17 marzo 2013

Sobre Jose María Lassalle y la reforma de la LPI

LassalleEscribí por primera vez sobre Jose María Lassalle en diciembre de 2009, contestando un artículo que había escrito en El País en el que describía el estado policial en el que querría convertir la red si llegase al poder. En aquel artículo, Jose María Lassalle mostraba a aquellos que fuesen capaces de leer entre las líneas de su indescifrable prosa, hasta qué punto pensaba que los ciudadanos, incluidos muchos de los que le votan, eran delincuentes que debían ser reprimidos, y cómo debían primarse no los intereses de los creadores o los de los ciudadanos interesados en acceder a la cultura, sino únicamente los de los intermediarios que hacen negocio con ella.

En aquellos días, preocupado seguramente porque la entrada en mi página indexaba muy bien cuando hacía su ego-search, me citó a una comida, que tuvo lugar el 27 de enero de 2010. Acudí, por supuesto, como acudo a toda llamada, sea del partido que sea, que quiera hablar de temas que considero relevantes, y me encontré con un Jose María Lassalle que pretendía empatizar conmigo, que afirmaba que su postura “no era tan terrible como yo la pintaba”, pero que por supuesto se negaba a moverse un ápice de sus posturas. Era como hablar con una maldita pared. La impresión era que la única motivación de esta persona era defender los intereses económicos de aquellos a los que, además, no podía evitar citar de manera constante en la conversación, a modo de mantra.

El tiempo, como no, tardó poco en darme la razón: menos de un año después, Jose María Lassalle se convirtió, en el momento en que la ley Sinde estuvo a punto de caerse, en su auténtico campeón, en el salvador capaz de renegociar in extremis el apoyo a la misma. Y no se quedó ahí: además de dar a la ley Sinde el oxígeno necesario para que continuase su tramitación en contra del criterio de muchos en su propio partido, se dedicó a justificar la acción internamente afirmando que la resistencia ciudadana a dicha ley provenía, en realidad, de cuatro gatos muy ruidosos, pero cuatro gatos al fin y al cabo.

Pero el tiempo siguió pasando, y Lassalle, con la llegada del Partido Popular al poder, reclamó el puesto que todos sabíamos que buscaba, el que llevaba tiempo trabajándose: el de ministro de Cultura. Su estatura política – o mejor, la falta de ella – llevó a que su líder escogiese a un tercero insospechado para el puesto, relegándolo a él a la secretaría de Estado de Cultura, pero aún así, era un puesto en el que todos éramos perfectamente conscientes de que podía hacer mucho daño. Y así, siguiendo su característico estilo de moverse en la sombra, Jose María Lassalle ha ido, desde su llegada al puesto, reunión tras reunión, haciendo lo que todos sabíamos que iba a hacer: “arreglar el sistema” para defender los intereses que ha defendido siempre. El ministerio de Cultura ha seguido siendo, en realidad, el “ministerio de la industria cultural”, el lugar por donde campan a su antojo multinacionales, editoriales, discográficas, empresas, intermediarios y entidades de gestión al grito de “qué hay de lo mío”: si el gobierno anterior nombró directamente a una ministra procedente de una entidad de gestión para que defendiese directamente los intereses de la industria cultural, a este gobierno le ha bastado, para asegurar este mismo fin, con nombrar a Jose María Lassalle como secretario de Estado de Cultura.

La impresentable reforma de la ley de propiedad intelectual que ahora circula cumple todos los requisitos necesarios para ser un desastre: escrita directamente por los lobbies del ramo, filtrada por el peor y más tóxico de todos ellos, y con todos los ingredientes que éstos podrían haber escrito en una hipotética “carta a los Reyes”. Por supuesto, ni el más mínimo diálogo con ciudadanos o con verdaderos creadores… ¿para qué? Ciudadanos o creadores solo estorban los fines de Jose María Lassalle, sería completamente absurdo pensar que iba a citarlos para algo así. Y además, solo son cuatro gatos.

¿Cuáles son esos elementos de la carta a los Reyes del lobby de la cultura? Mutilar el derecho de copia privada hasta dejarlo completamente desnaturalizado, criminalizar el enlace (salvo los de Google, claro, que también se sabe mover en los terrenos del lobbying), favorecer la persecución de los infractores a un nivel que ningún delito de verdad “serio” ha experimentado jamás, facilitar más aún la censura de páginas sin intervención judicial, y perseguir a los usuarios convirtiendo a los prestadores de servicios en auténticos policías obligados a espiarnos y a entregar nuestros datos cuando les sean solicitados. La reforma de la ley de propiedad intelectual plantea ni más ni menos que el estado de excepción en la red. Todo ello escrito directamente por los de siempre, por paranoicos que pretenden endurecer las penas para poder meter ciudadanos en la cárcel, y sin hablar en ningún momento con aquellos a los que la reforma afecta de verdad. Mientras su jefe se reúne directamente y a puerta cerrada con ex-políticos corruptos que representan los intereses del lobby norteamericano de la cultura, Jose María Lassalle sigue haciendo y deshaciendo siempre en la misma dirección.

Jose María Lassalle y Partido Popular en estado puro. Si no te gusta, ya sabes… solo eres uno de cuatro gatos, así que lo que pienses no tiene ninguna importancia. Da lo mismo que twittees, que escribas, que salgas a la calle o que te quedes en casa: seamos los que seamos, en su extraña concepción del deber y de la verdad solo seremos cuatro gatos, nuestra opinión no importa ni se tiene en cuenta.

Disfruten lo votado.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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