Hace unos días me contaban cómo la ministra de Cultura saliente, Ángeles González-Sinde, se había dedicado a presumir en el Festival de San Sebastián sobre las cifras de películas producidas por el cine español durante el escaso tiempo que duró su mandato, diciendo cosas como que “eso sí que era hacer industria”.
Paralelamente, un director español, Tinieblas González, da una larga rueda de prensa en la que de manera completamente abierta desgrana uno por uno todos esos “éxitos” del cine español: salvo escasas excepciones de directores que verdaderamente pueden crear el producto que quieren, esa “industria” que la ministra presume haber creado es un inmenso páramo en el que una gran mayoría de las creaciones tienen como finalidad conseguir subvenciones, y para ello se estrenan en pequeños cines de barrio donde se pasan una sola vez ante una cantidad ridícula de espectadores o, en una práctica ya consolidada, se adquiere la taquilla para generar cifras falsas y acceder a más dinero. Aunque el video os parezca largo (algo más de una hora), de verdad que vale la pena verlo para entender el entorno del que estamos hablando: esa “industria” de la que tanto presume la ministra.
Una enorme mentira en forma de entramado de ayudas con dinero público, estatales, autonómicas, de televisiones y de organismos de diversos tipos que se retuercen para que una serie de productores consigan fraguar negocios basados en percibir un dinero que no se gastan. Cuentas hinchadas hasta mucho más allá del límite del sentido común, sueldos que no se pagan, personas que trabajan por – nunca mejor dicho – amor al (séptimo) arte para encontrarse después sin control de sus obras o viendo cómo se perpetran producciones con una minúscula cantidad del dinero comprometido, o cómo no se estrenan (estrenarse de tapadillo para “cumplir el expediente” y recibir la subvención no es estrenarse) o no llega a verlas prácticamente nadie (adelantar tú mismo el dinero de la taquilla para cobrar así la subvención tampoco cuenta como espectadores). Esa es la realidad del cine español: una cueva de aprovechados que han montado su chiringuito alrededor de un sistema puesto ahí por ellos mismos para llenarse los bolsillos, y consolidado por una ministra de la propia industria que vino para inflar la burbuja todavía más.
Nada que no hubiésemos contado ya anteriormente o que no hallamos visto ya en otros sitios, en cortos ingeniosos o incluso en las memorias del mismísimo Alfredo Landa), pero que expuesto así, con todos los detalles y desde dentro de la propia industria resulta todavía más ofensivo, más crudo, más de juzgado de guardia. Una legislación pensada para inflar una industria fantasma que, legitimada por la visibilidad de las exitosas actividades de muy pocos creadores, sirve en realidad para exprimir las arcas públicas y aprovecharse del trabajo de muchos en un submundo turbio lleno de falsedades. Todo el respeto para quienes, a pesar de lo perverso del sistema y de los siniestros aprovechados que lo pueblan, consiguen hacer una película y tener éxito, porque realmente, la industria no lo favorece. Y no, no se trata de unos pocos “cazadores de subvenciones que hay en todas las industrias”, porque la proporción, sencillamente, ofende: se trata de corrupción y fraude generalizados, de productores sin escrúpulos, de creadores explotados y expoliados, de mentiras de todos los colores, y de una ministra dedicada a hacer crecer ese sistema perverso y darle apariencia de normalidad. Esa es la industria que hizo crecer la señora ministra a la que se le llenaba la boca hablando de descargas e insultando a sus propios espectadores. Esos son los grandes éxitos del cine español.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.