28 febrero 2013

Automóviles, tecnología y economía-ficción

Ford Google TeslaAprovechando mi paso por el reciente MWC de Barcelona, tuve la oportunidad de mantener algunas interesantes conversaciones con directivos de una compañía relativamente atípica en este tipo de eventos, Ford, y de hacer un poco de “economía-ficción” con respecto a la futura evolución de la industria automovilística y la tecnología.

La marca norteamericana lleva ya un cierto tiempo reforzando su imagen en torno a la tecnología de una manera completamente diferente a como lo hace el resto de su industria: la tecnología en la industria del automóvil ha sido siempre cerrada, intensamente propietaria y exclusiva: desarrollos que tratan en muchas ocasiones de “reinventar la rueda” con precios y prestaciones poco competitivos, pero que proporcionan pingües beneficios debido a factores como la integración. Un GPS de serie es típicamente mucho más caro y deficiente en prestaciones que el que puedas instalar por tu cuenta o incluso llevar en tu smartphone, pero muchos usuarios lo adquieren porque “ya viene integrado en el salpicadero”.

Frente a esto, Ford propone un modelo abierto: sobre Sync, un desarrollo que ha supuesto más de cinco años de trabajo con Microsoft, desarrolla una API , AppLink, que permite una arquitectura de integración abierta, sobre la que cualquier desarrollador puede proponer apps para los temas que se le pasen por la imaginación. Las primeras apps que están surgiendo de esta plataforma tienen lógicamente que ver con el entretenimiento a bordo, tal como la integración de Spotify con comandos de voz que permitan un manejo completo de la aplicación cuando se está al volante, apps para leer titulares de prensa, etc. Pero la arquitectura va más allá, porque permite también acceso a parámetros del automóvil: no para modificarlos – por un tema básico de seguridad – pero sí para, por ejemplo, consultar su estado, lo cual podría llevar, desarrolladores imaginativos mediante, a una nueva área de desarrollo de aplicaciones específicamente pensadas para el automóvil, un paso más allá del mero entretenimiento.

Los planes de Ford en este sentido son ambiciosos: ofrecer a los desarrolladores para sus apps una base instalada de muchos millones de automóviles y un entorno flexible y atractivo de desarrollo. A partir de ahí, la reflexión es interesante: la idea es obtener la fuerza suficiente como para llegar a ser un estándar de facto, la plataforma que otras marcas quieren tener para poder ofrecer a sus clientes el acceso a esa base de apps. Todos somos ya conscientes del poder de las apps a la hora de extender la funcionalidad de nuestros aparatos, ¿por qué no iba a ser el automóvil una plataforma adecuada para instalar o desinstalar apps sobre un sistema operativo, convirtiendo a Ford en “el Android del automóvil“? Como nos comentaba Alan Mulally, presidente y CEO de la compañía, hace algo más de un mes en Detroit“the car as the ultimate mobile app of choice”. Sin duda, una estrategia novedosa en la industria, y que está logrando situar a la marca en el punto de mira de un interesante segmento de consumidores interesados en la tecnología.

Pero vamos más allá en la integración entre automóvil y tecnología: ¿qué opina Ford de los “automóviles que conducen solos” propuestos por Google? La mayoría de las empresas de automoción se aproximan a este ámbito de desarrollo tecnológico como “ayudas a la conducción”, no como sustitución de la misma. Pero ¿consideran de alguna manera a Google como un posible competidor? La respuesta es clara e inequívoca: no. Sin embargo, pocas industrias de aquellas en las que Google ha irrumpido y generado cambios consideraban a Google como tal competidor, y la experiencia es que la compañía del logo multicolor muestra una querencia bastante grande por los proyectos “que cambian el mundo”. Irrumpir en el escenarios de la automoción con una propuesta que reduce drásticamente el número de accidentes, que multiplica la productividad y la eficiencia en los desplazamientos, y que modifica el escenario de una manera tan radical es sin ninguna duda una buena manera de entender ese concepto de “cambiar el mundo”. Y Google, que ya ha invertido mucho no solo en el diseño y las pruebas del vehículo, sino también en el esfuerzo de lobbying necesario para que el uso de vehículos autónomos se declare legal en los estados de Nevada, Florida, Arizona y California, parece poco proclive a dejar el experimento en simplemente un “detalle simpático” con el que impresionar a los visitantes ilustres al Googleplex.

Puestos a lanzar su idea, Google tendría dos posibilidades: una, tomar la tecnología ya desarrollada, empaquetarla, y licenciarla a las marcas de automoción. Interesante por la idea de plataforma que subyace y que ya ha probado su valor en el caso de Android, pero que choca con el obstáculo anteriormente citado: las marcas no pretenden que sus automóviles conduzcan solos, sino simplemente que el conductor cuente con más mecanismos de ayuda a dicha conducción. Por tanto, la oferta de una plataforma tecnológica a las marcas correría el riesgo de ser ignorada por estas, o interpretada de una manera que no ayudase en nada a su rápida adopción.

La segunda posibilidad, indudablemente más agresiva, es irrumpir directamente en el segmento de la automoción con la adquisición de una compañía. ¿Imaginamos a Google descolgándose de repente con la adquisición de una compañía de automoción para dar salida a las tecnologías que ya tienen desarrolladas? El despliegue tecnológico que posibilita el driverless car de Google (aunque la legislación obliga a que un humano vaya sentado tras el volante, la realidad es que en los paseos que Google da a sus invitados cuando los recoge uno de estos vehículos, el “conductor” va prácticamente todo el tiempo dado  vuelta y hablando con el pasajero) está desarrollado sobre automóviles Prius de Toyota, pero la marca japonesa, valorada en unos 160.000 millones de dólares, supone un objetivo de adquisición completamente imposible. La ya mencionada Ford, interesante por su enfoque tecnologico, tiene una capitalización en torno a los cincuenta mil millones, que supondrían la locura de utilizar la práctica totalidad de los recursos de Google en un tema calificable, como mínimo, como de “tangencial” para su negocio.

Puestos a hacer economia-ficción, la candidata ideal sería Tesla Motors: la compañía, que fabrica tres modelos de automóvil completamente eléctricos (un roadster,un sedán familiar y un SUV) con impresionantes prestaciones, está consiguiendo sanear rápidamente su balance, tiene una capitalización bursátil de unos cuatro mil millones de dólares (menos de un tercio de lo que Google pagó, por ejemplo, por Motorola), y tiene además tanto a Larry Page como a Sergey Brin como accionistas, lo que hace que conozcan en detalle los balances y perspectivas de la empresa. Los fundadores de Google nunca han ocultado su interés por las tecnologías limpias y la ecología en general. Elon Musk, creador de Tesla, no puede negar un perfil personal muy parecido a lo que en la compañía de Mountain View califican como “googley”, y aunque ha comentado en varias ocasiones su interés por crecer como una compañía independiente que popularice el automóvil eléctrico a precios razonables, podría encontrar una comunión de intereses muy razonable de cara a ese objetivo en los fundadores de Google.

Los vehículos fabricados por Tesla Motors tienen por el momento un precio elevado como corresponde al hecho de ser sin duda lo más avanzado en prestaciones, autonomía e I+D en el entorno del automóvil eléctrico. Atraen un creciente interés en las ferias de automoción, tienen un diseño indudablemente atractivo, y son objeto de deseo de todo aquel geek que los conoce. ¿Podemos imaginar a Google adquiriendo una compañía de automóviles?



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27 febrero 2013

Programación, superpoderes? y la riqueza de las naciones

 

codeorg“Para empezar a desarrollar tus superpoderes, pásate por Code.org“.

Tras la decisión del Reino Unido de empezar a incluir la programación y las ciencias de la computación como parte del curriculum educativo en el bachillerato, otros países van empezando a considerar que posiblemente no sea una mala idea, o incluso que seguramente sea mejor empezar desde niveles anteriores.

Un buen vídeo con amplia participación de role models para popularizar la idea de que la programación es una habilidad fundamental y de crucial importancia. Esto del aprendizaje de la programación en las escuelas desde el nivel elemental está verdaderamente tomando tracción, y siendo reconocido como uno de los grandes factores que determinarán la competitividad de los países en un futuro cada vez más cercano.

Veremos qué países se dedican a competir por ser los últimos en enterarse…



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Instagram, las previsiones y la realidad

instagramiconInstagram alcanza los cien millones de usuarios al llegar a sus dos años de vida, exactamente como las previsiones anticipaban. Todas esas “historias para no dormir” que afirmaban que la compañía iba a cerrar, que estaba preocupadísima o al borde del colapso porque “los usuarios la abandonaban en hordas incesantes” eran, como anticipamos en su momento, completamente absurdas y falsas.

Las previsiones son difíciles (sobre todo cuando se trata del futuro :-) Pero lanzar historias sin fundamento alguno sobre usuarios protagonizando revueltas basadas en microdinámicas sin verificar, y más cuando los sistemas de referencia utilizados sufren variaciones es, sencillamente, una estupidez. Creérselo, más aún. Hay demasiada gente a la que no gusta que la realidad le estropee una buena noticia, y que cuando ven que Instagram ha cambiado sus términos de uso, que eso ha generado algunas reacciones en contra, y que aparece una publicación poco rigurosa a decir que sus usuarios activos han sufrido un descenso, suman 1+1+1 y se empeñan en que tiene que salir 4. Pues no, no sumaban 4: Instagram sigue teniendo un servicio muy bueno, sigue consiguiendo que las fotografías de sus usuarios parezcan más bonitas de lo que realmente son, y sigue llevando de manera natural a que las quieran compartir. Por supuesto, en ningún momento esas fotos han pasado a ser “propiedad de Instagram”, ni los usuarios han “perdido sus derechos sobre ellas”, ni se han “cedido a terceros para su uso comercial”, ni ninguno de esos cuentos de viejas que afirmaba “con total seguridad” que ocurrirían porque la compañía, misteriosamente, se había vuelto malvada de repente. Facebook puede ser muchas cosas y haber logrado cultivar una muy mala fama en todo lo relacionado con la privacidad, pero la adquisición que hizo en Abril del año pasado tenía treinta millones de usuarios, y ahora tiene más del triple. Si alguien se dio de baja en el servicio por aquel episodio que en realidad no tenía ninguna importancia, sobrerreaccionó claramente.

El episodio de Instagram con respecto a sus términos de uso fue eso, un episodio sin importancia, que muestra algunas cuestiones claras: por un lado, que en la red de hoy en día es imposible que determinados comportamientos que podrían ser considerados un abuso tengan lugar, simplemente porque hay demasiados ojos mirando. Por otro, que es fundamental desde un punto de vista comunicativo reaccionar muy rápido a cualquier malentendido y tener hilo directo con tus usuarios, porque la información en la red es como un tornado que crece en intensidad rápidamente. Y tercero, que las sobrerreacciones son peligrosas: visto lo sucedido a una Instagram que intentó ser completamente transparente y publicitar de manera clara los cambios en sus condiciones de uso, otras empresas podrían estar tentadas a intentar hacer esos cambios, cuando lo precisen, de maneras más subrepticias. En realidad, hablamos simplemente de mejorar las maneras de comunicar algo tan complejo como las diferencias entre el lenguaje de las personas y el utilizado en los términos legales, pero sin duda es un tema al que hay que estar atentos.

Eso es lo que hay: un crecimiento fenomenal y un buen servicio que la gran mayoría de sus usuarios adoran. No, las empresas no gustan de suicidarse públicamente cambiando sus términos de uso de manera salvaje, abusando de la confianza de sus usuarios y convirtiéndose en malvadas. Eso es, desde una pura óptica de sentido común, una estupidez. Cuando veas “historias para no dormir”, aprende a contrastarlas con la realidad, la lógica y las series temporales.



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26 febrero 2013

Interfaces futuristas: Myo y el control con los músculos del brazo

myoVeo en este artículo de Wired, Your next computer will live on your arm, un interfaz completamente futurista pero ya desarrollado por Thalmic Labs, terminado y con fecha de finales de 2013 para los primeros envíos, basado en la medición de impulsos eléctricos por parte de los músculos del antebrazo.

Se trata de un brazalete llamado Myo (el prefijo griego utilizado para “músculo”) que recoge y amplifica la inervación voluntaria de los músculos del antebrazo cuando llevamos a cabo diversos movimientos, y los traduce en órdenes para diversos programas. Podemos, por ejemplo, hacer que un gesto ascendente con la mano se traduzca en una elevación de volumen en nuestro ordenador, un gesto descendente en la consecuente disminución de volumen, uno lateral en un cambio de ventana o un paso de página, un chasquido de los dedos en un “Play”, o asociar movimientos más complejos o posturas variadas del brazo, mano o dedos (en realidad, cualquier secuencia de inervación muscular reconocible) con órdenes de cualquier tipo. El vídeo resulta claramente explicativo, y permite entender por qué la empresa se refiere a su creación con un expresivo “libera al jedi que hay en ti” :-)

 

 

El dispositivo aprende de tus patrones de inervación muscular, y una pequeña vibración en el brazalete permite al usuario saber que su orden ha sido procesada, con el fin de mejorar el proceso de aprendizaje. Las posibilidades pueden ser muy variadas, y la empresa pretende extenderlas con la publicación de una API abierta a desarrolladores que quieran incorporar este tipo de controles a cualquier función y programa que se les ocurra. El resultado final evoca en cierto sentido el uso de gestos que se lleva a cabo con Kinect, pero no precisa del uso de cámaras de ningún tipo: los movimientos son recogidos directamente de los músculos que los generan.

Para muchas tareas, depender de un brazalete puede parecer un tanto absurdo. Pero para otras situaciones, el desarrollo ofrece una posibilidad como mínimo curiosa, una idea creativa con algunas posibilidades interesantes. Por el momento, curiosidad. Veremos la evolución.



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25 febrero 2013

En MWC 2013

MWC 2013Llegué anoche a Barcelona para asistir hoy y mañana al Mobile World Congress (MWC) 2013, convertido decididamente en una de las grandes citas de la industria. En este mundo, ya prácticamente ninguna empresa reserva lanzamientos para estas grandes citas comerciales: si se presenta algo aquí, es debido a que coincidía bien con el timing natural de ese lanzamiento, pero no por ello deja la cita de tener su interés.

Mi invitación al evento proviene de Ford, con quienes estuve recientemente en el Salón del Automóvil de Detroit (NAIAS 2013), en lo que es para mí un claro síntoma de los tiempos: venir a una feria tecnológica dedicada a las tecnologías móviles invitado por una marca de automóviles que presenta en ella sus productos.

¿Cosas que tengo ganas de ver? Además de los lógicos sospechosos habituales y de algunos saludos a amigos y conocidos, tengo ganas de pasarme por BlackBerry para comentar algunos temas de la parte que no puedo probar del dispositivo que llevo encima desde hace algunas semanas (la de gestión corporativa, que no tengo lógicamente instalada pero me intriga mucho por las posibilidades que creo entrever), y también por Geeksphone: estuve con Javier Agüera el pasado miércoles en una charla en la ETSIT, tuve la oportunidad de jugar un rato con ese Firefox OS que se presentó hoy, y aunque pude ver poco, me dejó intrigado por aspecto y velocidad. Entiendo perfectamente (y no soy el único) la apuesta de las operadoras por el recién presentado sistema operativo: una situación de duopolio asfixiante en manos de Apple y Google es decididamente mala para su poder de negociación, y Firefox OS se presenta como una alternativa razonable que no proviene de ningún fabricante en concreto, ligera para correr en casi cualquier dispositivo incluidos los de bajo coste, y cuya apertura total le proporciona una neutralidad y unas posibilidades de posicionamiento muy interesantes.

Si además la agenda me coincide bien para ver la charla de Dennis Crowley, ya perfecto, pero me es imposible saber cuándo habla porque la página web del evento es lo peor que he visto en mucho tiempo, con una usabilidad que parece directamente un mal chiste.

Iré contando…



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24 febrero 2013

Hablando sobre el periodismo de marca, en El País

El 'boom' del periodismo de marca - El PaísFernando Barciela, de El País, me llamó para hablar sobre el auge de medios de comunicación puestos en marcha por empresas, el llamado brand journalism o branded content, y hoy me cita brevemente en su reportaje titulado “El boom del periodismo de marca“.

La conversación, que duró algo más de media hora, giró fundamentalmente en torno al concepto de cómo este tipo de evolución provenía del mismísimo diseño de la web social y el search engine optimization (SEO): las páginas web de toda la vida en modo “folleto electrónico” ya no son eficientes a la hora de obtener enlaces entrantes ni relevancia, de manera que las compañías pasan a desarrollar una función de generación contante de contenido que pueda asegurarles una atención.

El brand content cumple, en este sentido, un triple objetivo: por un lado, convierte a la marca en referencia en aquellos temas en los que sea capaz de crear contenido de una manera regular y exitosa. Por otro, le permite orientar o editorializar ese contenido, siempre que no lo haga de una manera burda, para poder moderar y responder a la conversación generada por el mismo. Y por otro, le proporciona una relevancia que puede ser utilizada para responder a otras publicaciones, muchas veces cabeceras históricas, casi en pie de igualdad, como ocurrió en el ya famoso caso que cité en su momento, allá por 2006, de General Motors frente al New York Times: cómo un poderoso medio tuvo que responder ante el derecho de réplica ejercido por una marca no en el mismo medio, sino en su página corporativa.

¿Qué ocurre cuando los medios, cada día más, no cuentan “la verdad” como tal, sino “su verdad” convenientemente editorializada para agradar a unos lectores convertidos en ávidos seguidores de una línea editorial determinada? La función central del periodismo de “informar” se ve claramente desplazada frente a la de “generar opinión”, y eso lleva a que, ante la asunción de que el contenido está ya adulterado por unos intereses concretos y determinados, podamos en muchos casos razonar que es mejor tener claro qué intereses son esos. En el caso del medio, los intereses pueden ser de muchos tipos. En el de la marca, el interés suele percibirse como más claro y unívoco, y expresado en forma de resultados – aunque no necesariamente en el cortoplacista “vender más”, sino muchas veces adecuadamente matizado por criterios de sostenibilidad en ese proceso.

En esta evolución del periodismo cabe ver fundamentalmente una evolución a un entorno nuevo, en el que los medios de producción están en manos de cualquiera. Una marca no se planteaba comprarse una imprenta porque sencillamente no lo veía como su negocio, pero sí puede plantearse montar una redacción, porque ya contaba con un departamento de comunicación dedicado a la cada vez más inútil función de enviar notas de prensa. A medida que la nota de prensa se convierte en un anacronismo más y más marcado, en un “mira qué antiguo soy que aún envío notas de prensa” y en una triste manera de evidenciar tu lentitud de reacción (espera, no vamos a decir nada sobre este tema porque “estamos preparando la nota de prensa”), las marcas ven que poseer su propia cabecera permite desarrollar una influencia más fuerte, una autoridad asociada a aquellos temas en los que pueden evidenciar un encaje natural, y una “potencia de fuego” comunicativo en muchos casos importante.

La evolución del tema promete ser interesante. A la aparición de expertos en la mecánica de desarrollo del branded content que ponen sus medios al servicio de sus clientes corporativos, se unen cabeceras que incluyen dicho contenido como secciones especializadas en sus publicaciones, dando lugar a una amalgama en la que todo vale, siempre que esté claramente delimitada y con el adecuado disclosure.

Para los profesionales del periodismo, sin duda una oportunidad: a la antes clarísima dualidad entre el medio y la empresa, entre periodismo y “lado oscuro”, se une la capacidad de desarrollar una verdadera labor periodística dentro de una compañía, con condicionantes muy similares a los que existen en los medios de hoy: estás igual de condicionado, si no más, a la hora de escribir sobre propiedad intelectual en La Razón o en ABC que a la de escribir sobre un avance de investigación o sobre un anuncio de un competidor en una empresa determinada, por poner un simple ejemplo. Y al revés: las posibilidades de acabar escribiendo un publirreportaje más o menos disimulado empiezan a ser muy parecidas si escribes para según que diarios históricos, que si lo haces directamente para la marca que lo iba a esponsorizar. La crisis del periodismo ha llevado a que una cabecera ya no tenga muchas de las connotaciones que antes implicaba, y a que construirse una sea más una cuestión vinculada a poner en marcha una comunidad en torno a la misma, que de décadas y décadas de tradición.



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23 febrero 2013

El lobby del copyright ataca de nuevo

Rajoy-DoddEl timing coincide perfectamente: el pasado 22 de enero, Christopher Dodd, el mandamás de la Motion Pictures Ass. of America (MPAA), mantuvo una “reunión privada” y a puerta cerrada con Mariano Rajoy en La Moncloa, cuyo contenido no trascendió. Al poco tiempo, la Asociación de Internautas obtiene este impresentable y alucinante documento de reforma de la ley de Propiedad Intelectual que pretende nada menos que criminalizar el enlace, limitar los supuestos de copia privada, y universalizar el pago del canon, todo en uno.

Realmente, pensar que pudiésemos esperar algo decente del gobierno que aprobó la ley Sinde en su primer consejo de ministros, del que puso a Jose Ignacio Wert en su puesto o a Lassalle como secretario de Estado de Cultura era demasiado esperar. Este gobierno no solo no entiende la red ni la entenderá en su vida, sino que está asquerosamente acostumbrado a una servidumbre mansa a lobbies económicos de poder que pasan por la puerta a decir eso de “qué hay de lo mío”: viene Christopher Dodd, cuyo único mérito aparte de ser profundamente corrupto es el de dirigir la asociación de productores de películas norteamericana, y se reúne en secreto y a puerta cerrada con el presidente del gobierno, reunión monotemática que el presidente del gobierno jamás ha tenido con quienes defienden posturas alternativas o visiones diferentes sobre ese tan interpretable tema llamado propiedad intelectual. Rápidamente tras la reunión, el gobierno se lanza a una reforma de la ley de propiedad intelectual que, lejos de pretender adaptarla a unos tiempos actuales muy diferentes al momento histórico en el que fue concebida, pretende blindar el negocio de quienes criminalizan a los ciudadanos, persiguen la difusión de la cultura, estrangulan a los creadores y pretenden sostener derechos exclusivos en las condiciones que estimen oportunas en cada momento. Es la propuesta de reforma más absurda, corrupta e impresentable que se nos podía presentar, escrita directamente de puño y letra por las entidades de gestión de propiedad intelectual y por las asociaciones de empresas del gremio.

En cualquier país decente, la visita de Christopher Dodd llevaría a la gente a palparse la cartera. En este, le recibe el presidente del gobierno en secreto y a puerta cerrada, y le promete una reforma de la ley de propiedad intelectual que únicamente favorece a sus intereses, atropellando derechos fundamentales de los ciudadanos y pasándose por el forro la presunción de inocencia. Lo esbozado en el supuesto documento de reforma es una de esas leyes de imposible cumplimiento, pero está clarísimamente delineada por quienes se han enfrentado al tema en cientos de ocasiones anteriores para poder alambicar la cuestión de la mejor manera para sus intereses, con absoluto desprecio al sentido común y a la evolución natural del escenario. No, lo “normal” no es seguir tratando de proteger los intereses comerciales de quienes distribuyen la cultura de la mejor y más sólida manera posible: lo que hay que hacer es proteger a los creadores, no a quienes los estrangulan. A los que crean, no a los que se quedan con porcentajes enormes y abusivos de sus beneficios por la comercialización. Se debe proteger el derecho de los ciudadanos de acceder a las obras de manera razonable, no el que este acceso únicamente pueda llevarse a cabo de la manera que proponga la industria de turno. Las ventanas absurdas de explotación, las condiciones abusivas, la falta de oferta y las legislaciones a medida no deben ser consagradas ni protegidas, sino penalizadas.

Y sobre todo, no debe interpretarse que lo mejor para la industria norteamericana es lo mejor para la cultura española, porque claramente no es así. Que los actores principales en la industria cultural española sean empresas norteamericanas o se deban a ellas no quiere decir que la cultura española se beneficie de un escenario más restrictivo, antes bien al contrario. La cultura española podría beneficiarse enormemente de un escenario más abierto, de una visión reformista y moderna, de una empatía con la sociedad en lugar de una especie de macropersecución absurda. La ley Sinde y el disfuncional escenario generado por la misma, como en el caso de su prima cercana Hadopi, solo han conseguido que Francia y España sean, en ese orden, los países con mayor número de devotos del nuevo Mega y de Kim Dotcom: no busquemos causas, busquemos efectos.

Con este nuevo documento filtrado tenemos la evidencia: este gobierno solo va a seguir luchando contra la red y sus usuarios. El mismo gobierno que opina que “no puede ponerse todo en Twitter“, al que le gustan las reuniones a puerta cerrada, los inhibidores de frecuencias, que no aprueba la ley de transparencia o pretende descafeinarla hasta el límite de no poder superar las exigencias de ningún comité internacional. Ese gobierno es el que nos viene ahora con una reforma de la ley de propiedad intelectual sobre la que si algún día tuvimos dudas, debemos ir despejándolas rápidamente: va a ser una aberración impresionante al servicio de los lobbies que se dedican a explotarla, en contra de los tiempos, de los intereses de todos, y del sentido común.

Una vez más, aunque suene ya cansino, hay que volver a este tema. Con fuerza. A ponerse las pilas…



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?Cuando la tecnología derriba barreras de entrada, la sociedad se hace más libre?. Entrevista en La Nueva España

Cuando la tecnología derriba barreras de entrada, la sociedad se hace más libre - La Nueva España (pdf)Chus Neira aprovechó mi conferencia en Oviedo convocado por un evento de Telecable para entrevistarme para La Nueva España, y el pasado jueves lo publicó bajo el título “Cuando la tecnología derriba barreras de entrada, la sociedad se hace más libre” (pdf).

Entrevista de esas largas y agradables, en la que vas pasando de tema en tema como en una auténtica charla de café. La conferencia que la precedió había estado más dedicada a la nube, a las nuevas metodologías de trabajo y a los cambios en el escenario tecnológico corporativo para una audiencia fundamentalmente del área de sistemas y tecnologías de información, pero la entrevista no se quedó en esos temas, y terminamos hablando de cuestiones como las barreras de entrada que la tecnología está siendo capaz de derribar, las descargas, el periodismo, la interfaz entre política, y tecnología, la transparencia, y algunos temas interesantes más que fueron saliendo de manera casi espontánea durante la conversación.



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22 febrero 2013

El timo 301, mi columna de esta semana en Expansión

El timo 301 - Expansión (pdf, haz clic para ampliar)Mi columna de esta semana en Expansión se titula “El timo 301” (pdf), y hace referencia a esa lista con la que los Estados Unidos pretenden amenazar a nuestro país con supuestas sanciones comerciales – nunca ningún país ha sido sancionado por estar en dicha “lista”. Una lista escrita directamente de puño y letra por las empresas discográficas y por el lobby de Hollywood, con un criterio absolutamente arbitrario y ningún elemento más científico que el “nos toca presionar al gobierno de este o de aquel país para que hagan algo a favor de nuestros intereses”: ¿que se aprueba la demencial ley Sinde que elimina a los jueces porque les molestaba que no les diesen la razón? España sale de la lista 301. ¿Que un año después, la ley Sinde, como su prima cercana Hadopi, no ha servido para absolutamente nada más que para incrementar la popularidad de Kim Dotcom, y no ha cambiado un ápice la situación? España vuelve a la lista 301.

La lista 301 es tan absurda como lo siguiente: “si no estás de acuerdo con que el poder de los que se dedican a distribuir supuestamente en exclusiva las obras de terceros debe ser omnímodo, te pondré en mi lista, y a Obama vas”, con el detalle de que, además, Obama mira la lista, comenta algo sobre el tema en un par de discursos para que estén tranquilos, pero no hace nada más. No solo porque no quiera, sino también porque no puede. Pensar que los Estados Unidos van a dedicarse mañana a sancionar comercialmente a medio mundo, incluida una todopoderosa China a la que ni siquiera pueden plantearse sancionar, por no respetar unas reglas absurdas marcadas por una industria anclada en el pasado es como creer a estas alturas en las hadas y en los unicornios.

Que Estados Unidos, el país donde el ratón Mickey toma las decisiones sobre la duración de su propio copyright, quiera defender a una industria porque le genera con sus insostenibles prácticas unos ingresos determinados no tiene nada que ver con que en otros países tengamos que estar de acuerdo con perseguir y multar con cantidades absurdamente astronómicas a ciudadanos que lo único que hacen es buscar alternativas a un mercado inexistente o directamente demencial. Si quieren evitar las descargas, propongan alternativas con catálogos completos, con modelos de precio razonables, con fórmulas de uso versátiles, y sin ventanas de explotación ridículas que den lugar a una carestía en el acceso. Mientras tanto… que se vayan con el timo de la lista a Sierra Morena.

No, en muchos países, la idea de endeudar de por vida o enviar a la cárcel a quienes hacen clic en un enlace porque no encuentran una manera razonable o atractiva de acceder a un contenido suena a auténtica desproporción y barbarie. En algunos países se piensa, y con razón, que es la industria, mejorando su oferta y adaptándose, la que tiene que solucionar su problema. En algunos países se deja libertad a los jueces para que con su independencia de otros poderes, decidan si algo es delito o no lo es. Si eso nos lleva a estar en una lista, pues allá ellos con su lista.

A continuación, el texto completo del artículo:

 

El timo 301

Un año más, el lobby norteamericano de los contenidos presiona para que España vuelva a su lista 301. Supuestamente, la lista identifica a países cuya legislación sobre propiedad intelectual resulta "preocupante" para los intereses comerciales de los Estados Unidos.

En realidad, la lista 301 representa el chalaneo, el timo y las amenazas que la industria norteamericana aplica para defender la visión talibán y desfasada de un país que no tiene empacho alguno en "ajustar" sus legislación de propiedad intelectual a lo que marquen Disney, Hollywood o las discográficas. Un país que alarga la duración de los derechos de autor "casualmente" cada vez que al ratón Mickey le toca entrar en el dominio público, pretende "abochornar" a quienes sostenemos que la propiedad intelectual debe adaptarse al nuevo escenario digital.

Si sombreamos en un mapa los países que los lobbies de la propiedad intelectual ubican en su lista, lo sombreado excede notablemente a lo no sombreado. Si los Estados Unidos pretendiesen sancionar a todos los países de la lista, se autoexcluirían del comercio internacional. "Amenazar" a países como Canadá, Finlandia, Noruega, Chile, Israel, Italia o muchos otros que no han sido jamás sancionados tras años en esa lista es fútil. Amenazar a una China a la que los Estados Unidos no podrían sancionar ni aunque quisieran es estúpido.

Es absurdo tomar decisiones políticas por una lista que es, en realidad, un timo. Pertenecer a la lista 301 debería ser un orgullo: supone estar entre los países que pretenden adaptar la propiedad intelectual al escenario actual y reconvertir a las caducas industrias que explotan miserablemente a los artistas. Ningún país en su sano juicio debería aspirar a que su propiedad intelectual se gestionase de forma tan demencial como en los Estados Unidos. Ni son modelo para nadie, ni poseen legitimidad para serlo. Si en Estados Unidos quieren permitir que empresas caducas escriban sus leyes, allá ellos. A timar a otros.



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Hablando sobre LinkedIn y Facebook, en La Información

¿Por qué el mercado prefiere a LinkedIn antes que a Facebook? - La InformaciónAna P. Alarcos, de La Información, me envió algunas preguntas por correo electrónico acerca del buen comportamiento en bolsa de LinkedIn frente al más irregular de Facebook, y hoy me cita en su artículo titulado “¿Por qué el mercado prefiere a LinkedIn antes que a Facebook?“. Sin ser en absoluto experto en el tema bursátil, sí creo que pueden apuntarse algunas consideraciones sobre la diferente naturaleza de ambas empresas y su gestión.

A continuación, el texto completo que remití a Ana sobre ese tema:

 

LinkedIn es una empresa con una trayectoria enormemente coherente, sin bandazos estratégicos, y con un crecimiento sostenido. Tiene una dirección brillante y comprometida, y tres fuentes de ingresos repartidas de una manera muy saneada, aproximadamente un tercio cada una: cuotas premium de candidatos que quieren acceder a información de terceros, cuotas de empresas que publican ofertas de empleo y hacen selección de personal en la plataforma, y publicidad. En ese tercer epígrafe, la publicidad, LinkedIn es la única compañía capaz de hacer llegar un modelo de publicidad no intrusivo a un mercado segmentado en función de sus características profesionales, lo que la convierte en el soporte ideal para, entre otras cosas, todo el entorno B2B. LinkedIn es un ejemplo claro de red que aporta valor a sus usuarios, que privilegia la calidad del dato y del contacto, y que ha conseguido dominar claramente la batalla en su segmento, frente a competidores como la alemana Xing o la francesa Viadeo.

Facebook, por su parte, tiene una indudable tracción, mucho crecimiento y dinamismo, pero aún tiene mucho por demostrar. Por el momento, su valor es el de hacer publicidad en modo prácticamente branding a un público por lo general poco receptivo porque está en modo social, no en modo búsqueda. El indudable valor que tienen como canal de interacción con el usuario no es convertido en ingresos, porque los gestores de una página no pagan nada por utilizarla, únicamente si desean destacar mensajes o desarrollar campañas para atraer tráfico a la misma. Tener “Likes” en una página tiene un indudable valor desde el punto de vista de comunicación y proximidad a una marca, y muchas marcas intuyen que hacer publicidad en Facebook es la manera de llevar esos Likes a sus páginas, pero la ecuación de conversión no es directa. Se intuyen muchas posibles vías de ingresos, pero todo indica que ese potencial está resultando más difícil de materializar de lo que inicialmente podía esperarse.



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21 febrero 2013

Diez años de blog

Diez añosMe vais a perdonar, pero hoy me toca hacer una entrada con un poco de autobombo: día 21 de febrero de 2013, esta página cumple diez años desde que en 2003 me dio por aprovechar la noticia de la adquisición de Pyra Labs (creadores de Blogger) por parte de Google para lanzarme a un fenómeno, el de los blogs, que llevaba tiempo siguiendo como espectador. Aquel día creé mi cuenta de pago en lo que entonces se llamaba BloggerPro, y escribí mi dos primeras entradas; un primer saludo, y un comentario sobre aquella noticia. Sin titular (el Blogger de entonces no permitía poner títulos a las entradas), sin casi enlaces, y sin comentarios (aparecieron poco después gracias a un plugin, porque Blogger originalmente tampoco los tenía)…

Lo he querido evocar haciendo algo de arqueología y reuniendo las cuatro cabeceras que la página ha tenido a lo largo de este tiempo: de arriba a abajo, la primera duró algo menos de un año, y era la “no cabecera” estándar que ponía Blogger en 2003 en el primer diseño que escogí: ningún diseño, simplemente el nombre del blog, tan “original”… ¿cómo llamarle a un blog que escribe Enrique Dans? ¿Qué tal “El blog de Enrique Dans”?

La segunda, pintada de cualquier manera y sin mucho esmero por mí mismo juntando elementos que compuse en un programa de diseño con distintos tipos de letra y la única foto que utilizaba entonces, duró nada menos que desde 2004 a 2007: no, nunca acentué mi nombre, era simplemente una característica de esa fuente, la más parecida que encontré ese día a algo escrito a mano y con la que intentaba dar un cierto toque “personal”, una fuente que, de hecho, carecía en su juego de caracteres de vocales acentuadas. La foto también tiene su historia curiosa: no, no era un posado, sino un momento de atención durante un debate en la antigua sede de Expansión en María de Molina, en la que estaba moderando un debate, y que el fotógrafo del diario capturó así. Siempre he sido especialmente malo con el tema de las fotos porque me gusta estar detrás de la cámara, no delante, así que esa foto fue durante mucho tiempo la única que tenía razonablemente buena, y la estuve utilizando un montón de años, hasta el punto que llegó a alumbrar un micro-meme en las que algunos se hacían fotos con la misma pose :-)

La tercera cabecera fue la primera aportación de diseño de Pedro Puig desde Blogestudio, la empresa que me propuso migrar a WordPress y con la que trabajo desde entonces: con la misma foto y un toque más “arreglado”, estuvo funcionando hasta enero de 2010, en que aprovechamos la fotografía que Pedro Madueño me había hecho para la portada de mi libro, “Todo va a cambiar”, para que de nuevo Pedro propusiese un diseño nuevo. Actualmente estamos trabajando en ideas para un rediseño, pero está a la espera de que tenga alguna foto en la que me encuentre mínimamente a gusto ahora que Fitbit me ha cambiado la forma del cuerpo, de la cara, y hasta el estilo de vida.

¿Qué contar de diez años? No lo sé. Que nunca pensé en empezar una página pensando que duraría diez años. El año 2003 fue de “a ver de qué va esto”, la idea era usar la página para recopilar artículos de prensa o para publicar lo que escribiese pero no pudiese o no quisiese publicar en otros sitios. En aquella época llevaba ya tres años de vuelta en España tras los cuatro que había pasado viviendo en Los Angeles y doctorándome en UCLA, y además de mis clases, escribía muchísimo, no me callaba ni debajo del agua: la recopilación de artículos de entonces, de la época pre-blog, es tan grande que asusta pensar en el rollo que puedo llegar a tener.

En el año 2003 publiqué ciento cinco artículos de manera irregular: lo mismo me pasaban varias semanas sin escribir, que escribía dos o tres en un día, pero ya se podía ver cómo indudablemente le iba tomando el gustillo al tema. En febrero de 2004, al celebrar el primera año de blog, comprobé algo: que simplemente el hecho de querer escribir en el blog me hacía estar muchísimo más pendiente de la actualidad tecnológica, y que eso mejoraba sensiblemente el nivel y preparación de mis clases en IE Business School. A partir de ahí, febrero de 2004, empecé a escribir todos los días, lloviese, nevase o tronase, como forma de obligarme a mí mismo a estar actualizado, y no he fallado desde entonces (algún día fallaré, digo yo, tampoco es para dramatizar). Es parte de mi naturaleza metódica: cuando me quiero tomar las cosas en serio, o lo hago así, con reglas fijas, o no me sale y no soy capaz. Los freudianos lo llaman anal-retentiveness, aunque no recuerde yo ningún tipo de trauma con esa parte concreta de mi anatomía.

Y aquí seguimos. Con una página que sigue cumpliendo mis objetivos fantásticamente bien, que me sirve como repositorio personal de conocimiento y como fantástica fuente de retroalimentación y reacciones, que ha crecido mucho en todos los sentidos, y que muchos días tiene más comentarios, reacciones y repercusión fuera de la página que dentro de ella. Que viene a ser una historia de los últimos diez años de mi vida, de qué temas tenía en la cabeza en cada momento, qué preocupaciones, qué agenda… si pensamos en ese primer capítulo de la segunda temporada de Black Mirror (enlace solo disponible mediante VPN) que si no has visto ya, deberías de ver, mi blog sería una muy buena fuente para construir y alimentar ese “yo biónico” que me sustituya cuando me muera :-)

Casi todos los veintiunos de febrero desde que tengo el blog me he acordado de tomarme esta pequeña licencia de autobombo, y casi siempre digo lo mismo: el blog es lo que es gracias, en gran medida, a que es capaz de congregar una comunidad de personas interesadas en la tecnología y sus efectos sobre las personas, las empresas y la sociedad en su conjunto, que es el tema al que dedico mi investigación desde hace muchos años. Seguramente, si esa comunidad de personas no estuviese ahí, seguría alimentando el blog aunque fuese solo para mí: soy seguro que el mayor usuario tanto de mi caja de búsqueda como de mis páginas de archivo cronológico o temático, porque esta página sigue siendo fundamentalmente una manera de asegurarme un buen nivel de actualización en mis clases, conferencias y asesorías, que son las actividades que en último término generan el dinero con el que vivo. Pero en esta página hay mucho más que una forma de generar ingresos, del mismo modo que en mi trabajo hay mucho más que un trabajo: hay una pasión por los temas, una curiosidad, un interés personal, un “si me das días de treinta horas, seguramente dedicaría ese tiempo extra a lo mismo”, porque me encanta.

Pero con todas las motivaciones personales aparte, la página vale la pena porque estáis vosotros ahí. Porque hay personas con ganas de aportar enlaces, comentarios, puntos de vista, opiniones, experiencias, etc. día sí y día también. Los insultos y las salidas de tono desaparecieron con un leve cambio editorial en la política de comentarios que hice en 2008 con cuyo resultado no puedo estar más satisfecho, y últimamente me estoy pensando si eliminar también del panorama a quienes no simplemente disienten (bienvenidas sean las opiniones contrarias si se expresan con corrección y respeto), sino que se toman el blog como una terapia a la que acuden todos los días para llevar la contraria sistemáticamente a todo lo expresado: si los contenidos que aparecen en este blog te queman tanto que “necesitas” venir aquí a “protestar” de manera sistemática y habitualmente poco educada, hazte un favor, y no lo leas, porque las discusiones y la comunidad progresan más si eliminamos ese punto de vista que ya has expresado medio millón de veces. Pero esa decisión está aún en “veremos” (por cierto, ¿qué opináis al respecto?).

Muchas gracias a todos por diez años de fantásticas y gratificantes experiencias con una página en la red. Gracias a todos aquellos a quien ver mi primeros diseños de cabecera les ha llevado a evocar la de tiempo que llevan pasándose sistemáticamente por aquí, y gracias a los que acabáis de llegar, o a los que caéis por aquí en paracaídas desde un motor de búsqueda. Gracias a  Blogestudio por ser auténticos consultores de cabecera y, además, amigos. Gracias a Acens por hospedarlo con tan buena calidad. Gracias a SocialMedia, S.L. por vender con tan exquisito cuidado y dedicación esa publicidad con la que tan pesado me pongo en cuanto a temática, formatos y creatividades, y a Mediafed por distribuir también publicidad premium a los más de sesenta mil suscriptores del feed y los más de cinco mil receptores a través de correo electrónico. Al IE, por entender que mi blog es parte de mi dedicación como profesor, y no solo respetar y proteger mi libertad de cátedra, sino también apreciar esta parte de mi trabajo aunque no tenga lugar dentro de un aula ni reciba como contraprestación directa el importe de una matrícula. A mi familia, sobre todo por esos días que me niego a salir de casa hasta que no he terminado de escribir la entrada correspondiente.

Y a todos, por aguantarme y por estar ahí. Ahora, ¡a por diez años más!



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20 febrero 2013

Time to go, Mr. Ballmer?

ByeBallmerBill Gates afirma sin paliativos que la estrategia de Microsoft con los teléfonos móviles fue un error, y deja caer que la gestión de la estrategia por parte de Steve Ballmer no fue precisamente óptima. En la misma semana, Joachim Kempin, un ex-empleado de la compañía que entró en el año 1983 como empleado nº 400 y que estuvo más de veinte años en puestos de responsabilidad antes de retirarse, escribe un par de artículos durísimos y críticos con la gestión de Steve Ballmer, planteando que es preciso dar la vuelta a la compañía como a un auténtico calcetín si se quiere prepararla para el futuro que viene.

Realmente, poco que decir que no haya sido dicho ya. Con Windows Mobile, Microsoft llegó a ser en su momento el segundo sistema por cuota de mercado: ahora, con Windows Phone, alcanza a duras penas un 2%, y compite únicamente por el tercer lugar, alejadísimo de los líderes Android y iOS, y pretendiendo crecer a expensas de una aparentemente renacida BlackBerry que atesora una gran fidelidad en su base instalada tanto a nivel consumo como corporativo.

El responsable directo y único del desastre que supone que Microsoft haya desperdiciado miserablemente diez años de su historia se llama Steve Ballmer. El único directivo capaz de equivocarse siempre, de perderse toda tendencia importante, de ridiculizar todo aquello que posteriormente triunfó, de convertir sus desprecios en indicadores de futuros éxitos y, a pesar de todo, seguir ahí, inasequible al desaliento. Diez años de cotización absurdamente plana mientras sus competidores rozan el cielo de los mercados. Diez años de enroque, de sucia política interna para mantenerse asentado en su puesto, eliminando a todo posible competidor. Diez años de destrucción neta de valor en lo que hoy podría ser uno de los principales actores del escenario tecnológico, un papel que Microsoft perdió ya hace mucho tiempo, y que sería muy bueno para la diversidad del ecosistema que recuperase. Hoy, usar Microsoft es sinónimo de estar desactualizado: los productos “estrella” de la compañía, Office y Outlook, son característicos de compañías y personas ancladas en el siglo pasado. En las escuelas de negocios ya hace algunos años que nos dedicamos a enseñar a nuestros alumnos cómo moverse en nuevas metodologías de trabajo centradas en la red, con tecnologías distintas a las que propone Microsoft.

Los accionistas de Microsoft son o bien lo más tolerante del mundo, o bien todos directamente tontos, porque todo esto no es casualidad, hay que personalizarlo: en una compañía llena de personas brillantes, innovadoras y comprometidas, el responsable es solo uno, y se sienta en todo lo alto de la pirámide jerárquica.

Time to go, Mr. Ballmer? 



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19 febrero 2013

Tu ADN y tú: ¿cuánta información es demasiada información?

ADNUn breve pero interesante artículo en GigaOM discute, a la luz de los constantes descensos de precio de las tecnologías de secuenciación y diagnóstico genético, hasta qué punto puede llegar a ser recomendable obtener nuestro mapa genético cuando estamos sanos.

Obviamente, en caso de enfermedad, cuanta más información que permita su tratamiento, mejor. Pero ¿qué ocurre en el caso de personas sanas, que posiblemente no puedan hacer nada en ese momento de su vida con lo que descubran interpretando los resultados obtenidos en la secuenciación, o peor, que caigan víctimas de la hipocondria o la ansiedad por el temor a cuadros clínicos que en muchos casos no van a manifestarse hasta etapas mucho más avanzadas en sus vidas?

Cuando nos ubicamos ya en un escenario en el que el coste de obtener la secuencia completa de tu ADN se sitúa en torno a los mil dólares, y en el que el que empresas como 23andMe, de la que hemos hablado en otras ocasiones, ya ofrece sus servicios (no una secuenciación completa, pero sí una razonable caracterización de los marcadores más importantes) por noventa y nueve dólares, conviene pensar en la manera en la que las personas o la sociedad en su conjunto van a recibir este tipo de información. Conviene estudiar, por lo significativa que resulta, la evolución del precio de los servicios de 23andMe: la primera vez que los mencionamos aquí, en marzo de 2008, costaba $999. La segunda, en enero de 2009, el precio era ya de $399. En julio de 2012 estaba ya en los $299, para finalmente descender hasta los $99 actuales.

Pero más allá del hecho de que la tecnología permita hacerlo, el planteamiento debe ser si realmente ayuda a algo o a alguien saber que tienes una predisposición determinada genéticamente hacia, por ejemplo, un tipo de cáncer determinado. ¿Hablamos de un simple “deseo de saber más de uno mismo”, o de algo que realmente puede de alguna manera ayudarte? ¿O agobiarte para el resto de tu vida? Los primeros estudios practicados y ya publicados tomando como base un conjunto de sesenta y tres personas a las que se había practicado la detección de una mutación de los genes BRCA que produce un síndrome hereditario de cáncer ovárico-mamario parecen indicar que las personas que averiguan una información de este tipo a través de estos servicios actúan de manera calmada, sin cuadros de ansiedad o histeria, y simplemente planifican el resto de su vida de una manera más consciente, pero hablamos de una muestra reducida y, sobre todo, del subsegmento de la sociedad que por el momento es afín a este tipo de técnicas (sin duda, personas con una renta media-alta y un nivel cultural elevado).

Por un lado, conocer que tienes una predisposición genética a una condición médica determinada puede ayudarte a prevenirla en la medida de lo posible estableciendo hábitos más saludables o estrategias diseñadas para ello. Pero por otro, existen muchas mutaciones aún no estudiadas o vinculadas con cuadros concretos, e incluso mutaciones conocidas que pueden acarrear riesgos o no en función de antecedentes familiares o por otros motivos relacionados con las condiciones de vida o la exposición a determinados factores ambientales, de manera que puede resultar complejo – o temerario, en función de las acciones que conlleve – hacer deducciones en función de la detección de una mutación. Sí, conocer una predisposición genética heredable puede ayudarte en tus decisiones a la hora de tener hijos, pero… ¿realmente quieres hacerlo, teniendo en cuenta que dichas mutaciones podrían transmitirse o no hacerlo, y que hablamos en la práctica totalidad de los casos únicamente de probabilidades? Un uso masivo por parte de la población de estas tecnologías podría indudablemente ayudar en la investigación de determinadas enfermedades y sus pautas, pero eso puede significar someter a individuos que posiblemente “viviesen felices en su ignorancia” a un elevado nivel de estrés, o abrir la puerta a procesos de evaluación o discriminación en función de variables genéticas cuya evolución última puede ser de muy difícil control. De hecho, existe ya en ese sentido y desde 2008 una Genetic Information Nondiscrimination Act (GINA) que protege a los ciudadanos contra la discriminación en función de su información genética en lo relacionado con empleo y con seguros de salud.

Por último, está la nada trivial cuestión de la atención sanitaria: cada vez que veo la página de mi Fitbit, veo que un médico podría diagnosticar mucho mejor mi salud si le proporcionase acceso a todos esos datos detallados y rigurosamente recolectados día a día sobre mi alimentación, mis hábitos de ejercicio físico, mi peso, mi porcentaje de grasa corporal… sin duda, quien tiene datos, tiene un tesoro. Pero la realidad es que encontrar un médico que pueda hacerse cargo del análisis de esos datos, si no media una condición muy concreta que lo recomiende, resulta muy complejo, y seguramente imposible de plantear en un sistema de salud a cierta escala.

El análisis los avances tecnológicos puede resultar muy interesante como ejercicio teórico. Pero en muchos casos, las resistencias no provienen de las capacidades de la tecnología o de la evolución de su coste, sino de un conjunto de factores que van mucho más allá. El caso de la cada vez más madura tecnología aplicada al diagnóstico genético es, sin duda, uno de ellos. ¿Y tú? En un escenario con diagnósticos de este tipo a precios ya razonables para un consumo masivo, ¿hasta qué punto te has planteado si realmente quieres tener cuanta más información, mejor?



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