Esta comparativa de Lifehacker entre Outlook y Gmail me recuerda que ya hace algo más de un año que me declaré 100% Microsoft-free, lo que da ya una cierta perspectiva como para hacer un buen balance. Antes de nada, dejar claro que esta entrada no pretende insultar a nadie, ni faltar al respeto a los productos de Microsoft, ni nada por el estilo, sino simplemente contar mi experiencia al respecto, la de una persona con una vida intensa en la red, con importantes requerimientos de movilidad, que trabaja en una empresa rodeado de gente que sí utiliza intensamente productos Microsoft y que no proporciona soporte a quien no los usa, y que, dentro de unos límites, sabe más o menos solucionarse sus propios problemas solo o con la ayuda de unos pocos amigos. No pretendía hacer para nada un movimiento “religioso”, sino práctico y que me funcionase bien a mí. Y gracias al mismo, además, he aprendido un montón tanto de Mac OS X como de Ubuntu, un beneficio colateral sin duda interesante y gracias al cual me veo mejor preparado para el futuro (y el hecho de que tanto mi mujer como mi hija sean “trilingües” en las tres plataformas me gusta más aún).
Hace algo más de un año, coincidiendo con la compra de un Mac Book Pro, decidí abandonar completamente Microsoft. La decisión respondía ni más ni menos que al conjunto de malas experiencias tenidas a lo largo de muchos años de uso: inestabilidades sujetas tozudamente a la Ley de Murphy (documentos que se vuelven más inestables cuanto más crítico es su contenido o cuantas más horas de trabajo has invertido en ellos), limitaciones y, sobre todo, sensación de degradación permanente de los ordenadores que tenía bajo ese sistema, que insistían en necesitar ser reinstalados completamente cada poco tiempo. Coincidiendo ésto con el lanzamiento de Vista, y con mi cada vez mayor aprecio por los mundos Mac y Linux, decidí dar el salto definitivo: el sistema escogido es un mixto entre la llamada “cloud” o “nube”, Apple y Ubuntu. Concretamente, la máquina que uso la mayor parte del tiempo es un Mac Book Pro, aunque en mi despacho tengo un PC con Ubuntu. En casa, además, hay otro PC con Ubuntu que usa mi mujer, y un Mac Mini en el salón.
La decisión consistió en empezar a utilizar iWorks tanto para mis documentos de texto, como para mis hojas de cálculo y, sobre todo, para mis presentaciones. En el ordenador del despacho redacto documentos cuando es necesario en OpenOffice y, sobre todo, manejo temas relacionados con la red (habitualmente es la segunda pantalla en la que manejo el correo, la intranet y parte de la navegación). El único recurso a presentaciones antiguas ha sido para el curso que mantengo desarrollado en dicho material, que manejo desde un arranque dual en el PC del despacho, únicamente a efectos de acceder a unas presentaciones que ya no me compensaba migrar.
¿Resultado? Impecable. Mis presentaciones, una parte muy importante de mi actividad, han mejorado notablemente, tanto en aspecto como en mi gestión de ellas (la famosa “pantalla del presentador” de Keynote). La importación de material antiguo que tenía en PowerPoint se ha realizado prácticamente de manera indolora: salvo por algunos tipos de letra y algunas transiciones con sonido embebido, cambiar una presentación larga (cien slides) de PowerPoint a Keynote me puede llevar escasamente veinte minutos. Las que recibo de compañeros de trabajo o colaboradores, suelen abrirse sin ningun problema, independientemente de su versión. Los textos, todavía mejor: no he detectado ningún problema grave de incompatibilidad, y Pages me parece mucho mejor que Word. En hoja de cálculo, Excel es un programa todavía mucho más afinado y pulido que Numbers, pero para el nivel de uso que yo hago habitualmente de él (hojas de cálculo con fórmulas estadísticas y financieras, así como condicionales a veces de cierta complejidad), resulta más que suficiente. De hecho, en ningún momento he llegado a activar la prueba de treinta días del Office for Mac que venía con mi máquina…
En todo lo demás, he ganado notablemente. Librarme de Outlook fue para mí un auténtico sueño: mi BlackBerry sincroniza con Gmail a las mil maravillas (y me da acceso desde cualquier sitio a mis últimos cuatro años de correo electrónico buscando con Google!!), mi secretaria y algunas personas más acceden a mi agenda en Google Calendar cuando lo necesitan y desde donde lo necesitan (además de yo mismo, por supuesto), mis documentos de trabajo con otras personas viven en Google Docs a las mil maravillas, y todo ello es accesible desde cualquier máquina y lugar. Realmente, vivir en “la nube” es algo que, para mí al menos, funciona a las mil maravillas.
A día de hoy, tengo una plataforma competamente adaptada a mi modo de vida y trabajo, y ésta es, además, 100% Microsoft-free. Mi calidad de vida ha mejorado notablemente, mi nivel de satisfacción también, y mis resultados finales, en muchos casos, han mejorado notablemente. La verdad, personalmente estoy más que satisfecho. Y repito: no pretendo “convencer” a nadie. Sólo contar mi experiencia.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.