El lanzamiento de Facebook Home el pasado jueves ha generado numerosas opiniones y planteamientos: sin duda, la jugada es innovadora en su planteamiento, una especie de hack estratégico que evita a la compañía plantear posiciones tan arriesgadas y de tanto calado como el desarrollo de todo un sistema operativo o de un terminal.
Facebook Home no es un fork de Android, ni creo en modo alguno que suponga una destrucción de la estrategia que Google plantea para Android. Es, simplemente, una familia de apps diseñadas para convertirse en la pantalla de inicio, home o launcher del teléfono, otorgando a la red social un nivel de centralidad del que carecía. Una solución técnicamente sencilla y brillante, una especie de maquillaje del dispositivo que provoca que tengas a Facebook delante de tus ojos cada vez que sacas su smartphone del bolsillo, cada vez que lo desbloqueas, cada vez que te planteas hacer cualquier cosa con él.
Estará disponible únicamente para Android, un sistema cuyas características y licencia permite un nivel de personalización elevado (que de hecho, los fabricantes usan para dar a sus terminales un cierto “sabor” específico), vendrá preinstalado en los terminales HTC First que se pondrán a la venta el 12 de abril en los Estados Unidos y más adelante en otros países. El mismo 12 de abril aparecerá la aplicación en Google Play, y podrá instalarse en siete modelos de terminal: cuatro de HTC (First, One, One X y One X+) y tres de Samsung (S III, S4 y Note II), a partir de ahí crecerá asociado a los posibles acuerdos con otros fabricantes de terminales o empresas de telecomunicaciones.
Pero independientemente de las consideraciones sobre la originalidad o brillantez de la jugada estratégica de Facebook, creo que deberíamos entrar en consideraciones sobre su potencial de futuro: ¿hablamos de una killer app que convertirá a Facebook en la estrella de los terminales móviles, o de una curiosidad que terminará por satisfacer únicamente a un pequeño segmento y que terminará por ser cancelada?
La primera consideración es el tipo de usuarios que se sentirán atraídos por la instalación de la aplicación (o eventualmente, por la adquisición del terminal que la preinstala). La pregunta, claramente, es quién quiere un teléfono que plantee la interacción con Facebook como motivo central. El nivel de popularidad de Facebook en el mundo, con sus más de mil millones de usuarios activos, deja muy pocas dudas. Pero ¿cuántos de esos usuarios quieren convertir su interacción con la red social en algo que aparece de manera casi permanente ante sus ojos, cada vez que interactúan con su terminal? El planteamiento, en realidad, parece únicamente adecuado para los verdaderos fans de Facebook, para los que en ningún momento desconectan de la red social. El modelo de uso de la aplicación en el ordenador y en el móvil es sensiblemente diferente: en el ordenador, hay personas que mantienen de manera sistemática abierto Facebook – generalmente, junto con otras aplicaciones – en una pestaña de su navegador, y que periódicamente “se asoman” a ver si hay algo nuevo. En el móvil, la aplicación permanece en ejecución por lo general en todo momento y se reciben actualizaciones en tiempo real que pueden verse en la parte superior de la pantalla, y que suelen desencadenar la apertura de la ventana correspondiente. Pero tanto en uno como en otro caso, ¿imaginamos a Facebook como esa pantalla que vemos cada vez que dirigimos los ojos hacia la máquina? A mí, sinceramente, me parece una pesadilla comparable a la de tener una página de inicio en el navegador: hace muchos años que decidí que mi navegador se abriese con una página en blanco y me ofreciese una total versatilidad. Pensar en recibir actualizaciones de Facebook cada vez que tengo el móvil en la mano me resulta de lo menos apetecible.
Si añadimos a estos factores otras consideraciones como el más que posible uso de la pantalla de inicio para la administración de publicidad segmentada sociodemográficamente, por afinidad o por localización, o las connotaciones de cara a la privacidad, uno de los caballos de batalla habituales en Facebook, la adopción de Facebook Home se plantea todavía más complicada. Es posible que hablemos de un factor generacional que se me pueda escapar: que las generaciones más jóvenes sí se orienten a un papel central de lo social en su vida que justifique ver qué hay de nuevo en Facebook cada vez que mires el teléfono, pero las tendencias no parecen indicar que sea así, o incluso podrían sugerir lo contrario. Así las cosas, y reconociendo lo interesante de la jugada estratégica, mi inclinación no sería hacia apostar por Facebook Home como un éxito en su implantación, y sí como un modelo de uso con un planteamiento residual reservado únicamente a los usuarios más recalcitrantes o a los que no sepan cómo desinstalar la app del teléfono que en su momento adquirieron. En cualquier caso, el tiempo dirá.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.