Hace pocos meses, Pebble, una startup que buscaba lanzar al mercado un reloj de pulsera inteligente de 150 dólares que se conecta con el teléfono, acudió a Kickstarter, una página de crowdfunding, a buscar cien mil dólares para financiar su proyecto.
Los proyectos en Kickstarter son presentados mediante un vídeo, y solicitan dinero a los usuarios en concepto de donaciones: quienes lo desean pueden donar determinadas cantidades de dinero, y obtener recompensas que van desde simplemente aparecer en unos créditos o conseguir una camiseta, hasta recibir un producto de la primera serie fabricada y por debajo del precio final. Los fondos obtenidos en Kickstarter son donaciones: el emprendedor no diluye su participación en el proyecto ni debe entregar acciones, simplemente comprueba si existe un mercado para su proyecto y recibe fondos de quienes quieren que ese proyecto se lleve a cabo. Con un riesgo evidente, claro: aunque el dinero no es debitado en la tarjeta del usuario hasta que el proyecto alcanza sus objetivos, si estos se cubren y el proyecto no llega a buen puerto, si los emprendedores fracasan por la razón que sea, pierdes tu dinero. El caso del reloj Pebble representa, por ahora, un récord: pretendían recaudar cien mil dólares, y se encontraron con una entusiasta recepción que les llevó a obtener más de diez millones.
Sí, has leído bien. Diez millones de dólares. En donaciones. En internet. Pero no, no es el único caso. Hace dos días, Rob Thomas, el guionista y creador de una serie de televisión de hace algunos años titulada “Veronica Mars“, se dirigió a Kickstarter, para obtener capital para rodar una película con base en la serie. Un apasionado de su creación, apelando a los fans de la misma, solicitaba dos millones de dólares para producir su película. Los reunió el primer día. Hoy ya va por encima de los tres.
Sí, has vuelto a leer bien. Dos millones. De dólares. En un día. En internet. Para una película. En el último Sundance, el festival más conocido del cine independiente, el 10% de las películas habían sido financiadas en Kickstarter. Y en España también existen experiencias de producciones similares, como es el caso de “El Cosmonauta“.
El “todo gratis en internet” es mentira. Una mentira enorme. No existe ninguna fijación irracional por el “todo gratis”, más que en la calenturienta imaginación de algunos. Yo ya he perdido la cuenta de las cosas por las que pago en la red. Los usuarios de la red sí están dispuestos a pagar por muchas cosas. Muchas. Cosas tangibles e intangibles. Bienes físicos o culturales. Lo que no están dispuestos es a que les insulten, les persigan, les restrinjan derechos fundamentales o les tomen por idiotas. No, el problema no está en los usuarios, ni en ese "todo gratis" que evidentemente no existe. El problema está en otros sitio: en las formas, en los modelos agotados, en las actitudes, en la oferta incompleta, en los malos empresarios, en los que juegan con las cartas marcadas, en los que sobornan al sheriff, en los que no apuestan por el futuro… el problema no está en nosotros, está en ellos. Que tome nota quien corresponda.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.