06 febrero 2013

?Solo en cines?? ¿tú estás tonto o qué?

Es uno de los elementos habituales en el marketing de películas: “solo en cines”. Indica que la película es un estreno y que los espectadores únicamente podrán verla si acuden a una sala de cine.

Repensemos ese elemento de marketing o tagline desde un entorno en el que la información fluye a gran velocidad: ¿qué es exactamente lo que estamos transmitiendo con ese mensaje?

Hace muchos años, el “solo en cines” era un valor que consistía en la novedad. Las películas que únicamente estaban disponibles en las salas de cine eran las que supuestamente todos querían ver, contrapuestas a otras producciones generalmente más modestas, como los telefilms, que debutaban directamente en televisión o en vídeo y no tenían cabida en el circuito privilegiado de las salas. Los cines eran “las ligas mayores”, “la primera división”, el circuito en el que todo productor o director quería llegar a ser relevante.

Pero a día de hoy… ¿qué estamos diciendo exactamente cuando etiquetamos con un “solo en cines”? En primer lugar, estamos diciendo que somos unos idiotas de primera magnitud: tenemos un producto que los clientes posiblemente quieran, pero en lugar de dárselo a través de todos los canales posibles, preferimos fastidiarlos, decirles que o lo consumen con las condiciones que nosotros les imponemos, o que no lo podrán ver de manera regular. ¿Quieres ver mi producto? Pues sal de casa, recorre la distancia hasta una sala de cine, y consúmelo ahí, porque eso es lo que hay. Que estés dispuesto a pagar por mi producto me da exactamente igual: si no quieres verlo en las condiciones que yo arbitrariamente te impongo por la sencilla razón de que “siempre se ha hecho así”, te fastidias. Como siempre se ha hecho así cuando no existía internet, ahora que sí existe, lo seguimos haciendo igual ¿O te crees que tú, por el simple hecho de ser quien paga, por ser eso que llaman “cliente”, vas a tener la razón? No, la razón la tengo yo…”porque lo mío es ¡el cine!”

En segundo lugar, estamos diciendo que somos parientes de esos avestruces que supuestamente metían la cabeza bajo la arena: sabemos perfectamente que las ventanas de explotación geográficas o de formato son lo que más incentiva la distribución irregular a través de la red. Que son el incentivo perfecto para que la película esté disponible en las redes P2P y en las páginas de descargas. Que las razones más habituales para descargarse una película son que no está disponible en el formato en que se desea consumir, que hay que esperar demasiado para consumirla como uno quiere, o que la queremos consumir en diversos dispositivos. Pero eso, a nosotros, nos da exactamente igual, preferimos enterrar la cabeza en la arena y repetir esa estupidez del “lo quieren todo gratis” como si fuera un absurdo mantra. ¿Qué decimos cuando etiquetamos con “solo en cines”? Que mentalmente estamos aún en los años ’80, y que no nos hemos enterado de que existe internet.

Y en tercer lugar, pero no menos importante, estamos transmitiendo un mensaje pleno de negatividad: yo, el que te traigo la película, el producto que deseas adquirir, soy el que te lo restringe, el que te fastidia, el que te impide acceder al mismo. Pregunta a cualquiera que sepa algo de marketing cual es el coste real de ese mensaje negativo: eres el idiota que, si no saco un rato para ir a una sala de cine, me fastidia sin película, aunque estuviese dispuesto a pagar por verla en mi casa. Eres el que justifica el uso de un canal irregular, porque así fastidio al imbécil que me quería fastidiar a mí con sus restricciones, así soy más listo que él. Que sí, que hay muchas películas que se ven mejor en una sala de cine, y yo soy el primero que lo piensa, pero… ¿qué te cuesta poner tu producto a disposición de tus clientes en todos los formatos en los que lo quieran consumir? Lo único que pareces pretender con tu patético “solo en cines” es que la cosa acabe como una triste profecía autocumplida

Las ventanas de explotación geográficas son insostenibles: no me cuentes milongas sobre el doblaje, los subtítulos o la logística. EN PLENO SIGLO XXI, TODA PELÍCULA ENFOCADA A UN MERCADO MUNDIAL DEBERÍA ESTRENARSE SIMULTÁNEAMENTE A NIVEL MUNDIAL, no existe disculpa posible para que no sea así. Salvo una: que su productor sea un imbécil. Pero las ventanas de formato son otra estupidez todavía mayor: ganas de fastidiar a clientes que desean tu producto, pero a los que limitas el acceso porque sencillamente te sale de las narices. TODA PELÍCULA DEBERÍA ESTAR DISPONIBLE DESDE EL DÍA CERO EN SALAS DE CINE Y EN LA RED en varios formatos, como mínimo en tres: mediante micropago, en plataformas de suscripción por tarifa plana, y en otras plataformas gratuitas financiadas con publicidad. No hacerlo supone disminuir la propuesta de valor de esas plataformas, perjudicarlas como elección viable, y abocar a los clientes que las preferían a consumirlas a través de canales irregulares. Cada vez que los clientes no encuentran la película que quieren ver en un Filmin, en un Youzee, en un Wuaki o en un Yomvi, no solo estás perjudicando la viabilidad de esas plataformas que deberían ser tus aliadas… ¡es que los estás enviando directamente a The Pirate Bay, te pongas como te pongas! No, los clientes no descargan porque sean malotes, porque os odien o porque lo quieran “todo gratis”: descargan porque no encuentran lo que quieren ver, cuando lo quieren ver, y como lo quieren ver.

Mientras tanto, en la industria siguen discutiendo, directamente boicoteando, amenazando o ninguneando las pocas iniciativas que intentan abrir nuevas vías, y refugiándonos en el “son unos ladrones y hay que llevarlos a todos a la cárcel”. Seguimos presionando para obtener leyes absurdas que solo maquillan los problemas y que incrementan el nivel del enfrentamiento. Seguimos con nuestro “solo en cines”… Está claro, la única pregunta válida aquí es la que figura en el título: “¿tú estás tonto, o qué?



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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