de vez en cuando una tarjeta de embarque impresa de la que espero librarme pronto – la cosa no va mal encaminada. Las notas de una reunión, las tomo en una aplicación. Los documentos, todos ellos salen de mi teclado (si tuviese que escribir con un bolígrafo más allá de un par de líneas, creo que me darían agujetas), y si los tengo que enviar o compartir, mantienen el formato electrónico, jamás pasan a papel. Fotografías tampoco imprimo, pasan directamente de la cámara a un repositorio online o al ordenador del salón, que hace las veces de marco digital cuando no estamos viendo nada. Y tampoco veo que mi hija utilice la impresora para nada, la verdad. Realmente, soy la ruina de los fabricantes de papel y de los de tinta.

¿Soy un bicho raro, o estoy dentro de una tendencia generalizada? ¿Qué usos habituales mantenéis todavía de la impresora?



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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