Instagram alcanza los cien millones de usuarios al llegar a sus dos años de vida, exactamente como las previsiones anticipaban. Todas esas “historias para no dormir” que afirmaban que la compañía iba a cerrar, que estaba preocupadísima o al borde del colapso porque “los usuarios la abandonaban en hordas incesantes” eran, como anticipamos en su momento, completamente absurdas y falsas.
Las previsiones son difíciles (sobre todo cuando se trata del futuro :-) Pero lanzar historias sin fundamento alguno sobre usuarios protagonizando revueltas basadas en microdinámicas sin verificar, y más cuando los sistemas de referencia utilizados sufren variaciones es, sencillamente, una estupidez. Creérselo, más aún. Hay demasiada gente a la que no gusta que la realidad le estropee una buena noticia, y que cuando ven que Instagram ha cambiado sus términos de uso, que eso ha generado algunas reacciones en contra, y que aparece una publicación poco rigurosa a decir que sus usuarios activos han sufrido un descenso, suman 1+1+1 y se empeñan en que tiene que salir 4. Pues no, no sumaban 4: Instagram sigue teniendo un servicio muy bueno, sigue consiguiendo que las fotografías de sus usuarios parezcan más bonitas de lo que realmente son, y sigue llevando de manera natural a que las quieran compartir. Por supuesto, en ningún momento esas fotos han pasado a ser “propiedad de Instagram”, ni los usuarios han “perdido sus derechos sobre ellas”, ni se han “cedido a terceros para su uso comercial”, ni ninguno de esos cuentos de viejas que afirmaba “con total seguridad” que ocurrirían porque la compañía, misteriosamente, se había vuelto malvada de repente. Facebook puede ser muchas cosas y haber logrado cultivar una muy mala fama en todo lo relacionado con la privacidad, pero la adquisición que hizo en Abril del año pasado tenía treinta millones de usuarios, y ahora tiene más del triple. Si alguien se dio de baja en el servicio por aquel episodio que en realidad no tenía ninguna importancia, sobrerreaccionó claramente.
El episodio de Instagram con respecto a sus términos de uso fue eso, un episodio sin importancia, que muestra algunas cuestiones claras: por un lado, que en la red de hoy en día es imposible que determinados comportamientos que podrían ser considerados un abuso tengan lugar, simplemente porque hay demasiados ojos mirando. Por otro, que es fundamental desde un punto de vista comunicativo reaccionar muy rápido a cualquier malentendido y tener hilo directo con tus usuarios, porque la información en la red es como un tornado que crece en intensidad rápidamente. Y tercero, que las sobrerreacciones son peligrosas: visto lo sucedido a una Instagram que intentó ser completamente transparente y publicitar de manera clara los cambios en sus condiciones de uso, otras empresas podrían estar tentadas a intentar hacer esos cambios, cuando lo precisen, de maneras más subrepticias. En realidad, hablamos simplemente de mejorar las maneras de comunicar algo tan complejo como las diferencias entre el lenguaje de las personas y el utilizado en los términos legales, pero sin duda es un tema al que hay que estar atentos.
Eso es lo que hay: un crecimiento fenomenal y un buen servicio que la gran mayoría de sus usuarios adoran. No, las empresas no gustan de suicidarse públicamente cambiando sus términos de uso de manera salvaje, abusando de la confianza de sus usuarios y convirtiéndose en malvadas. Eso es, desde una pura óptica de sentido común, una estupidez. Cuando veas “historias para no dormir”, aprende a contrastarlas con la realidad, la lógica y las series temporales.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.