30 diciembre 2010

La experiencia sueca y el efecto Esquilache

El llamado “motín de Esquilache” se produjo en el año 1766, cuando el entonces Ministro de Hacienda, el Marqués de Esquilache, pretendió promulgar una ley para regular la vestimenta de los madrileños prohibiendo el uso de la capa larga y el sombrero de ala ancha. La pretensión era evitar el anonimato del que disfrutaban los ciudadanos cuando circulaban completamente embozados, y que presuntamente podía favorecer que se diesen a todo tipo de delitos o que escondiesen armas entre sus ropas. La medida abogaba por el uso de una indumentaria extranjera, la capa corta y el tricornio, y castigaba el uso de la capa larga y el sombrero de ala ancha con importantes multas que escalaban además en función de la reincidencia.

La policía sueca ha dado cuenta de la primera consecuencia de la legislación antidescargas, IPRED, introducida en el país en abril del pasado año 2009, y es precisamente el efecto que muchos habíamos anticipado: una elevación importantísima del uso de herramientas de anonimización y cifrado de la conexión, unido a la negativa de los ISP a almacenar datos de sus clientes con el fin de proteger su privacidad. Con los ISP en abierta situación de no colaboración, y la proliferación de herramientas como IPREDATOR, de la que hablamos anteriormente, que por cinco euros al mes ofrece un cifrado a prueba de bomba y una ausencia total de almacenamiento de registros, la policía sueca afirma que ahora, en un entorno en el que una amplísima mayoría de los usuarios circulan por principio encapuchados, le resulta prácticamente imposible perseguir a los verdaderos delincuentes, aquellos que se dedican a crímenes serios como la explotación sexual de menores o el fraude a gran escala.

Ese es el escenario al que se dirigen asimismo países como Francia, que optaron en su momento por promulgar “estados de sitio” en Internet suprimiendo derechos tan fundamentales del ciudadano como el secreto de las comunicaciones. Si decides criminalizar algo que simplemente no debería ser delito, te encuentras con que la jugada se vuelve en tu contra, y con que construyes un escenario de impunidad para el que sí quiere cometer crímenes serios. A eso se le llama “hacer un pan con unas tortas”. Una pista clara y cristalina para legisladores irresponsables. Que no digan que no se lo advertimos.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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