Un concepto interesante: internet fue concebido para otros usos, para otra escala, para otro tipo de usuarios, para un entorno de confianza, y ha devenido en algo que, en su estado actual, no nos sirve, es una herramienta imperfecta para su función.
El diseño del protocolo IP se realizó presuponiendo que la entrega de los paquetes de datos no sería confiable, por lo cual el protocolo trataría de realizarla del mejor modo posible mediante técnicas de encaminamiento, sin garantías de alcanzar el destino final, pero tratando de buscar la mejor ruta entre las conocidas por la máquina que estuviese usando el protocolo. Ese mecanismo sirvió para muchas cosas, fue capaz de dar lugar a la red de mayor crecimiento y desarrollo jamás diseñada por el hombre, pero tuvo un problema: se volvió demasiado importante, hasta el punto que los gobiernos intentaron a toda costa ponerla bajo su control. La idea de dividir los mensajes en paquetes de datos que son encaminados individualmente es muy robusta ante eventos como rupturas parciales de la red, pero está orientada únicamente a garantizar la entrega del mensaje, no a proteger su contenido o la identidad de quien lo envía. Para eso necesitamos otro tipo de funciones, que deberían ser incorporadas al protocolo partiendo de piezas que no estaban previstas en el diseño original.
Es uno de los temas a los que llevo bastante tiempo dando vueltas, y hablando de ello en clase, uno de mis alumnos me sugirió este vídeo de Danny Hillis recién publicado en TED titulado “The internet could crash. We need a Plan B“:
El problema ya no está únicamente en lo que comenta Hillis, en la proliferación de delincuentes o en que no funcionen determinados servicios que puedan ser críticos en un momento dado, o que nos estemos encaminando hacia algún tipo de desastre (aunque en cualquier caso, seguro que es así). El problema no es que internet se pueda romper, sino que como tal, ya está roto. Más allá de esos factores citados en la charla, el problema está en tener una internet completamente intervenida, en la que prolifera el filtrado mediante Deep Packet Inspection, las peticiones de información de gobiernos sobre la actividad de cualquier ciudadano y usuario de cualquier servicio, el uso de la red como herramienta de control, o el condicionamiento del funcionamiento de cualquier servicio a la agenda política. ¿Contraseñas? No me hagas reír, ese método ya no funciona, las descifran hasta los niños. Pero ya no es una cuestión de delincuencia, hablamos de problemas más importantes que todo eso. El día que intentas hacer algo en la red y no se puede, pero debido no a una limitación técnica, sino a una limitación política arbitraria impuesta por el gobierno de turno, es que algo se ha roto en el sistema. Las descargas, la vigilancia o los bloqueos no son los problemas en sí, son los síntomas: los gobiernos se han dedicado a amenazarnos con una serie de “jinetes de Apocalipsis” como la amenaza terrorista, la pornografía infantil o los derechos de autor, para justificar así una vigilancia total de la red.
Al hilo de lo que comenta ese libro de Julian Assange, “Cypherpunks“, que está a punto de salir en su edición en español, para el que tuve la suerte de poder escribir el prólogo, y en el que me encontré con esta frase que ya comenté en su momento:
"El mundo está ya no derivando, sino galopando hacia una nueva distopía transnacional. Esta evolución no ha sido debidamente reconocida más allá de los círculos de la seguridad nacional. Ha sido ocultada por el secretismo, por su complejidad y por su escala. Internet, nuestra mayor herramienta de emancipación, se ha transformado en el facilitador de totalitarismo más peligroso que jamás hayamos visto. Internet es una amenaza para la civilización humana."
Necesitamos otra internet. Diferente. Con otro planteamiento, centrado en la apertura, con protocolos compatibles, pero diferentes. Radicalmente descentralizados, inmunes a toda posibilidad de control, que distribuya los mensajes de manera nativa entre los nodos para convertirlos en imposibles de trazar, y los cifre de manera robusta para hacerlos difíciles de interceptar. Como en tantas otras ocasiones, el problema no está en la herramienta, no está en la tecnología, sino en la naturaleza humana. Una naturaleza humana que amenaza con convertir la red, como ha logrado hacer ya en algunos países, en aquella herramienta perfecta de control totalitario que George Orwell visualizó en su momento. Internet llegó mucho antes de que las sociedades humanas hubiesen encontrado una forma adecuada u óptima de organizarse, y ahora está convirtiéndose en una manera de evitar que lo puedan llegar a hacer. Internet fue un espejismo de libertad que vivimos a lo largo de un par de décadas, pero que terminó por convertirse en otra cosa.
Hay que crear otra red, una red diferente. Y es mucho trabajo. Ve poniéndote las pilas.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
0 comentarios:
Publicar un comentario
ATENCIÓN: Google ha metido en Blogger un sistema antispam automático que clasifica como spam casi lo que le da la gana y que no se puede desactivar.
Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.