Los planes de Apple para responder a la presión sobre el valor de su acción poniendo en el mercado un reloj de pulsera con iOS ponen de nuevo de actualidad el concepto de wearable computing, artefactos y gadgets de todo tipo que llevamos con nosotros en todo momento.
Desde el curioso concepto de reloj en la uña del pulgar publicado por Timex, hasta toda una constelación de medidores, sensores, cámaras, gafas, auriculares, etc. que oscilan entre lo rabiosamente futurista y lo directamente absurdo, se calcula que el mercado del wearable computing alcanzará el año que viene los mil quinientos millones de dólares.
Los monitores de actividad como Jawbone Up, Nike Fuel Band, Misfit Shine o Fitbit forman una categoría en sí mismos: mi Fitbit es el aparato que de manera más constante llevo encima, me lo quito únicamente cuando me meto en la ducha o para nadar, lo uso para evaluar desde mi ejercicio a la calidad de mi sueño, y me funciona incluso como despertador mediante su alerta programable por vibración (con el detalle además de que no molesto a mi mujer, que se levanta habitualmente más tarde que yo). Desde ayer, además, se sincroniza directamente con Android (con iOS ya lo hacía), lo que significa no tener que depender del ordenador para prácticamente nada más que para cargarlo una vez cada dos semanas.
Las cámaras que capturan nuestra vida, como esa Memoto de la que hablamos aquí cuando estaba aún en fase de proyecto, o las no tan novedosas directamente planteadas como cámaras espía ocupan otra subcategoría diferenciada por derecho propio, al igual que lo hacen los relojes como el ya citado proyecto de Apple, o los más reales I’m Watch, MotoActv, Sony LiveView o Pebble que sirven de soporte a funciones variadas mediante la integración con el smartphone y la posibilidad de instalación de apps. Si añadimos las gafas, bien mediante el modelo de realidad aumentada del Project Glass de Google, la idea de visualizar la pantalla del móvil en modo HUD o los conceptos inmersivos como los destinados al mundo gamer, empezamos ya a tocar ideas más futuristas. Y de ahí, puedes pasar a conceptos para necesidades mucho más marginales o directamente extravagantes, desde unas sandalias con detector de metales a un teclado de muñeca. Puedes ver múltiples ejemplos en este artículo, “Top 20 wearable gadgets“.
El wearable computing parece estar convirtiéndose en la próxima frontera de una electrónica de consumo que busca nuevas áreas de crecimiento. Mientras algunos de sus usos y posibilidades parecen sumamente interesantes, prácticos o incluso recomendables para un estilo de vida saludable, y están avanzando ya bastante hacia un consumidor medio diferente del “fashion-victim tecnológico”, otros parecen simples extravagancias o conceptos que me costaría bastante imaginarme como sujetos de una adopción masiva. ¿Qué dispositivos o conceptos te puedes imaginar adoptando en un futuro cercano o cuáles te generan una sensación de “no, por ahí no paso”?
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.