23 abril 2011

Lloriquear no es una solución

A veces, a Seth Godin le salen entradas como esta, The realization is now, y te das cuenta de que realmente merece la pena seguir suscrito a su blog. Pásate y léela, aunque tengas que perderte sus matices usando traducción automática. A mí, además de gustarme, me recordó a esa viñeta de Hugh Macleod que tenéis a la izquierda.

Sobre todo, léela si eres de los que piensan que la coyuntura actual es fruto de algún tipo de “sarampión” o de “astenia primaveral elevada a escala planetaria” que se pasará más tarde o más temprano. Si eres de los que lloriquean porque “el nuevo modelo no les gusta” y pretende que se puede, gracias a cambios y ajustes legislativos o a técnicas variadas de propaganda, volver al modelo anterior, a aquel que sí les gustaba. Si crees que los trasnochados líderes de ayer con sus trasnochadas cantinelas de ayer van a ser capaces de sacarnos de ésta. Si eres de los que creen que “eso que le está pasando a esta industria o a esta otra son cosas que pueden ser revertidas o que no pueden pasarte a ti”. Si eres de los que no se dan cuenta de que el cambio es tan sumamente grande, que significa el final de toda una era, el agotamiento del modelo que significaron más de ochenta años de Revolución Industrial.

No, las cosas no “volverán a la normalidad”. Con “cambio de modelo” no nos referíamos a tonterías que pueden cambiarse en leyes de economía sostenible con siniestros colofones liberticidas. No hablábamos de cambios cosméticos, ni de ajustes que permitan retomar el status-quo. Pensar que puedes volver a la situación que tenías en el pasado no es una idea. Es un mito.

No es agradable, no es justo, pero es lo que hay. Cuanto antes nos demos cuenta de que el mundo ha cambiado, antes podremos aceptarlo y hacer algo con lo que tenemos. Lloriquear no es una solución escalable.

Y como bonus track en tu lectura sabatina, pásate por Orsai y léete el artículo de David Bravo, y así podrás ver magistralmente ilustradas algunas de las consecuencias de esos cambios. Le ha quedado bordado.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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