16 abril 2014

Google Glass a la venta por un día: qué significa

Google Glass

Ayer día 15 de abril, si eras residente en los Estados Unidos y querías gastarte $1500, fue el único día que en podrías haber adquirido libremente las Google Glass. El experimento, destinado supuestamente a estimar la demanda potencial del gadget, parece haberse saldado con relativo éxito, aunque evaluar ese nivel de éxito es algo que solo la compañía puede hacer con exactitud: el modelo blanco se agotó relativamente pronto, pero carecemos de información acerca de cuánto significa exactamente eso en términos de ventas reales.

¿Qué pretende realmente Google planteando un día de venta abierta de su dispositivo? En primer lugar, parece razonable pensar que, ante un dispositivo tan novedoso a un precio como ese, intente tener una cierta evaluación objetiva del potencial de mercado, del número de usuarios dispuestos a gastarse ese dinero. Presumiblemente, alguien que se deja mil quinientos dólares en un dispositivo pretende algo más que probarlo, se supone que hacer un uso relativamente regular del mismo. Y ahí es donde yo, particularmente, no estoy completamente seguro del tema.

Mis pruebas con Google Glass por el momento han consistido en una media hora de primera evaluación en un lugar público, y posteriormente, tres días con el dispositivo en mi poder. Por más que lo he intentado, y a estas alturas resulta difícil dudar de mi vocación de probar artefactos tecnológicos, no conseguí construir un caso de uso exitoso. Me pareció un cacharrito simpático para un uso ocasional, cómodo para algunas cosas, pero no lo suficiente como para usarlo de manera consistente. ¿Es cómodo utilizar Google Glass para salir a hacer ejercicio y tener tus estadísticas al alcance de tus ojos? Sí, indudablemente… ¿pero realmente compensa la incomodidad de llevar eso puesto, frente a simplemente girar la muñeca y ver esos datos en tu smartwatch, o incluso sacar el smartphone del bolsillo? Para mí, francamente, no. ¿Es funcional usar las Google Glass para conducir de un sitio a otro recibiendo indicaciones del GPS? Sí, es funcional… pero no mucho más que llevar ese mismo GPS en el smartphone en el salpicadero, u otro modelo de GPS integrado con el vehículo. Y distrae, distrae bastante, incluso cuando ya tienes bastante interiorizado el manejo de la interfaz. Aparte, por supuesto, de las miradas raras, del cierto mareo o dolor de cabeza tras un uso prolongado, o del peligro de ser considerado un glasshole, que por lo visto puede llegar incluso a la agresión física.

Sinceramente, después de haberlas probado, no tengo claro si, en caso de poder optar a ello, pagaría por hacerme con unas Google Glass. Seguramente sí, pero más por mi personalidad de tipo “lo pruebo todo” que por un convencimiento sobre su utilidad o su valor en el futuro. El producto que vimos surgir como una especie de “locura”, poner una pantalla delante de uno de nuestros ojos para poder acceder en todo momento a información, ha servido para que nos planteemos muchas cosas, posiblemente incluso para incidir en la idea de los wearables como una categoría con un futuro indudable, o para tratar de entender qué pretende Google con su estrategia de hardware, pero a duras penas ha sido capaz de crear una expectativa real. Por el momento, las Google Glass están más en la categoría de producto “pescadilla que se muerde la cola”, para quienes quieren intentar programar aplicaciones para ellas, para quienes quieren ofrecer una imagen asociada a la tecnología, o para hacer pruebas asociadas a los más diversos usos, pero difícilmente un producto para el común de los usuarios (y en ese escalón de precio, presumiblemente menos aún).

¿Son las Google Glass un fracaso como tal? En este momento, las conclusiones que Google puede sacar sobre su día de venta abierta son complejas: incluso si las cifras del día resultan ser un éxito arrollador en modo “me las quitan de las manos”, esa demanda podría representar un tipo de cliente dispuesto a explorar cualquier dispositivo tecnológico prometedor o con expectativas suficientemente recalentadas a golpe de prensa, pero cuya generalización a un público de otro tipo no tengo en absoluto clara. Si por el contrario, el experimento indica que ni siquiera ese segmento de usuarios más afines a la tecnología se pone a hacer cola o colapsa la página web para obtener el dispositivo, parecerá claro que el diseño del producto, sus especificaciones y su precio necesitan aún más trabajo, o simplemente no funcionan.

Mi impresión en este momento es que las Google Glass están muy lejos de ser un producto maduro. Que podrían posiblemente tener éxito asociados a casos muy particulares de profesionales que necesitan información en situaciones puntuales o que quieren compartir lo que están viendo (que no sería como tal un mercado poco interesante), pero más allá de esos usos, poco. Las veo más como un experimento que ha podido tener su relevancia definiendo una categoría, que como un producto real destinado a la venta masiva. Las limitaciones de todo tipo con las que me encontré han hecho que me sintiese mucho más un pionero probando un diseño incipiente, que un usuario evaluando un producto realmente maduro. El diseño, que parecía originalmente brillante, no se revela tan práctico ante un uso habitual. Puede ser que no haya llegado a probar las aplicaciones adecuadas, o que simplemente no las haya evaluado un tiempo suficiente, pero creo que realmente, están aún lejos de ser algo más que un experimento. Interesante, pero experimento al fin y al cabo. Pero por supuesto, me puedo equivocar, como con muchas otras cosas. Veremos a dónde llega el tema.




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