Joseba Elola, con quien mantuve una conversación larga por teléfono, publica hoy en el suplemento de Cultura de El País este artículo, “Napster, iTunes… ¿y ahora Spotify?“, en el que me cita en varias ocasiones.
Spotify es la prueba de que las cosas tienen que cambiar. Un modelo interesante, con un lanzamiento impecable y un modelo freemium bien realizado, pero en el que los rendimientos son demasiado escasos, porque la cosa no da mucho más de sí. ¿Quienes son los responsables de que la cosa no dé mucho más de sí? Ni más ni menos que las discográficas, accionistas de Spotify (participación que Spotify prácticamente regaló a cambio de un acceso al catálogo de las cuatro majors en unas condiciones ventajosas), que insisten en mantener prácticamente idéntica su estructura de ingresos cuando, en realidad, han pasado a aportar verdaderamente muy poco en la cadena de valor de la música. En esas condiciones, algunos artistas empiezan a rebelarse, lo que puede acabar provocando problemas en un modelo que, por el lado de los usuarios, está adquiriendo mucha popularidad.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.