Pedí a Ibai García, uno de mis mejores alumnos de este año en el MBA del Instituto de Empresa que se gradúa precisamente hoy y que ha sido contratado por Google para trabajar en su sede de Dublín, que me contase como fue el proceso de selección y, en general, su relación con la compañía durante esa fase. Conocido es el interés que despierta Google como lugar para trabajar, como hemos podido ver recientemente en esta entrada de Mariano Amartino o como lo demuestra el hecho de ser elegida de manera consistente entre los best places to work… El resultado de mi petición a Ibai es este relato detallado de su experiencia de primera mano que tal vez pueda ser interesante para algunos. Además, Ibai irá contando partes de su experiencia en esta página, “Infinity and Beyond: historias de un noogler en Dublín“. En “idioma Google”, los nooglers son las nuevas incorporaciones a la compañía, a quienes suelen entregar un welcome pack con alguna camiseta y esa característica gorrita de nerd… :-)
La experiencia de convertirse en noogler
Por Ibai García He de confesar que no era la primera vez que llamaba a su puerta. Google es una empresa muy atractiva para muchos que consideramos Internet una extensión más de nuestra vida. En Internet se pueden encontrar múltiples experiencias de Ingenieros que o bien fueron contratados o rechazados, pero no he visto a nadie de otras áreas, así que creo que puede ser interesante contar mi experiencia.
El proceso comenzó con un aviso de las nuevas oportunidades de trabajo que estaba ofreciendo la compañía para gente recién graduada (yo por segunda vez en mi vida, lo era, así que “check”), que hablase inglés (check) y también español (check). Alrededor de una decena de posiciones para diversas ciudades europeas, de las que “reduje” mis pretendidas a cinco (al fin y al cabo la pasión por la compañía pudo al puesto concreto que prefería). Una nota al pie de cada una de las descripciones de puestos me hizo apresurarme en completar todos los formularios, Deadline: ASAP.
Así que el mismo día que recibí las descripciones envié las solicitudes. CV, notas del postgrado (lo único que tenía a mano) y poco más (ni siquiera rellené el Cover Letter ni añadí las recomendaciones). Eran principios de abril. Tres semanas más tarde en mi bandeja de entrada de Gmail tenía un e-mail con el siguiente asunto: “Hello from Google”. La responsable del área de nuevos graduados quería concertar una entrevista telefónica para una de las tres posiciones de una de las tres sedes a las que había presentado mi candidatura. El proceso marchaba y ya se había concretado cual podría ser mi destino.
Una semana después tendría mi primera entrevista telefónica. Entre las distintas lecturas que me recomendaron para la entrevista había un curso de Adwords que me mantuvo entretenido todo el fin de semana. En clase habíamos trabajado bastante los casos de AdWords y AdSense, pero no quería tener la más mínima duda. Me lo estudié bien a fondo.
Así llego el día de la entrevista. Con puntualidad británica me llamaron. La primera sorpresa de todo el proceso: me llamaban de Dublín, pero la entrevista era en perfecto español. Empezamos a hablar, y lo más curioso es que la única referencia a AdWords fue la pregunta de “¿cómo venderías AdWords a alguien que no supiera como funciona?”, ante lo cual usé uno de mis recursos más habituales: la metáfora del francotirador. El resto de la entrevista no fue muy diferente a una primera entrevista en cualquier empresa: roles dentro de un grupo, situaciones difíciles, el porqué de la elección de los estudios, etc.
La sensación tras esta entrevista fue buena. Pero tampoco creía haber hecho nada especialmente brillante, ningún aprieto del que hubiera salido airoso o que me permitiese cantar victoria. Tres días después, un nuevo e-mail me felicitaba por haberlo hecho bien en la entrevista telefónica, y me citaban para ir a su sede de Dublín a una serie de entrevistas “in situ”. Con todos los gastos pagados. Quiero decir que ese mismo día recibí un e-mail desde la sede de Polonia diciéndome que mi perfil no les encajaba (mismo puesto por el que iba a viajar a Dublín). Supongo que por no saber polaco, aunque el puesto no lo exigía explícitamente.
El caso es que dos semanas después, estaba volando hacia las islas para visitar personalmente las instalaciones de Google. La verdad es que era mucho más de lo que habría pedido al inicio del proceso. Me esperaba un hotel bastante aparente que me hizo sentirme importante. La verdad es que la gente de Google sabe muy hacer que te sientas parte enseguida, y esto yo lo valoro mucho.
Al día siguiente me levanté temprano y aproveché para pasear y despejarme. Uno de los detalles que me atormentaba para este día era algo que a priori puede parecer simple, pero que entraña muchos peligros: ¿cómo se viste un candidato para ir a una entrevista en Google? Mi look diario dista mucho de ser formal, y aunque ellos promulgan el vestuario “casual”, tampoco quería parecer un desharrapado. Daré la formula que me sirvió a mi, probablemente no sea la mejor pero tampoco es equivocada: camiseta de color vivo, más jersey, pantalones “chinos” y zapatos “informales” tipo Geox.
Así es como llegué a Google. Una vez dentro todo es sorprendente. En la sala de espera los sofás dejan sitio a sillones de masaje, comida y bebida gratis en todas las esquinas, etc. Mi contacto no tardó en llegar y me dio un pequeño tour por las instalaciones antes de pasar a las entrevistas.
Llego la primera entrevista. Segunda sorpresa: la persona encargada de entrevistarme es uno de mis futuros compañeros de equipo. Comenzamos a hablar y la mayor parte de la media hora programada la pasamos hablando de mis hobbies y las actividades que hago y he hecho alrededor de ellas: organización de torneos, puesta en marcha de algunas webs, etc. La verdad es que si en un principio el entrevistador parecía que iba ser serio y duro, finalmente congeniamos muy bien. Aquí me gané un punto.
Segunda entrevista. Otro miembro del equipo. Esta entrevista empezó hablando de los estudios, por que había elegido estudiar un MBA (siendo yo ingeniero), etc. Pero terminamos hablando de cine y música. Supongo que aquí evaluaron mi capacidad de explicarme y vender, pero da gusto hacerlo de cosas que realmente te gustan.
Tercera entrevista. Esta fue la más “técnica” y dura de todas. Tocaba entrevistarse con la manager. Justo al contrario que las otras dos, en un principio parecía que iba ser muy amistosa se fue tornando cada vez más áspera. Fue la entrevista donde más me evaluaron los conocimientos de la compañía y de sus productos. La verdad es que esta parte no supuso mayor problema, pero hacia el final de la entrevista consiguió llevarme a una situación limite cuando tras la típica pregunta de “¿qué puedes aportar tu a la compañía?” fue anulando todos mis argumentos uno a uno. Finalmente conseguí reponerme con un argumento lo suficientemente bueno y sin mostrarme vencido por la situación. Pensé que lo había hecho bien, pero esta pregunta me atormentaría por semanas.
Tras esta última entrevista mi contacto de recursos humanos me recogió y terminamos el tour, que finalizó con una pequeña degustación de la comida del restaurante. Esa misma tarde tome el avión de regreso. Era martes y ahora solo faltaba esperar.
Ese mismo viernes sonó el teléfono. Eran buenas noticias. A mis entrevistadores les había gustado. Así que me pedían que enviase todas las notas de la universidad, así como varios escritos sobre mis actividades extracurriculares.
El lunes lo tenía todo listo y enviado. En principio, en este punto del proceso, desde las diferentes sedes europeas realizan un “pack” con toda la información que han recabado durante el proceso, incluido el feedback de los entrevistadores, y lo envían a California donde un comité de selección da el OK definitivo a la contratación. Esto realmente me desconcertaba. Yo tenía fe en que por mi carácter sabría venderme a quien me entrevistase, pero no estaba tan seguro de que en base a datos fríos alguien pudiera estar interesado en contratarme.
Semana y media más tarde, cuando un servidor ya estaba subiéndose por las paredes, sonó el teléfono y nuevamente eran buenas noticias. Google quería contratarme. Me hicieron la propuesta en firme y tras ella me preguntaron: “¿te interesa?” “Claro que me interesa, iría a trabajar hasta gratis”. Suerte que mi subconsciente no me traicionó y esas no fueron las palabras que salieron de mi boca.
A falta de empezar a trabajar, las conclusiones que puedo extraer de que valoran los chicos de Mountain View para contratar son las siguiente:
- Unas notas por encima de la media. Durante todo el proceso hicieron bastante hincapié en que fuera actualizándoles las notas en la medida que las recibiera, que les enviase todas las que pudiese conseguir de cursos pasados, etc. Para ellos el expediente es importante.
- Conoce bien Internet. Hablar en términos digitales y con terminología propia de la Web no debería ser problema.
- Más aún, conoce al dedillo las aplicaciones de Google. Google no es solo un buscador, también es Gmail, Google Maps, Google Earth, Google Books, Google Apps, etc., etc. Aprende a usarlas y analiza sus ventajas y desventajas.
- Ten vida más allá de la red. Google valora tus hobbies. Si perteneces al club de radiocontrol de tu provincia y os reunís periódicamente házselo saber. Si eres un director de cine en ciernes y has rodado tus propios cortos: cuéntaselo.
- Se natural y cercano. La mayoría de las personas que te entrevisten serán tus futuros compañeros así que tendrás que caerles bien. De nada sirve ser el mejor si no caes bien a la gente.
- Demuestra pasión por la tecnología e intenta dar soluciones novedosas a los retos que te planteen. Ellos ya saben que los pop-up no funcionan, que el spam no le gusta a la gente, etc. Sé original. Aporta valor.
Espero que te sirva.
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