11 marzo 2012

Stephen Wolfram y el ?quantified self?

Impresionante artículo de Stephen Wolfram en Wired, titulado The personal analytics of my life, en el que analiza más de veinte años de datos sobre sí mismo y sus hábitos: gestión del correo electrónico, uso del teclado, reuniones de trabajo, llamadas telefónicas, número de pasos, documentos producidos, palabras escritas, etc. Un artículo que me permite escribir sobre un tema en el que llevo tiempo interesado: la tendencia hacia el quantified self como modo de vida.

La idea de quantified self se encuadra dentro de tendencias como el lifelogging, el digital footprint o el sousveillance, o con experimentos interesantes como MyLifeBits, de Microsoft Research, de los que ya hablamos aquí hace algunos años: llevar un registro de toda nuestra actividad mediante analíticas y sensores de diversos tipos, con el fin de analizarlos posteriormente. Hay ya páginas web y conferencias dedicados al tema, o aplicaciones de personal analytics todavía en beta como Me-trics. Filosóficamente, el concepto implicado es el de self-awareness, la conciencia de uno mismo, y la posibilidad de establecer autoenlaces con la misma para diversos fines, desde contar con una “memoria” que puede ser evocada a voluntad independiente de las limitaciones de los circuitos neuronales, hasta temas como la salud, la mejora personal, etc.

Lógicamente, a medida que avanza la tecnología, la idea de quantified self va extendiéndose: el registro de datos recogidos por Stephen Wolfram a lo largo de veinte años se refiere en su gran mayoría a actividades que lleva a cabo delante de un ordenador y que puede registrar fácilmente mediante software, pero desde hace dos años ha empezado a incluir tecnologías separadas del propio ordenador, como un podómetro que registra los pasos que da. Me sorprendería, aunque Stephen no comenta nada al respecto, que no estuviese probando dispositivos como la pulsera UP de Jawbone o los tensiómetros y básculas de Withings, por poner únicamente algunos de los que he oído hablar últimamente.

A medida que la tecnología lo permite, los objetos que utilizamos todos los días de manera cotidiana nos ofrecen la posibilidad de sensorización, de medir cómo los utilizamos o cómo evolucionan muchas variables de todo tipo – corporales, de contexto, de ambiente, etc. – en relación a los mismos. El móvil, por ejemplo es un caso claro: de ser un aparato utilizado para hablar por teléfono, ha pasado a ser un ordenador completo que llevamos encima en todo momento, que nos hace volver a casa si por error salimos sin él, y que es capaz de registrar constantemente en sus múltiples sensores series continuas de datos sobre, por ejemplo, geolocalización, nivel de ruido ambiente, o registros de nuestras actividades en la web o en diversas aplicaciones de todo tipo. Ya he visto incluso alguna startup prometedora dedicada a este tema.

La tendencia es clara, y por su naturaleza, no puede hacer más que subir en su popularidad: todos somos, en mayor o menor medida, un poco voyeurs de nosotros mismos, más aún si a ello se añaden aplicaciones capaces de proporcionar análisis relevantes sobre esos datos que vamos generando, y lógicamente, con un control y una conciencia claras de quién tiene acceso y cómo maneja esos datos. Estoy completamente de acuerdo con la forma en la que Wolfram inicia su artículo:

One day I'm sure everyone will routinely collect all sorts of data about themselves.”

 

Algún día, estoy seguro de que todo el mundo recogerá rutinariamente todo tipo de datos acerca de sí mismos. La miniaturización, la sensorización progresiva, el crecimiento de la conectividad  y el avance de la tecnología en todos los sentidos están haciendo de este tipo de temas, antes ciencia-ficción, ya una palpable realidad.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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