01 diciembre 2010

Argumentando a favor de la neutralidad de la red

Argumentar a favor de la neutralidad de la red puede ser a veces exhaustivo: los que por variadas razones e intereses pretenden oponerse a la salvaguarda de ese principio fundacional de la red utilizan razonamientos que tildan de “técnicos”, y acusan a quienes defendemos el tema de “no entender”, de “carecer de base técnica” o de “oponerse al libre mercado”, acusaciones sin duda infundadas pero que es preciso refutar cuidadosamente.

La discusión acerca de la neutralidad de la red exige no confundir términos – una de las estrategias de las empresas de telecomunicaciones es precisamente la de intoxicar pretendiendo que los defensores de la neutralidad de la red querían “la misma velocidad para todos los usuarios” y falacias similares. Es preciso ser cuidadoso con los conceptos: aunque la idea no es compleja, la otra parte suele insistir en que “para entenderlo hay que ser ingeniero”, como presunto argumento de autoridad con un propósito claramente excluyente.

Con esta finalidad, desarrollé este argumentario que pretende dar respuesta a algunos de los argumentos habituales que surgen en esta discusión. Por supuesto, no está cerrado, y admite aportes adicionales:

  • “Neutralidad significa que todos vayamos a la misma velocidad”: es una de las falacias e intentos de intoxicación utilizados más habitualmente: en su origen están las operadoras, que propagaron la idea de que “ser neutral era dar a todos lo mismo”. Es completamente falso: en el origen de la conexión, un proveedor puede contratar todo el ancho de banda que desee para enviar sus contenidos con más garantías. En el destino, un cliente puede contratar todo el ancho de banda que quiera para recibir más rápido o más lento, con mayor fiabilidad, etc. Lo único que afirma la neutralidad de la red es que los paquetes de datos no serán discriminados por origen, destino, protocolo o contenido. Para nada afecta a la estructura del mercado en el origen o en el destino de la comunicación.
  • “La neutralidad de la red es establecer controles al libre mercado”: precisamente lo contrario. Romper la neutralidad implica que las operadoras pueden adulterar el libre mercado y la libre competencia, introduciendo factores que distorsionan la competitividad. Un competidor mejor puede verse perjudicado porque la operadora tiene una oferta de servicios que compite con la suya, o porque otro competidor tiene un acuerdo de priorización de su tráfico con la operadora.
  • “La neutralidad de la red impide la innovación”: de nuevo, lo contrario. La innovación se ve obstaculizada cuando se da a las operadoras una posición de juez y parte, cuando cualquier innovador tiene que pasar por el filtro de una operadora y conseguir llegar a un acuerdo con ella para que sus datos puedan circular por la red sin verse relegados a una baja velocidad. Sin neutralidad de la red, ni Google, ni Skype, ni Facebook, ni ninguna de las empresas interesantes de Internet que hoy conocemos habrían podido desarrollarse, y un porcentaje importante de sus rendimientos habrían sido destinados injustamente a pagar el impuesto de la operadora de turno.
  • “Toda la inversión la hacen las operadoras, ‘los de Internet’ no pagan nada”: falso. Las operadoras invierten en infraestructuras, y los usuarios y las empresas de Internet las pagan con creces. Precisamente el gran negocio de las operadoras es revender el uso de esas infraestructuras en unas condiciones en las que el uso ofertado nunca se lleva a cabo: jamás llegamos a usar ni siquiera una mínima fracción porcentual de lo que nos entregan. Por tanto, revenden esa capacidad no utilizada a terceros: un negocio impresionante, porque supone vender la misma capacidad muchas veces, un “supuesto derecho de uso” que jamás tiene lugar. Actualmente, en algunos países, las operadoras están hablando de “echar de sus redes” a los usuarios que más ancho de banda consumen (a los que denominan despectivamente “bandwidth hogs”), cuando en realidad solo utilizan una pequeña parte del ancho de banda por el que genuinamente han pagado. El pasado septiembre, el Consejero Delegado de Telefonica, Julio Linares, llegó a hablar de “quiebra del sistema”, cuando sus beneficios aumentan año a año de manera consistente. No nos engañemos: las operadoras están entre las empresas más rentables del mundo, y simplemente pretenden obtener una rentabilidad mayor conquistando la increíble posición de aduaneros de toda la sociedad de la información.
  • “Un servicio de diagnóstico por imagen de un hospital tiene que poder enviar sus bits más rápido que un chaval descargándose música”: por supuesto. Si quiere asegurar una calidad de servicio elevada, que simplemente contrate más ancho de banda, y tendrá esa velocidad que precisa. Una red neutral da perfecta respuesta a las necesidades de todos los clientes. Distorsionar la neutralidad únicamente responde a los intereses de las operadoras por alcanzar una posición de árbitros.
  • “Las redes neutrales no son sostenibles, con el desarrollo del vídeo y otras aplicaciones la red no da más de sí”: radicalmente falso. Con los actuales dimensionamientos, la red tardaría todavía mucho en llegar a un estado de saturación, y los progresivos desarrollos tecnológicos garantizan la escalabilidad de las redes a futuro – como de hecho, ha ocurrido en toda la historia reciente de la tecnología y de la Humanidad. En una red neutral, las operadoras tienden más redes a medida que ven que hay más usuarios y más servicios capaces de garantizar que estarán ocupadas, con alguien pagando por su uso. Por otro lado, el desarrollo de fibra oscura (ya tendida, pero no utilizada) en nuestro país por parte de empresas de todo tipo (eléctricas, ADIF, concesionarias de autopistas, Ayuntamientos, etc.) es enorme, la situación de “escasez”o de “carestía” es tan solo un artificio, un intento de establecer un estado de percepción que perjudica la competitividad de nuestro país para beneficiar a las operadoras.
  • “Las redes móviles son diferentes”: mentira. En las redes móviles, la situación de los límites está más próxima y tangible, pero esto no quiere decir en modo alguno que la red deba gestionarse necesariamente de manera no neutral. Se pueden gestionar picos de uso de ancho de banda sin autorizar a las operadoras a enriquecerse cobrando por proporcionar un acceso privilegiado. Es más, si se permite cobrar a las operadoras por ofrecer un acceso privilegiado en condiciones de saturación, se está estimulando precisamente lo que no se debe estimular: que tiendan a gestionarse, por su propio interés, en situación de proximidad a dichas condiciones de saturación, evitando el desarrollo de nuevas infraestructuras. Ante una situación persistente de saturación la operadora no debe reaccionar cobrando a terceros para obtener accesos preferenciales, sino desplegando nueva infraestructura.
  • “Europa no quiere redes neutrales, otros países van por el mismo camino”: Que el lobby de las operadoras sea enormemente poderoso no quiere decir que tenga razón. Voces tan autorizadas en Europa como la de la Vicepresidenta Neelie Kroes han declarado su completo apoyo a las tesis de la neutralidad de la red, y es necesario que los países lo hagan también para así contrarrestar la fuerza de dicho lobby, que no opera en función de los intereses de los ciudadanos ni de los países, únicamente de los suyos.
  • “Es mejor no entrometerse con legislación y que la red evolucione como hasta ahora”: efectivamente, y la red hasta ahora ha sido neutral. Lo que sería una triste novedad sería que dejase de serlo. Hasta el momento, la red se ha desarrollado como lo ha hecho, y se ha constituido como el ecosistema de innovación más vibrante y dinámico gracias a que para innovar, no había que pedir permiso a nadie. Permitir la vulneración de la neutralidad de la red supone poner guardianes a esa innovación, y precisamente impedir que el desarrollo de la red siga su camino. ¿Por qué no había sido preciso legislar sobre ello hasta ahora? Sencillamente, porque las operadoras habían visto una oportunidad en fomentar el desarrollo de Internet para poder exprimirlo posteriormente. Ahora, la voracidad de las operadoras las lleva a estar dispuestas a estrangular el posterior desarrollo de la red para maximizar sus ganancias. No hacer nada implica permitir abusos futuros e hipotecar el desarrollo de la sociedad de la información.
  • “Es una discusión técnica”: no, en absoluto. La red está detrás de la mayor revolución social de los últimos tiempos, el establecimiento de una sociedad intensamente bidireccional donde antes solo había unos medios de comunicación en manos y bajo el control de unos pocos, una sociedad clara y marcadamente unidireccional. Hay grandes grupos de presión que fraguaron su poder bajo esta unidireccionalidad dispuestos a luchar contra el poder ecualizador de la red, pero el papel de los representantes del pueblo debería ser el de defender los intereses de los ciudadanos, no el de esos lobbies económicos.
  • “La red nunca ha sido neutral, los paquetes no son todos iguales”: el hecho de que en el protocolo TCP existan bits de control para marcar un paquete de datos como urgente o para gestionar situaciones de congestión en la red (Notificación de Congestión Explícita o ECN, una forma de eludir la congestión con mecanismos de señalización) es un argumento utilizado a menudo por las operadoras a modo de descalificación o de prueba de la presunta ignorancia del interlocutor. En realidad, el argumento es completamente falso: que el protocolo TCP incluya bits de control o mecanismos de señalización de congestión no significa que puedan o deban ser utilizados por una operadora con ánimo de lucro. De hecho, nunca ha sido así: esos mecanismos se usan precisamente para marcar determinados tipos de tráfico en los que un retraso provocaría una caída clara de la calidad de servicio o para proporcionar un flujo más adecuado en situaciones de conexión, pero son “como el cariño verdadero”: no se compran ni se venden, simplemente existen, y son utilizados de manera completamente neutral. Precisamente “negociar” con esos mecanismos es  lo que las operadoras quieren hacer para situarse como árbitros: en su interés no está un mejor funcionamiento de las redes (razón para la cual se incorporaron esas especificaciones), sino obtener un lucro más elevado a cambio de distorsionar la competencia y la innovación.
  • “Las operadoras deben poder gestionar su capacidad en situaciones de sobrecarga”: bajo determinadas circunstancias, podría llegar a ser cierto, aunque esas situaciones de sobrecarga están muy lejos de producirse y pueden ser evitadas mediante los adecuados calendarios de inversión en desarrollo de infraestructuras de mayor capacidad. No se puede dedicar uno a un negocio renunciando a invertir en el mismo y proporcionando un servicio cada vez peor. Si las operadoras afirman estar colapsadas, deberían invertir más, y solo bajo determinadas circunstancias, restringir el tráfico según criterios completamente transparentes y comunicados adecuadamente a los usuarios, para que éstos puedan decidir si esa es la operadora que desean tener. Dichos criterios de optimización no podrán, bajo ningún concepto, vulnerar el secreto de las comunicaciones, y por tanto no podrá llevarse a cabo gestión alguna de tráfico en función de su contenido. Y en cualquier caso, la gestión de situaciones de colapso debe tratarse como situación de excepción, nunca como norma, estableciendo un porcentaje de admisibilidad bajo (estimado en torno a un 5%) del tiempo total ofertado al cliente. Si una red se satura más de un 5% del tiempo, no está pidiendo ser gestionada de manera no neutral, está pidiendo el despliegue de infraestructura adicional.
(Enlace a la entrada original - Licencia)

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