Ese señor tan sonriente de la fotografía es Tom Wheeler, el presidente de la Federal Communications Commission (FCC): el subproducto más claro de la corrupción y de la grotesca “puerta giratoria” de la política norteamericana, y la persona escogida por el lobby de las telecomunicaciones para acabar con la neutralidad de la red.
Antes de su llegada al cargo, Tom Wheeler trabajó como lobbista para la industria de la televisión por cable y de la telefonía celular, en la que llegó a ostentar el cargo de CEO de la Cellular Telecommunications & Internet Association (CTIA), la asociación que defiende los intereses de las operadoras celulares a nivel internacional. Ahora, es el topo que esas industrias han conseguido colocar en lo más alto de la FCC, la prueba viviente de que en los Estados Unidos, la industria y la política ya ni siquiera creen necesario disimular sus prácticas corruptas.
Ahora, en medio de un clima internacional cada vez más abiertamente favorable a considerar la neutralidad de la red como un principio necesario para disfrutar de una red abierta y plural, y con las recientes decisiones de la Unión Europea y de Brasil al respecto, este corrupto defensor de las cuentas de resultados de la industria – que supuestamente había jurado defender los intereses de los ciudadanos – pretende “redefinir” las reglas de la neutralidad de la red para autorizar el desarrollo de rutas privilegiadas o fast lanes para la transmisión de determinados tipo de tráfico, exactamente lo que la misma FCC definía como nocivo e inaceptable en el año 2010.
La vergonzosa propuesta, que daría lugar irremediablemente a una “internet de clase A” para los proveedores que pagan a los proveedores de acceso y una de “Clase B” para los que no pagan, ha generado una fortísima polémica, por ser frontalmente contraria a la tesis principal de la neutralidad de la red: que los ISPs no puedan ofrecer tratamientos especiales a cambio de un precio determinado. La evidente hipocresía de Tom Wheeler, que todavía pretende en una entrada de su blog llena de promesas vagas e indeterminadas tratar a los ciudadanos como si fueran idiotas, es en realidad una declaración de guerra a la naturaleza abierta de la red, una garantía de precios más elevados para los ciudadanos, un regalo para las empresas de telecomunicaciones y muchas más posibilidades de control gubernamental directo de la información. Amenazas que no son hipótesis, sino que, dentro del nivel de indefinición en el que el tema se encuentra ahora en los Estados Unidos, ya han sido perfectamente probadas.
Una maniobra que se convierte en la prueba más clara del nivel de corrupción de la política norteamericana, y del nivel de hipocresía de aquel presidente que en su momento ilusionó a los ciudadanos garantizando que la red seguiría siendo neutral. Es preciso que el lobby de las telecomunicaciones entienda que es demasiado tarde para sus turbios manejos: que la neutralidad de la red es ya un concepto respetado y aceptado en todo el mundo, una parte fundamental de la esencia de una red abierta, una garantía necesaria para el desarrollo de la red como vehículo de innovación. Tom Wheeler debe dimitir: nada bueno para los ciudadanos puede venir de un topo de la industria, de un impresentable lobbista que mintió abiertamente en la promesa que hizo al llegar a su cargo. Ahora, toca emprender acciones de protesta, y que sean las más grandes que la FCC haya visto nunca.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.